Este primer episodio de la serie Dreamers: Redefinir el Sueño Americano cuenta la historia de una estudiante oaxaqueña que ha sido una activista destacada del movimiento dreamer. Aquí les contaremos la historia.
Por TOMÁS RODRÍGUEZ y KEILA VIZCARRA
RADIO NEPANTLA
Tomás Rodríguez: Bienvenidos a Radio Nepantla, un podcast de El Nuevo Sol, el sitio multimedia del programa de periodismo en español de la Universidad del Estado de California en Northridge. Mi nombre es Tomás Rodríguez.
Keila Vizcarra: Y yo soy Keila Vizcarra. El nombre de nuestro podcast nació de la palabra Nepantla, que viene del idioma náhuatl y significa “estar en medio”. Los indígenas de México usaban esta palabra para hablar de estar entre una cultura dominante y su cultura de origen. El movimiento chicano hizo de este espacio uno de resistencia cultural que trasciende dos culturas y muchas fronteras.
Tomás Rodríguez: Usaremos este concepto de “estar en medio” para hablar de millones de niños y jóvenes que han migrado a Estados Unidos en busca de un nuevo futuro. Muchos de estos jóvenes indocumentados se han graduado o siguen estudiando en las universidades del país y otros han sido deportados.
El programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, conocido como DACA, ha ayudado a casi ochocientos mil de estos jóvenes, dándoles un estado de protección temporal. Sin embargo, por cada joven que recibe DACA, hay tres que NO califican.
Este podcast es parte de una colaboración de El Nuevo Sol, el Centro de Recursos DREAM del Centro Laboral de UCLA y el show de Omar y Argelia.
Keila Vizcarra: Hemos titulado esta serie: Dreamers: Redefinir el Sueño Americano. Este primer episodio cuenta la historia de una estudiante oaxaqueña que ha sido una activista destacada del movimiento dreamer. Tomás y yo les contaremos la historia.
María Elena Salinas para Univisión Noticias: Una joven dreamer, quien salió el país en medio del proceso para acogerse al programa DACA, está a punto de que le nieguen el beneficio. Lo que la pondría al borde de la deportación. Lizbeth Mateo ha vivido la mayor parte de su vida en los Estados Unidos. Su abogado lucha para evitar lo peor para ella y lanza la advertencia a otros jóvenes en circunstancias parecidas para que no cometan el mismo error.
Tomás Rodríguez: Mucha gente ha criticado a Lizbeth Mateo por su “error” de salir de Estados Unidos en 2013, pero ella nunca tuvo dudas. Lizbeth y otros dos dreamers salieron a México para reunirse con seis jóvenes que ya habían sido deportados y que querían regresar a casa. Ella corría el riesgo de no regresar a su casa en Los Ángeles y no poder obtener DACA. Pero Lizbeth hizo esto para que la gente hablara del medio millón de jóvenes deportados o regresados a México durante la presidencia de Barack Obama.
Lizbeth Mateo: Yo sabía que había un riesgo de no poder regresar a Estados Unidos, pero yo nunca los pensé dos veces. Yo nunca me he arrepentido a pesar de todo, nunca me he arrepentido de haber hecho lo que hice… y a pesar del riesgo de poder no regresar, yo creo que algo tenía en claro era que yo iba luchar y no importa cuánto tiempo tuviera que pasar, yo iba regresar a casa.
Tomás Rodríguez: Soy Tomás Rodríguez, con Keila Vizcarra, y estás escuchando Radio Nepantla—La voz que traspasa fronteras.
Tomás Rodríguez: Desde pequeña, Lizbeth Mateo tenía el deseo de ir a la universidad y estudiar. Llegó a Los Ángeles a la edad de 14 años, y el año pasado, se graduó como abogada de la Universidad de Santa Clara. Pero no fue fácil para Lizbeth llegar a donde se encuentra ahora. El esfuerzo que hizo como activista empezó con un sueño desde pequeña por llegar a ser una abogada.
Lizbeth Mateo: Yo siempre quise estudiar. No recuerdo realmente de a qué edad empecé a tener ese sueño de ser abogada y yo le decía a mis papás: yo quiero estudiar, quiero ir a la universidad. Tuve una infancia pues no, no muy difícil, éramos pobres. Vivíamos en una casa muy pequeña. Fui a la escuela donde muchas niñas de mi edad más o menos de 12 años dejaban de estudiar para ayudar a sus padres, pero mis papás me dijeron que siguiera estudiando. Echándole ganas a la escuela. Entonces, cuando yo tenía más o menos como 12 años, yo le platiqué a mi papá que había ganado un concurso en la ciudad de Oaxaca. Había escrito una historia. Y le dije que yo quería ir a la universidad. Recuerdo que él se puso a llorar y yo no entendía en ese momento por qué lloraba.
Keila Vizcarra: Lizbeth nació en Santiago Matatlán, un pueblo de 10 mil habitantes que está cerca de la capital del estado de Oaxaca en México. Su papá trabajó como taxista y su mamá tenía una tienda. Eran pobres, pero sus vidas no fueron tan difíciles hasta el día que Lizbeth le dijo a su papá que quería ir a la universidad.
Lizbeth Mateo: Y después, creo que me di cuenta la razón por la que él lloraba y era porque él sabía que yo tenía el talento de seguir estudiando, y quería seguir estudiando, pero no podía hacerlo porque él no tenía los recursos económicos. No podía pagar la universidad para mí.
Tomás Rodríguez: La familia de Lizbeth tomó una decisión. Dos años después que Lizbeth le dijo a su papá sobre su sueño, su papá declaró que iba a emigrar a Estados Unidos e iba mandar dinero para que Lizbeth fuera a la universidad, sin preocuparse sobre el costo. Pero la separación fue algo que no esperaban.
