“Ir a la escuela era muy difícil, pues tenía que mantener una cara positiva ante mis amigos y profesores y pretender que todo estaba normal…era imposible concentrarme en los estudios y mis exámenes, pues no podía dejar de pensar en el día que fueran a llegar los alguaciles a sacarnos de la casa”.
Por LIZETH MENDOZA
EL NUEVO SOL
Durante 17 años, viví contenta y feliz en mi hogar rodeada de mi familia. A principios de 2013, a causa de la economía, perdimos nuestra casa. Aún recuerdo como si fuera ayer aquel mes de mayo, el mes que a mi familia nos llegó la noticia de que habíamos perdido nuestra casa. Recuerdo aquel día muy desgarrador cuando llegué a la casa de la escuela y me encontré con una realidad muy triste, ver a mi mamá, a mi prima Brenda y a mi hermano menor sacando los muebles de la casa. Por esas mismas fechas, también tenía que prepararme para los exámenes finales de la escuela. Pero era muy difícil concentrarme, por la situación que yo y mi familia estábamos pasando pues el hogar donde fui tan feliz lo estaba perdiendo. Al sólo una semana de terminar el semestre, también tenía que sacar tiempo para empacar mis cosas.
Ir a la escuela era muy difícil, pues tenía que mantener una cara positiva ante mis amigos y profesores y pretender que todo estaba normal. Mi mayor temor era no poder pasar mis clases con buenas notas y no poder graduarme, ya que para mí era imposible concentrarme en los estudios y mis exámenes, pues no podía dejar de pensar en el día que fueran a llegar los alguaciles a sacarnos de la casa.
Unas semanas después, en junio, llegaron los alguaciles con una orden de desalojamiento, lo cual significaba que teníamos que salirnos de esa casa en ese mismo momento. Afortunadamente, se tenían que archivar algunos documentos para que eso pasara, lo cual retrasó la fecha de desalojamiento. Sin embargo, eso no borraba de mi mente la imagen de mi madre con la cara de preocupación y tristeza. Vivir con esta realidad era muy duro. Yo iba a la escuela solo para escapar de la realidad pues es muy difícil mantener una actitud positiva cuando tu vida da un giro inesperado y negativo. Las noches eran largas para mí, pues solo quería que la mañana llegara para irme a la escuela porque prefería estar ahí que en una casa vacía.
Finalmente, el momento llegó, el momento del desalojo llegó. Yo estaba aturdida, sin saber qué hacer ni qué ropa ponerme. Mi ropa estaba por todas partes, en diferentes cajas y sólo me puse lo que encontré primero. Aún recuerdo tristemente salir de esa casa, a la cual le llamé mi casa por 18 años, luciendo un suéter azul y una trenza. Después de ahí, nos fuimos a una casa que mi tía tenía de renta. Aunque perdimos lo que fue nuestra casa por muchos años y tuvimos que empezar de cero, no perdí a mi familia ni el calor del hogar, aún seguimos más unidos que nunca y saliendo adelante poco a poco.
Sé que no soy la única que ha estado en la misma situación aquí en Los Ángeles, aunque nosotros éramos propietarios de vivienda y la mayoría de los desalojos ocurren con personas que habitan viviendas de alquiler. De hecho, los desalojos de viviendas en donde existe control de alquiler se han multiplicado debido a Ellis Act, que permite a los dueños desalojar inquilinos de sus departamentos bajo renta controlada si buscan vender el edificio, mantenerlo vacío por un mínimo de 5 años, o convertirlo en condóminos.
Entre el 2001 y 2017, más de 23,000 viviendas de control de alquiler fueron desalojadas, según el mapa interactivo del Proyecto de Mapeo Antidesalojo de San Francisco y la Coalición de Supervivencia Económica de Los Ángeles.
Es importante buscar ayuda lo más pronto posible para tener más opciones. Para combatir un desalojo es esencial obtener representación legal. La Red de Defensa contra el Desalojo (Eviction Defense Network) es una red que mantiene lista de recursos legales para los inquilinos que enfrentan el desalojo. Debemos de informarnos de los derechos que tenemos como inquilinos y propietarios para saber que es la mejor decisión de seguir.
El Sindicato de Inquilinos de Los Ángeles también tiene recursos que pueden ayudar a los inquilinos a defender sus derechos e influir en el cambio de leyes.
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