Los cultivos urbanos crean conciencia sobre la importancia de consumir alimentos frescos y locales.

 

Fundadores de los jardines comunitarios de la región del norte California se reunieron para descutir el tema de justicia alimentaria. El evento se efecto en Oakland, CA. Sigourney B. Núñez / El Nuevo Sol.

Sigourney Núñez
EL NUEVO SOL

Diversas ciudades en el norte de California están fomentando los cultivos urbanos para incrementar la seguridad en la comida y poder proveer comida saludable en comunidades de bajos recursos. Los cultivos urbanos benefician a la comunidad al demostrar cómo son producidos los alimentos. Estos proyectos locales tienen el potencial de hacer reflejar y servir a la causa de la justicia alimentaria por medio de la fuerza y la diversidad.

 

Veggielution- San José, California.

Hace más de cinco décadas, Emma Prusch nació y se crió en una granja de productos lácteos que mantuvo su familia por generaciones. En 1962, Prusch era la única heredera sobreviviente de los 86 acres de tierra del legado. En su afán por mantener la tradición familiar, decidió donar la granja a la ciudad de San José con la condición de que se mantuviera sus atmósfera rural. Éstos fueron los términos bajo los que se construyó el Emma Prusch Farm Park.

Dentro de los límites de la granja, 10 acres le pertenecen a Veggielution, un huerto comunitario urbano que fue fundado en la primavera del 2008 por los estudiantes universitarios Mark Anthony Medeiros y Amie Frisch. Veggielution fue fundado con la ilusión de construir una comunidad que aceptara la diversidad, empodere a la juventud y cree sostenibilidad alimentaria.

Medeiros y Frisch afirman que se involucraron en diferentes formas de activismo mientras hacían su carrera en la Universidad Estatal de San José donde se conocieron. Ellos querían cultivar sus propios alimentos y empezaron con varios pequeños jardines en la comunidad e incorporaron la colaboración de sus compañeros universitarios.

Medeiros afirma que los proyectos de fundar huertos urbanos y educar a la gente sobre agricultura sostenible surge como una buena alternativa para la comida local. “ Nosotros pensamos deberíamos de entrenar a mucha gente para cultivar y intentar atraer una gran diversidad de gente”, recuerda.

Todos los sábados a las 10 de la mañana, alrededor de unos 80 voluntarios de Veggielution se reúnen en Emma Prusch Farm Park para cultivar vegetales. El batallón de granjeros está compuesto por jóvenes, estudiantes universitarios y gente mayor de la comunidad. El mozaico de etnias y generaciones es variado; sin embargo, los une una misma ilusión.“Todos trabajan juntos y administran la granja juntos”, comenta Medeiros. “Ellos se llevan a sus hogares lo que hayan cultivado y están creando un pequeño sistema económico comunitario, en el cual la gente cultiva su comida y proveen los recursos para ellos mismos”.

El administrador de Veggielution, afirmó que agradece la diversidad de culturas en sus voluntarios porque cada uno de ellos atribuye un aspecto diferente al proceso de crecer sus propios alimentos. Medeiros ve el programa como un medio para hacer crecer una comunidad fuerte. “Hay muchos colegas inmigrantes que vienen de todos lados y aportan diferentes maneras muy interesantes de cultivar en nuestro huerto”, explica. “Me parece sensacional el simple hecho de unir a toda esta gente y verlos convivir y aprender las habilidades que son natas de sus culturas y comunidades, sobre todo, de compartir las técnicas de cultivo y después sentarnos a partir el pan juntos además de cultivar juntos como una comunidad”.

El año pasado, Veggielution cultivó más de 15 mil libras de frutas y verduras. Esta vez, ellos anticipan otra buena temporada de cultivos y esperan cosechar 25 mil libras de productos frescos este año. “Es una granja y queremos aprovechar para producir comida a bajo costo para mucha gente”, recalca Medeiros.

Veggielution ofrece sus frutos a la comunidad de San José a precios baratos. En sus  huertos comunitarios cultivan col verde, chícharos, nopales, maíz, raíz de taro, tomates, chiles y otros vegetales temporales cuando sea apropiado. El programa continuará haciendo su mejor esfuerzo para heredar las técnicas tradicionales de cultivo, ahora conocido como cultivo orgánico. “Queremos reiniciar la herencia de la sabiduría a nuestra comunidad”, comenta Medeiros.