Lizbeth Mateo: Pero no queríamos separarnos. La familia no quería separarse. Queríamos estar juntos. Entonces, nos propuso que nos viniéramos a Estados Unidos.
Keila Vizcarra: La familia de Lizbeth decidió que no se iban a separar. Lizbeth estaba muy entusiasmada de empezar su vida en un nuevo país. Pero ella no esperaba que su estado migratorio iba hacer su vida un poco más difícil.
Lizbeth Mateo: Yo encantada porque había escuchado que en Estados Unidos simplemente tienes que estudiar y echarle muchas ganas y trabajar muy duro y las puertas se te abren. Entonces, yo tenía esa mentalidad de que yo iba a venir aquí y a trabajar el doble o el triple para poder hacer mis sueños realidad. Pero al llegar a los Estados Unidos creo que me di cuenta que iba a ser un poquito más difícil.
Tomás Rodríguez: Lizbeth llegó a los 14 años a Los Ángeles y se inscribió en la preparatoria de Venice High School en Culver City. Ella había estado toda su vida en las escuelas de Oaxaca, en donde no había mucha tecnología. Eso fue lo primero que notó en Los Ángeles. Esa tecnología la ayudó a aprender inglés y asimilarse a la cultura de Estados Unidos.
Lizbeth Mateo: Creo que la diferencia más marcada fue el uso de la tecnología aquí. En Oaxaca, no teníamos acceso a esa tecnología, las computadoras. Los libros que existían. Las bibliotecas que existen en ese país. ¿No? Donde puedes ir a agarrar un libro prestado y poder leer enciclopedias y poder leer sobre muchas cosas. Teníamos algún conocimiento en México, pero los recursos eran limitados. Teníamos una biblioteca muy pequeña en mi pueblo. No teníamos computadoras. Todo era tener que memorizarte todo. Realmente tener que aprender y hacer menos uso de la tecnología, que muchos estudiantes ahora más que nunca hacen ese uso y tenien acceso a la información.
Kelia Vizcarra: En su último año en la preparatoria, Lizbeth ya estaba acostumbraba a su vida en Estados Unidos. Ella ya dominaba el idioma y estaba lista para entrar a la universidad. Pero todavía había muchos obstáculos para alcanzar su sueño.
Lizbeth Mateo: Yo creí lo que la gente me decía, lo que mis maestros me decían de que si trabajaba muy duro, que iba llegar muy lejos, que no iban a haber obstáculos que me pudieran parar. Entonces, yo era un poco inocente también. Sabía que era indocumentada, pero creo que no entendía yo en ese momento lo difícil que iba ser no tener documentos.
Tomás Rodríguez: Lizbeth era una excelente estudiante y quería ser la mejor candidata para entrar a la universidad. Tomaba clases antes y después de la escuela. Tomaba clases de nivel universitario los sábados y hasta atendía clases en el colegio comunitario. Era la candidata perfecta, pero le faltaba algo muy importante…
Keila Vizcarra: Lizbeth le preguntó a sus maestros y consejeras qué podría hacer para ingresar a la universidad. Pero todos le dijeron que no podría ingresar porque no nació en Estados Unidos. Una consejera le dijo que su única opción era alistarse en el ejército.
Lizbeth Mateo: Entonces, me propuso que pensara en unirme a las fuerza armadas, porque sabía que había estudiantes como yo, indocumentados, que se habían unido a las Fuerzas Armadas y habían podido estudiar. Entonces, empecé a buscar esa forma de quizá entrar al army o al navy, lo que sea. Tomé una examen en mi high school. Tuve un muy buen grado. Entonces, me empezaron a llover ofertas. Y pensé realmente en unirme al navy, que era el único branch de la armada que me aceptaría, aun no teniendo documentos legales, porque tenía un tío que era ciudadano. Todos las demás servicios militares me dijeron que no por mi estatus migratorio. Terminé no aceptando la oferta porque no era lo que yo quería hacer.
Tomás Rodríguez: Lizbeth no se dio por vencida. Ya graduada de la preparatoria, decidió solicitar ingreso a un colegio comunitario. Con su diploma en mano, no sabía si la aceptarían allí.
Lizbeth Mateo: Si voy a un colegio comunitario, tal vez alguien me podría ayudar. Les voy explicar mi situación. Creo que también fue mi inocencia, no entender bien lo que me esperaba y fui a la Santa Mónica College con lo único que yo tenía, que era mi high school diploma. Y llegué, pedí una aplicación, la rellené, dejé el lugar en donde quería poner mi número social en blanco. Cuando la persona que me estaba ayudando me pidió mi seguro social, yo le dije que no tenía. Creo que ella entendió en ese momento lo que yo estaba diciendo.
Keila Vizcarra: Lizbeth todavía no lo sabía… pero unos meses antes de que ella se graduara de Venice High School en el 2001, se implementó el proyecto de ley conocido como AB 540. Esta propuesta fue sometida a la Asamblea por el político Marco Antonio Firebaugh, quien también nació en México y estudió en Estados Unidos. La nueva ley AB 540 permite a los estudiantes indocumentados pagar por la universidad como residentes de California.
Lizbeth Mateo: Esa ley fue la que me ayudó, me abrió las puertas para poder ir a la universidad. Santa Mónica College, para mí, fue un punto decisivo de mi vida. Conocí a otras personas, otros estudiantes que también estaban en la misma situación que yo, que eran indocumentados, que habían crecido en este país de niños, y querían ir a la universidad, pero aún o más importante, conocí a activistas. Jóvenes indocumentados que se estaban organizando ya alrededor del dream act, que es una propuesta de ley que legalizaría el estatus migratorio de jóvenes. Crecieron aquí de niños, que quieren ir a la universidad o quieren unirse a las fuerzas armadas.
