Después de pasar más de 20 años de mi vida viviendo con un hombre abusivo y alcohólico, que yo tuve que llamar papá, saber que por fin ya no tenía que vivir con él fue, indudablemente, como si el peso se hubiese levantado de nuestros hombros.
Por KAREN MELINÉ GUZELIAN
EL NUEVO SOL
Usualmente, el viaje en autobús desde Northridge hacia la cuidad de Pasadena es de dos horas, pero esa noche se sintió como si fuera de cuatro horas. Traté de dejar de pensar sobre lo que estaba por pasar y seguí conversando con el muchacho que estaba sentado a mi lado.
No recuerdo su nombre y desafortunadamente tampoco recuerdo su cara, pero estoy segura que no se dio cuenta que la ansiedad me estaba matando.
Esa noche cambió mi vida, porque por primera vez mi madre tuvo el valor de dejar atrás a alguien que la lastimó por 25 años. Hace 25 años, ella conoció a una persona, y yo pienso que ella no se había imaginado cómo su vida iba a ser afectada.
Por 25 años, ella sufrió un tipo de maltrato que ninguna mujer debería recibir por parte de un hombre que llame su esposo.
Mi madre decidió dejar de ser una víctima más de violencia doméstica en 2012.
Ese mismo año, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, hubo más de 800,000 casos de violencia doméstica entre parejas íntimas (esposo/a o novio/a) y casi 300,000 casos de violencia grave entre parejas íntimas a nivel nacional.
Cuando llegué a casa esa noche de noviembre ya era demasiado tarde y mi madre ya había tomado la decisión. Después de tantos años viviendo con un hombre que sufría de problemas psicológicos y que era un alcohólico que no quería la ayuda de nadie, mi madre ya no tenía la fuerza para continuar.
Ella estaba cansada de oír que las cosas iban a cambiar después que llegábamos a casa del hospital de salud mental.
¿Cuántas veces este hombre se iba a tratar de suicidar y no buscar ayuda?
Mi hermano y yo éramos mayores de edad y mi madre estaba cansada de estar con un hombre que no sólo estaba arruinando su propia vida, sino también la vida de las personas más cercanas a él.
Una semana antes del día de acción de gracias, agarramos algunas de nuestras cosas y decidimos que ya no íbamos a vivir con mi padre.
Ya sabíamos que no iba a ser fácil dejarlo y él lo demostró por la forma en la cual nos llamaba por teléfono y nos amenazaba.
Mientras todos pensaban que mi madre iba a regresar con su esposo, como lo hizo varias veces, ella nos sorprendió otra vez, al decidir ir a la corte para presentar una orden de restricción.
Aunque habíamos ido a la casa varias veces para recoger nuestras cosas, poco a poco, el día de nochebuena que fuimos a la corte, yo sentí como si fuera la primera vez que veía a mi padre desde que decidimos dejarlo. Uno por uno, la jueza nos preguntó para cuanto tiempo queríamos la orden de restricción y los tres, sin alguna duda, dijimos: “cinco años”.
Después de pasar más de 20 años de mi vida viviendo con un hombre abusivo y alcohólico, que yo tuve que llamar papá, saber que por fin ya no tenía que vivir con él fue, indudablemente, como si el peso se hubiese levantado de nuestros hombros.
Si usted o alguien que conoce es afectada por la violencia doméstica, por favor solicite estos recursos:
Cortes de California – Cómo obtener órdenes de restricción
(en español)
Alianza Latina Nacional para la Eliminación de la Violencia Doméstica (National Latino Alliance for the Elimination of Domestic Violence) (en inglés)
Servicios Jurídicos Vecinales del Condado de Los Ángeles (Neighborhood Legal Services of Los Angeles County) (en inglés)
Al-Anon – Ayuda para jóvenes cuya vida ha sido afectada por el alcoholismo de otra persona (en inglés)
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