 

City Slicker Farms- West Oakland, California

Hace 10 años, Barbara Finnin, nativa de Filadelfia, se cambió a la ciudad del Oeste de Oakland para resolver los problemas de justicia alimentaria, principalmente en las comunidades de color y de bajos recursos.

Finnin describe la ciudad como un desierto alimentario e insiste en que las tiendas de licores u otras tiendas que no promueven la comida saludable rodean los vecindarios. La mayoría de los alimentos comestibles están basados en calorías en vez de alimentos con nutrientes, explica.

“Tal vez tengas una papa, tal vez una cebolla o una manzana, pero no vas a tener mucho acceso a frutas y verduras”, afirma Finnin. “Cuando en tu propio vecindario no puedes conseguir la comida que necesitas para vivir una vida saludable, eso es lo que llamamos un problema de derechos humanos”.

La ciudad del Oeste de Oakland es conocida por sus emisiones de diesel; las descargas de gas son 90 veces más altas que en ningún otro lugar de California. Finnin asegura que pueden encontrar alguna vieja industria que esté contaminando los vecindarios, también edificios abandonados que en algún tiempo tenías la esperanza de que fuera algún negocio.

Estas realidades han llevado a Finnin a hacerse parte de la defensa al unirse al City Slicker Farms, donde actualmente sirve como directora. Esta mujer de empuje empezó haciendo cultivos en patios y cultivos urbanos alrededor de su comunidad. El programa fue creado para empoderar a los miembros de la comunidad del Oeste de Oakland: para alcanzar necesidades básicas y tener alimentos saludables y orgánicos. “Queremos que la comunidad cultive sus propios alimentos y que obtengan nutrición y tengas lo que necesitan para vivir una vida saludable”, afirma.

Desde su origen en 2001, City Slicker Farms se organizó con de siete puestos en el Mercado Comunitario de Agricultores, un invernadero en colaboración con el Distrito Escolar Unificado de Oakland y los programas de Educación Urbana de Agricultura.

En el programa del Mercado Comunitario, los grupos van a lotes baldíos y los transforman en áreas de cultivo. Antes de hacer la tierra apta para cultivar, operan algunos exámenes en la tierra, el cual es parte del proceso que se necesita para una localidad urbana donde el mayor problema es la contaminación de plomo.

Si la tierra se encuentra contaminada expone a los niños a tener problemas. “El plomo puede afectar el desarrollo en el cuerpo y cerebro de un niño y les prohíbe conseguir nutrientes en su sistema”, afirma Finnin. “Queremos asegurarnos que la gente esté cultivando de la manera más segura, es un gran momento educativo”.

Si algún espacio industrializado es renovado como sustentable entonces lograremos que las lechugas, los tomates, las calabazas y todas las verduras de temporada sean cultivadas. Pollos, huevos y cuando se puede también miel, son distribuidos en el Oeste de Oakland. “Nadie es negado del producto por falta de fondos”, insiste Finnin.

En el invernadero, City Slickers se pudo cosechar más de 26 mil plantas el año pasado y pudieron recolectar fondos para su flora.

En el 2005, City Slickers cultivó huertos en los jardines familiares en más de 170 familias del Oeste de Oakland. Según Finnin, empezaron este programa porque los miembros de la comunidad se acercaron a pedirles su apoyo.

“Ellos dijeron que querían aprender las tradiciones alimentarias que han pervivido en sus familias. Estamos asociados con colegas que cosechan sus alimentos y los llevan a sus propias mesas”, explica Finnin. “Esto no es nada nuevo, esto es algo que la gente dejó de hacer hace décadas”.

Para Finnin, esto era importante de implementar porque más de la mitad de la población en el Oeste de Oakland no tiene un coche. “Llegar a un mercado fuera de la comunidad requiere demasiado tiempo”, explica. “Si haces esto una o dos veces al conseguir frutas y  verduras frescas, es todo un reto”.

City Slicker Farms trabaja para crear un impacto a largo plazo en áreas urbanas en el Oeste de Oakland que casi no son utilizadas. “Hay un gran legado de gente que dice que no tenemos acceso a comida, hay que hacer algo al respecto”, sentencia Finnin.


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