Tomás Rodríguez: Lizbeth empezó su activismo cuando llegó al Colegio de Santa Mónica. Su mejor amiga le dio una petición para que la firmara. Estaban pidiendo al presidente George W. Bush que apoyara el Dream Act. Con el poder de la pluma y comunicación, Lizbeth aprendió que el cambio sí era posible.
Lizbeth Mateo: En ese momento, me di cuenta que había algo que yo podía hacer para cambiar mi situación. Que no podía nada más esperar por un milagro, o que alguien más hiciera algo. Entonces yo empecé a organizar alrededor del Dream Act en ese momento. Pidiendo peticiones a personas que ni siquiera conocía. Y también creo que yo pensando que no había forma de que los legisladores dijeran que no, que el Congreso dijeran que no a esa propuesta porque no tenía sentido decirle no a miles y miles de muchachos que querían estudiar y querían contribuir a su comunidad de alguna manera.
Keila Vizcarra: Lizbeth se interesó en el programa de estudios chicanos de Cal State Northridge. Ella se involucró en el movimiento chicano desde el primer día que llegó a esa escuela, conocida en inglés como CSUN.
Tomás Rodríguez: Había muchos estudiantes indocumentados en CSUN. Pero nadie lo decía públicamente. Ella conocía a otros jóvenes en la misma situación. Su plan era formar un grupo que representara a estudiantes sin papeles.
Lizbeth Mateo: Yo conocía a Alma de Jesús de Santa Mónica College. Nos hicimos amigas allí. Ella fue la primera que me habló sobre el Dream Act. Fue la muchacha que me dijo que firmara esta petición para decirle al presidente que firmara el Dream Act en ley. Cuando llegamos a CSUN más a menos al mismo tiempo. Nos volvimos a encontrar. Nos dimos cuenta que habían otros estudiantes indocumentados y que no había una organización aquí que realmente se enfocara en los estudiantes indocumentados como la había en Santa Monica College. Después conocimos a otras. Alma conocía ya a otras dos o tres personas, incluyendo a Marta, que también no tenía documentos y entonces yo conocí a otra amiga, a otra muchacha en una de mis clases, que se llama Claudia. Empezamos hablar en formar un grupo de apoyo para estudiantes indocumentados y también para poder hacer como outreach para otros estudiantes indocumentados en CSUN. Nos reunimos en secreto porque algunos de los profesores tenían miedo de que habláramos abiertamente de ser indocumentados porque no sabía qué podría pasar con nosotros. Tenían miedo de que alguien llamara a migración y que nos podríamos meter en problemas. Entonces, el profesor García fue el primero que nos apoyó.
Keila Vizcarra: Lizbeth y las muchachas se acercaron al profesor después de una junta de la organización estudiantil chicana, conocida como Mecha.
Jorge García: Se acercó Lizbeth y me dijo: “Tengo una pregunta. Vamos a formar un grupo oficialmente de estudiantes, de dreamers, de los indocumentados”. ¿De veras? Ya sabes que al salir, es como salir del clóset de los gays, al salir… públicamamente anunciar que no tienes papeles… es que hay bastante riesgo. Hay la posición formal de la institución en cuanto a estudiantes sin papeles y con papeles. Pero hay ciertos individuos dentro de la administración, sobre todo en Baramian Hall, de Student Services, que están en contra de estudiantes que no tienen papeles.
Tomás Rodríguez: El profesor conocía que había un riesgo en anunciar públicamente que eran indocumentadas, pero las chicas ya estaban decididas.
Jorge García: Entonces, eso puede causar problemas. Hay que pensarlo muy bien. Dicen: “No, no, lo hemos pensado”. Estaba con Marta Recio, con D.J. de Jesús, había como cuatro o cinco. Okay. “Necesitamos a alguien de la facultad como sponsor”. Pues está bien. Y tenían los papeles ya listos, y yo firmé como faculty sponsor del grupo. Comenzamos a reunirnos dos veces por… para formular el grupo era dos veces a la semana, los martes y jueves a las siete de la mañana en una sala pequeña acá de chicano studies. Ellas siempre, pues es bien lista e inteligente y atrevida. Entonces, yo les dije: Miren, te puede causar problemas y, “No no no, estamos dispuestas hacerlo. Tenemos que hacerlo para progresar como individuos, como grupo”, y eso es lo que me llamó la atención de ella.
Keila Vizcarra: El grupo tomó el nombre de Dream, o Sueño. Las muchachas decidieron que iban a unirse para declarar que había una comunidad indocumentada en Northridge.
Lizbeth Mateo: Empezamos a hablar abiertamente de ser indocumentados. En ese momento usábamos el código AB 540, porque para nosotros eso significaba. La gente que sabía sobre de AB 540 sabía qué significaba que por lo menos algunos de nosotros éramos indocumentados. Entonces fue así como empezamos, fue como en el 2006, más o menos.
Tomás Rodríguez: Pero ellas no estaban solas. En el programa de periodismo había surgido otro grupo, conocido como “HEARD” o Escuchado, que también apoyaba a los estudiantes indocumentados en Northridge. Lizbeth y el grupo DREAM decidieron que era mejor que se unieran.
Lizbeth Mateo: Empezamos el grupo DREAM y el grupo HEARD empezó al mismo tiempo, pero creo que no sabíamos el uno del otro porque esa era la naturaleza en la que vivíamos en ese entonces. La gente todavía tenía miedo, los estudiantes todavía tenían un poco de miedo de decir abiertamente que eran indocumentados. Entonces, nosotros nos enteramos sobre HEARD por el periódico, pero no había nombres de estudiantes, había una historia sobre esos estudiantes, pero no había cómo contactarnos con ellos, quiénes realmente eran. Entonces, tomó un poco de tiempo encontrarlos, pero cuando no encontramos, empezamos a hablar de unir los grupos para poder tener más alcance… Teníamos el mismo propósito. Entonces no había una razón por la que mantenerlos separados.
Keila Vizcarra: Los grupos se unieron y formaron Dreams to be Heard, o Sueños para Escucharse. Los miembros estudiantiles se juntaron para decidir cuáles iban a ser las metas de Dreams To Be Heard. Desde ese momento, el grupo se propuso apoyar a la comunidad indocumentada de la universidad. Ella les había contado a ciertas personas su situación migratoria, pero nunca lo había hecho públicamente.
Lizbeth Mateo: Creo que la primera vez que realmente dije que era indocumentada y usé mi nombre completo fue en Washington D.C. en el 2007. Alma y yo fuimos representado a los estudiantes indocumentados de CSUN y de California a una conferencia de prensa y a hacer lobbying en D.C. para que pasaran el Dream Act. Fue más o menos en septiembre de 2007. Y me tocó hablar en esa conferencia de prensa con uno de los legisladores, con otro estudiante que iba a U.C. Berkeley y con otras personas que estaban apoyando el Dream Act, y fue la primer vez que dije que era indocumentada. Y de allí, pues ya no paré, hicimos un mock graduation en frente del Oviatt Library, sin permiso, ni nada, y abiertamente dijimos que éramos indocumentados, que no teníamos documentos, pero que existíamos y que estábamos aquí, que necesitamos apoyo de la gente, de otros estudiantes para poder cambiar las leyes.
Tomás Rodríguez: Después de anunciar por primera vez que ella no tenía papeles, Lizbeth y el grupo no pararon allí. Pero sí enfrentaron oposición dentro de la universidad.
Lizbeth Mateo: Cuando hicimos el mock graduation en frente del Oviatt Library, uno de las personas que trabaja en la biblioteca se molestó. Y entonces salió y me quitó el micrófono de la mano. Me jaló y básicamente me dijo que me regresara a mi país y que dejara de molestar. Que no hiciera tanta bulla en frente de la biblioteca. No teníamos permiso para estar allí, pero nos negaron el permiso, y aún así dijimos: “No, tenemos que hacer esto porque es importante”. Y entonces me recuerdo, esa fue la primera vez que alguien me dijo: “regrésate a tu país”. Y alguien que trabajaba en la universidad y trabajaba para la biblioteca.
Keila Vizcarra: Hoy en 2017, Dreams To Be Heard cumple 10 años. El grupo es parte de las voces de miles de jóvenes sin papeles en California. Hoy en día, hay más de mil estudiantes indocumentados en CSUN. Lizbeth no tiene un proyecto favorito del grupo, pero está feliz de que pudo fundar Dreams To Be Heard.
Lizbeth Mateo: Yo creo el simple hecho de haber empezado esa organización y que estuviéramos firmes en no tener miedo, porque sí hubo gente que nos apoyaba, pero que nos decía que no fuéramos tan abiertos con nuestros estatus migratorio, que no hiciéramos mucho ruido, porque tenían miedo que antiinmigrantes iban a venir y quitarnos AB 540 o quitar beneficios que existían para estudiantes indocumentados en ese momento. Pero nosotros dijimos: “No. Si van a venir, que vengan y vamos a defender lo que tenemos, pero vamos a luchar por más”. Yo creo que eso para mí es lo que más, es lo que más orgullo me da. A pesar de que no había mucho apoyo para los estudiantes indocumentados, que no todavía no decíamos que éramos undocumented and unafraid. Que pudimos tomar nuestras propias decisiones y estar firmes en que íbamos a seguir con esta organización que iba ser una organización bastante abierta, que no íbamos a tener miedo, que no íbamos a dejar que nos intimidara nadie. Yo creo que muchos jóvenes han seguido este ejemplo y eso es lo que más orgullo me da.
Tomás Rodríguez: Lizbeth y las cuatro muchachas que formaron DREAM, se graduaron al mismo tiempo de la universidad. Su futuro estaba en duda. Pero aun en su último día juntas, todavía enfrentaron oposición.
Lizbeth Mateo: Las cuatro muchachas que empezamos DREAM, nos graduamos el mismo día y hubo una protesta de un grupo antiinmigrante en frente de la calle Nordhoff. Porque estaban en contra que los estudiantes indocumentados se graduarán de CSUN. No se escuchaba nada, pero sí estuvieron allí. Eso fue interesante que cuando nosotros nos estuvimos graduando y con nuestras familias estuvieron aquí presente con nosotros mientras había una grupo allá afuera protestando que estuviéramos aquí.
Keila Vizcarra: Sin papeles, sin miedo. Lizbeth no pudo trabajar porque todavía seguía sin papeles. Pero no se dio por vencida. Decidió luchar más y trabajar más como activista.
Lizbeth Mateo: Creo que no entendí en ese momento que estaba deprimida, porque iba a tener un título universitario que no… Para mí sí, pero para mucha gente no valía nada. Porque no podía usarlo. Tenía ofertas de trabajo, y no podía tomarlas porque no tenía documentos. Entonces, sí fue muy frustrante y yo sabía que eso venía. Entonces, lo que yo hice fue empezar trabajar más, empezar a organizar más. Eso fue mi manera de no darme por vencida. Yo sentí que la única opción que yo tenía era luchar para que cambiara algo, seguir organizando. Ya me iba a graduar. Entonces, empecé a organizar con otros jóvenes en Los Ángeles. Siendo más y más abierta sobre mi estatus, conociendo más jóvenes no solamente en California, sino en todo el país. 28:49 Esa fue la única opción que nos quedó para poder quedarnos en este país. Al mismo tiempo, en ese entonces el senador Obama estaba haciendo campaña para ser presidente y nos prometió todo. Nos prometió la reforma migratoria, el dream act en los primeros 100 días de su presidencia. Y yo creí en esas promesas. Entonces, me uní a su campaña. Me fui a Henderson, Nevada, para hacer campaña para él. Y al mismo tiempo, empecé a organizarme con otros jóvenes que ya se habían graduado también. Y empezamos hablar de ser una organización más independiente, que realmente fue liderada por estudiantes indocumentados, por jóvenes indocumentados. Y esa fue la única opción que yo tuve. Seguía trabajando en un restaurante en el que había trabajado por años durante el tiempo que estuve en la universidad. Empecé a organizar, mi vida se redujo a trabajar y a organizar.
Tomás Rodríguez: Lizbeth se propuso llevar su activismo a otro nivel. Ya no era la niña inocente que esperaba una respuesta a sus problemas.
KOLD News: Protesters stirring things up in downtown Tuscon, this is a live picture just outside Senator MacCAins office. Inside, five protestors, all reportedly illegal immigrants, are refusing to leave, demanding that the Senator support the Dream Act, what they call a first step towards immigration reform.
Lizbeth Mateo: En el momento que yo fui a la oficina del senador John McCain, era para dos razones. Una era para poner presión al senador para que nos apoyara con el Dream Act. En el 2007, él quería votar por el Dream Act, pero simplemente se fue antes de la votación porque él sabía que iba a hacer campaña para presidente. Entonces, él cambió su mensaje pro inmigrante que había tenido por uno antiinmigrante en el 2008. Entonces, queríamos que nos diera cuenta por qué había sido alguien que nos había apoyado y que en el último momento, simplemente se fue y no nos quiso apoyar más. La segunda razón era porque había muchas organizaciones pro-inmigrantes nacionales que le llamamos mainstream immigrant rights organizations que nos decían que tuviéramos paciencia, que esperáramos, que nos estaban diciendo qué decir, qué hacer y cómo pensar. Querían tener ellos el control de cómo marchaban las cosas en la campaña para la reforma migratoria. Nosotros sabíamos que nos iban a dar la reforma migratoria ya y se estaba corriendo el tiempo, se nos estaba acabando. Entonces, hicimos esa protesta para también decirles a ellos que ya no éramos niños, que éramos personas que podíamos pensar por nosotros mismos, que podíamos tener nuestras propias tácticas, nuestras propias ideas y que podíamos liderar nuestra propio movimiento.
Keila Vizcarra: Lizbeth tuvo que mantener en secreto lo que iba hacer. La podían deportar por esa falta civil, pero ella supo que era necesario para pasar el Dream Act.
Lizbeth Mateo: Fue difícil no poder decir a nuestros padres de lo que íbamos hacer. Yo no lo dije a mis papás hasta dos días antes de hacer esa desobediencia civil. Yo estaba en Arizona. Ellos sabían que estaban allí, pero pensaban que solamente había ido a organizar, a apoyar y que iba a regresar en un mes. Eso fue lo que les dije. Y ya cuando les llamé, pues estaba muy preocupados. Enojados también porque les mentí, pero sí fue un poco difícil, pero creo que al final la gente y el público salió a apoyarnos.
Fue un momento muy importante en nuestras vidas y también en el movimiento pro-inmigrante en general. Porque nunca me había sentido tan liberada y con menos miedo que el momento que estaba yo sentada en las oficinas del senador McCain. Yo sabía que ese era el lugar en donde yo tenía que estar. Yo sabía que a pesar de lo que viniera, que si terminamos en la cárcel y terminamos en proceso de deportación, había un riesgo de ser deportados. A pesar de todo eso, en ese momento, me sentí con más control sobre mi vida que en ningún momento después. En ese entonces, doce años en que había vivido en este país, para mi fue muy muy especial poder compartir eso con otros estudiantes indocumentados, con la comunidad en Arizona que había sido atacada por grupos antiinmigrantes y personas antiinmigrantes y con otros jóvenes que salieron a apoyarnos. Y nunca nunca voy a olvidar el apoyo de la gente y la paz que yo sentí”.
Tomás Rodríguez: La paz que Lizbeth sintió la llevó de nuevo a otro nivel. Esta vez, Lizbeth y dos dreamers salieron a México para reunirse con seis jóvenes que ya habían sido deportados. Todos ellos querían regresar a casa. Ella estaba segura de que la gente de la comunidad iban a apoyarlos, porque lo que habían hecho en el pasado.
Keila Vizcarra: La campaña se llamaba Bring Them Home y los jóvenes se llamaron los Dream 9. El plan era que ellos fueran a la frontera en Nogales, Sonora. Para entregarse a las autoridades migratorias y pedir asilo. Así podrían regresar a casa.
Lizbeth Mateo: Yo creo que empezó como una broma. Muchas de nuestras ideas que teníamos, que hablábamos de hacer sit ins, de infiltrar centros de detención, empezaron así como una charla cualquiera, como una broma. Se hizo realidad porque después de que el presidente Obama anunció DACA, hubieron muchos jóvenes que nos empezaron a mandar correos electrónicos, mensajes en Facebook, en Twitter de que estaban en México, en otros países, y querían regresar. porque habían sido deportados, o porque se habían visto forzados a dejar el país, pero ahora que estaba este anuncio de DACA, querían regresar. Entonces, teníamos, se nos hacía muy difícil tener que decirles: “No podemos hacer nada por ustedes porque una, no calificarían por DACA, estaban fuera del país, y otra, no hay forma de traerlos, no sabíamos cómo traerlos, no sabemos cómo parar las deportaciones dentro del país”.
Tomás Rodríguez: Lizbeth dice que la idea era totalmente nueva. Ellos no sabían cómo lo iban hacer, pero estaban dispuestos a hacerlo. Querían traer de regreso a jóvenes que habían sido deportados y esperaban una reforma migratoria.
Keila Vizcarrán: Pero a la misma vez, Lizbeth se había inscrito en la escuela de leyes en Santa Clara. Si todo iba como planearon, ella iba a continuar el sueño de convertirse en una abogada.
Lizbeth Mateo (video): Hi everyone.. this is Lizbeth. I’m making this video from Mexico, I know it’s going to sound a little crazy, but to be honest I still can’t believe I am here.
Tomás Rodríguez: Por primera vez en 15 años, Lizbeth regresó a Oaxaca. Ella recuerda sus emociones con detalle.
Lizbeth Mateo: Fue muy difícil porque no encontré lo mismo que yo había dejado. Obviamente, he crecido pero para mí, yo todavía pienso en ese lugar como lo había dejado a los 14 años. Mi familia que había dejado, pero ya había perdido a mis abuelo, a tíos, a primos, a mi bisabuela. Ya no estaban allí, ya no estarían para que les pudiera darl un abrazo. Entonces, yo estaba muy contenta de poder regresar porque también era una forma de poder llevar algo de mi familia, de mis papás, de regreso a sus familiares en Oaxaca. Pero recuerdo cuando el avión iba descendido al aeropuerto de Oaxaca, no sé, creo que mi subconsciente hizo que pusiera los pies como si estuviera tratando de frenar un carro. Porque empecé a sentir un poquito de miedo. No sabía qué iba encontrar, o más bien qué no iba encontrar. Pero llegué allí, me recibieron mis tíos, mis primos, me quedé en casa de un tío y ellos me recibieron, me dieron tanto cariño y tanto amor.
Keila Vizcarra: Lizbeth regresó a los abrazos y cariños de su familia. Pero aunque se sintió cómoda, algo faltaba.
Lizbeth Mateo: Pero sí fue difícil por dos razones. Una, porque no encontré lo mismo, no encontré a mis familiares que ya había perdido. Tuve que ir al cementerio a ponerle flores y yo lloré. Lloré mares porque estaba llorando no nada más por mí, pero también por mi mamá que había perdido a la mujer que la crió cuando su mamá se murió. Por mi papá, que había perdido a su papá también. Fue un momento muy difícil. Y lo segundo que lo hizo un poco difícil fue que ya que estuve allí una semana y media y tengo una familia muy grande. Entonces, yo quería visitar a todos, o a la mayoría de ellos. Pero yo iba, les daba un abrazo y básicamente me despedían en ese mismo momento porque no iba tener tiempo de poderlos visitar nuevamente y la pregunta siempre era la misma: “¿Cómo te vas a regresar? ¿Ya tienes papeles?” Y yo no podía decirles abiertamente que iba ir a entregarme a las autoridades de inmigración porque iban a preocuparse. Entonces yo les decía: “No, no tengo papeles, pero estoy trabajando en un proyecto”. Allí lo dejaba. Pero no me arrepiento de haber ido. Encontré una familia que me quiere mucho, una cultura que extraño mucho, un país que extraño muchísimo y que me gustaría poder regresar nuevamente.
Tomás Rodríguez: Fue una época emocional para Lizbeth. Ella quería platicar más con su familia y pasar más tiempo con ellos, pero no había regresado a México para visitar a su familia. Regresó para traer a seis jóvenes que habían sido deportados de Estados Unidos.
Lizbeth Mateo: Nos reunimos con seis jóvenes en Nogales, Arizona, y el 22 de julio del 2013 nos presentamos a la frontera con los oficiales de inmigración. Les dijimos que queríamos regresar a casa, que éramos dreamers y que queríamos que se usara la discreción que el gobierno tiene para poder regresarnos a casa.
Keila Vizcarra: Su marcha hacia la frontera estuvo llena de gente y consignas de apoyo de la comunidad en Nogales. La prensa estaba siguiéndolos y capturaron todo. Hasta grabaron el momento en que se entregaron a las autoridades en la frontera.
Estrella TV: Comenzamos con los jóvenes soñadores que hace unas horas desafiaron a las autoridades de migración y aduanas en la frontera de las Nogales de Arizona y Sonora. Desde temprano, las cámaras de Estrella TV estuvieron siguiendo de cerca los acontecimientos. Vamos ahora con Renato Ávalos y los últimos detalles…
Lizbeth Mateo: En la mañana del 22 de julio, nos reunimos en un restaurante pequeño que estaba a una cuadra de la entrada de la garita. Entonces, algo interesante sucedió que nunca voy a olvidar, que la comunidad del lado mexicano en Nogales se unió a nosotros y marchamos juntos en el lado mexicano por las calles de Nogales vestidos con cap and gowns, chanting, con el apoyo de la comunidad. No estábamos planeando eso. Nosotros habíamos planeados que íbamos a salir del restaurante e íbamos a caminar directo a la garita y entonces se tomó más tiempo porque empezamos a marchar con la comunidad y fue muy muy bonito sentir ese apoyo y ese cariño de la gente, y llegar al punto donde íbamos a cruzar. Y básicamente tener a mucha a gente alrededor nuestro en el lado mexicano y luego la gente del lado de Estados Unidos que estaba con cartas y con signs y muchas cosas y siendo mucho ruido. Y empezamos a caminar y a caminar. Nos tomó como unos 15 minutos poder cruzar todo porque el proceso era, no debería ser tan largo, pero creo que nos tomó más tiempo, más de 15 minutos, pero porque había muchos medios de comunicación. Había mucha mucha gente que estaba allí y fue muy intenso. It was powerful.
Tomás Rodríguez: El arrepentimiento nunca cruzó por la mente de Lizbeth. Sabía que iban a estar detenida, pero estaba segura que iba a regresar a casa.
Lizbeth Mateo: Yo sabía que había un riesgo de no poder regresar a Estados Unidos, pero yo nunca los pensé dos veces. Yo nunca me he arrepentido a pesar de todo, nunca me he arrepentido de haber hecho lo que hice… y a pesar del riesgo de no poder regresar, yo creo que algo tenía en claro era que yo iba luchar, y no importa cuánto tiempo tuviera que pasar, yo iba regresar a casa.
Keila Vizcarra: Los Dream 9 fueron detenidos en el centro de detención de Eloy en Arizona, cerca de Phoenix. Las autoridades separaron a las mujeres de los hombres.
Lizbeth Mateo: Para las mujeres eran tres edificios o más. Cada edificio tenía más o menos unas 25-30 celdas y en cada celda habían dos mujeres y estaba a capacidad. Cuando nosotros llegamos, nos dijeron que habían remodelado el lugar donde estábamos porque sabían que iban a haber muchos medios de comunicación, mucha gente que iba estar viendo lo que estaba sucediendo con nosotros. Entonces, las otras celdas, la pintura es estaba cayendo, el agua era negra cuando salía, no servían los toilets. Las camas no eran realmente camas, eran muy incómodas y no había servicios básicos para las mujeres, pero la celda que nos tocó a nosotras, todavía olía a pintura cuando llegamos allí. Habían cambiado todo, habían remodelado todo en dos días. Sacaron a todas las mujeres y las metieron a otro lugar para que nosotros estuviéramos en un espacio y no tuviéramos que contar esas historias horribles y las condiciones horribles que las mujeres pasan en el centro de detención.
Tomás Rodríguez: En su primera noche, Lizbeth tuvo la oportunidad de conocer a otras mujeres en el centro de detención.
Lizbeth Mateo: La primera noche que yo pasé en el centro de detención conocí a una mujer nicaragüense que ya estaba en el lado de EE.UU. cuando la detuvieron porque un ranchero en Arizona llamó a inmigración cuando ella le pidió agua. Ella tenía dos hijas en Nicaragua, dos hijas pequeñas y venía huyendo de su pareja, porque él la maltrataba y a ella casi la violaron en México y pasó mucho sufrimiento. Cuando me contó su historia, yo me fui a dormir esa noche y no podía dormir porque estaba llorando porque me dio tanto sentimiento y tanto coraje que víctimas de tanto crimen y de tantas cosas horribles estuvieran ahora detenidas como si fueran lo peor. Entonces, sí empecé a hablar con muchas mujeres. Conocí sus nombres, su historias y me dio, sentí tanta impotencia porque no podía hacer más por ellas. Si por mí fuera, yo habría abierto estas puertas y me las hubiera llevado a todas a casa. Pero no se podía.
Keila Vizcarra: Lizbeth utilizó las horas de receso… de la biblioteca… y de comer para tratar de conocer las historias de estas mujeres. Ella se dio cuenta de que las mujeres encarceladas tenían la misma meta de los Dream 9… regresar a casa.
Lizbeth Mateo: Conocimos a muchas mujeres que habían estado detenidas por años. Estaban allí luchando para poder regresar a casa. Algunas habían sido detenidas en Estados Unidos y estaban pelando su deportación, pero no podían salir porque no tenían dinero para pagar la fianza o no tenían representación o ni abogado. Entonces, ellas luchaban para poder regresar casa. Conocí a otras mujeres que venían de Nicaragua, de Honduras, del Salvador, de México, que venían huyendo de carteles, de pandillas, de crimen organizado, de muchas cosas y que estaba luchando para poder quedarse en este país pidiendo asilo. Algunas tenían meses, algunas tenían años, tenían hijos que no habían visto, tenían familiares o esposos que tampoco habían visto.
Noticias: Breaking news tonight. Eight immigrant activists detained at a federal facility near the border have been released tonight. Just over two weeks ago, they voluntarily checked themselves into the U.S. port of entry in Nogales and applied for asylum….
Tomás Rodríguez: Después de recibir mucha atención de los medios de comunicación, los Dream 9 fueron liberados. Este fue el momento que el grupo estaba esperando.
Keila Vizcarra: Se cumplió el sueño de regresar a casa. Pero Lizbeth se identificó con las mujeres detenidas y se sintió triste de dejarlas allí.
Lizbeth Mateo: Fue muy difícil, creo que hubieron tres veces que yo lloré cuando estaba destinada. La primera noche cuando llegué, cuando conocí a esta mujer nicaragüense; las segunda cuando recibí una carta de mi papá y la leí dentro del centro de detención; y la tercera cuando salí porque estaba yo muy enojada. Yo recuerdo le grité a los guardias porque tenía tanta frustración y tanto enojo de que yo iba salir, pero estas mujeres no, y en la forma que nos sacaron. Metieron a todas las mujeres, las encerraron en su celdas y nos sacaron para que nadie viera. Nos sacaron por atrás para que nadie viera, para no se dieran cuenta que nos estábamos yendo. Básicamente, como para desaparecernos, como si nunca hubiéramos estado allí.
Tomás Rodríguez: Pero Lizbeth se alegró nuevamente cuando vio las caras de las muchachas que ella ayudó. Ella nunca pensaba en sí misma, pero siempre se alegraba de la felicidad de los otros.
Lizbeth Mateo: Cuando íbamos en la van, cuando vi a las tres muchachas que habían vivido en México por muchos años y que estaban regresando, cuando las vi sonreír y lo feliz que estaban, me di cuenta que la razón por la cual yo había salido, y la razón por la que había hecho esto, era para traerlas de regreso a ellas. Y que esa era básicamente mi misión, ese era mi trabajo, y que había cumplido mi trabajo. Entonces, ya lo entendí un poco más, pero igual fue un poco difícil. Aunque sí supe de estas mujeres más adelante. La muchacha nicaragüense, de la que estaba hablando, ella está en Miami ahora, está peleando su caso. Otra muchacha argentina que está en Texas. Entonces, sí hubieron algunas historias felices, algunas finales felices, pero sí hubo muchas personas, que todavía recuerdo sus nombres y todavía recuerdo sus historias. Espero que donde estén, estén felices y con su familia.
Lizbeth Mateo: Pasamos 17 días en un centro de detención privado que se llama Eloy en Arizona, y durante ese tiempo tratamos a organizar a las demás personas que estaban adentro también. Mucha gente afuera estaba organizando, haciendo llamadas, firmando peticiones, pidiendo a los legisladores, al presidente, que nos dejara regresar a casa. Después de 17 días, nos dejarnos libres y pudimos regresar a nuestras casas. Todos estamos todavía aquí . Tres días después de haber salido, me fui a estudiar leyes en Santa Clara.
Keila Vizcarra: Cuando Lizbeth empezó el semestre en Santa Clara, todavía se acordaba de las mujeres del centro. Ella encontró otra vez la paz por medio del activismo. Esa paz que le decía que el sueño colectivo es más importante que el sueño individual.
Lizbeth Mateo: Obviamente, estaba emocionada de poder empezar la escuela de leyes, algo que para mí había sido mi sueño de toda la vida. Se lo había prometido a mi mamá. También porque sabía que la iba hacer pasar muchos días difíciles y ya la había hecho pasar por muchos días difíciles antes. Entonces, yo quiera ir a la universidad, quería ir a la escuela y estudiar leyes, pero yo seguía pensando en esas mujeres que había conocido. Seguía pensando sus historias, en dónde estaban. Me sentía muy culpable de no haber podido hacer más por ellas. Pero yo sabía que o me quedaba en la escuela y trataba de hacer lo mejor que pudiera hacer o dejaba la escuela y regresaba a organizar. Y seguir con ese ciclo de organizar, y de alguna manera de no pensar tanto en mí como una persona, en las cosas personales que yo quería hacer, sino pensar en mí como si fuera alguien que tenía que hacer algo por los demás.
Tomás Rodríguez: Lizbeth por fin decidió solicitar DACA cuando estaba por terminar la escuela de leyes de la Universidad de Santa Clara. Pero tenía la idea de que no le iban a dar DACA porque salió del país con los Dream 9.
Lizbeth Mateo: Pues al principio, cuando recibí la notificación de que me iban a negar DACA fue difícil porque me acaba de graduar una semana antes. Entonces, mis papás habían venido a Santa Clara y estaban muy felices. Sí fue difícil en ese momento porque me sentía muy mal por mis papás. Porque les había cortado la felicidad muy rápido porque ellos tenían la esperanza de que ya mi vida iba ser un poco más fácil. De que ya iba poder trabajar y tenía ofertas de trabajo que tuve que rechazar al final del día, pero después recibí otra segunda carta diciendo que tenía tentativa de negármela. Fue menos difícil. Creo que en ese momento, me enojé más de lo que me puse triste o de lo que me sentí culpable por lo que le estaba haciendo pasar a mis papás nuevamente. Me enojé porque, a pesar de todo lo que he hecho, a pesar de cuánto he trabajado, no solamente yo, pero mucha gente, el gobierno me quería negar y castigar de esta manera. Decidí que iba a hacer una campaña muy pública para poder empujar para que se me diera DACA, para que no se les castigara a otros jóvenes que quieran ejercer su derecho de poder luchar por su comunidad.
Keila Vizcarra: Lizbeth nunca paró de organizar y de ser activista para la causa de los estudiantes indocumentados. El profesor García lo dice así:
Jorge García: Hay gente que el individualismo a tal grado de que dicen: “Yo voy a tener éxito, que se vayan a la fregada los demás”, pero ella tiene, porque hasta la fecha sigue metida en asuntos de los dreamers, de DACA, etcétera, que se consideraba como un miembro de un grupo, la gente sin papeles. Entonces, no solamente es cuestión de buscar la solución personal, pero como grupo. Resolviendo –porque todos en el grupo tienen el mismo problema—, y si se resuelve el problema para todos, entonces, se resuelve el problema personal. Y eso es algo que me llamó la atención. Para mí, es lo que hace mucha falta en este país, en esta sociedad. El ego, el yo yo yo yo. No, nosotros. Y si todo nosotros nos mejoramos, entonces yo también me mejoro.
Tomás Rodríguez: La lucha todavía continúa para Lizbeth y muchas personas en la misma situación. Ella ha luchado toda su vida para llegar a donde está, pero su sueño es ahora más claro. Lizbeth va seguir luchando para que un día cumpla su sueño de ser una abogada que sirva a la comunidad.
Lizbeth Mateo: Voy a ser una abogada, sea como sea. Voy a trabajar con mi comunidad, sea como sea. No me pienso dar por vencida, quizá las cosas no vayan hacer tan fáciles como hubiera si yo tuviera DACA, pero he llegado hasta donde e llegado sin nunca tener un permiso de trabajo, sin nunca tener una protección en contra de la deportación. He estado en proceso de deportación dos veces, y el gobierno no me ha querido deportar. Entonces, veo todo esto y digo: “Pues si lo he logrado sin tener nada, ahora que ya tengo una educación y voy a tener mi licencia como abogada, ojalá pronto, nada me va parar”.
Tomás Rodríguez: Muchas gracias por escuchar a Radio Nepantla: La Voz que Traspasa Fronteras. Los invitamos a escuchar el resto de la serie “Dreamers: Redefinir el Sueño Americano”, donde contamos las historias de los jóvenes que están luchando para hacer realidad el sueño colectivo de los inmigrantes.
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Si quiere saber más de los dreamers, viste la página web del Centro Laboral de UCLA: labor.ucla.edu
Esta fue una producción de El Nuevo Sol, el proyecto multimedia en español de la Universidad del Estado de California en Northridge. Producción y edición: Tomás Rodríguez. Composición y producción musical de Alex Bendaña.
Soy Tomás Rodríguez
Keila Vizcarra: Y soy Keila Vizcarra. Gracias por escucharnos. Hasta la próxima.
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