La vida después del terremoto de 2001 en El Salvador

Fue muy impactante ver a muchas familias ahogadas en llanto por haber perdido a sus familiares. Lastimosamente, la mayoría de veces los desastres naturales no tienen piedad. Lo único que quedaba en ese momento era tratar de salir adelante.

Derrumbamiento de tierra en Las Colinas Santa Tecla tras el terremoto del 2001. Aproximadamente a 15 minutos de mi casa.

Derrumbamiento de tierra en Las Colinas Santa Tecla tras el terremoto del 2001. Aproximadamente a 15 minutos de mi casa.

Por CARLOS REVELO 
EL NUEVO SOL

Cómo olvidar aquellos primeros dos meses del año 2001 en los que el pueblo Salvadoreño fue víctima de la naturaleza. Inolvidables esos 45 segundos que hicieron vibrar a un país entero. Imposible no recordar la zona residencial Colina en la que fueron soterradas casi un millón de personas.

Con solamente 10 años de edad, ya sabía lo que era sobrevivir dos terremotos en meses consecutivos. Comenzaba a asimilar muchas cosas, simplemente era un niño con el sueño de jugar al fútbol, aún no sabía de riesgos, todo era una aventura.

Hubieron destrucciones materiales, desprendimientos de tierra y piedras sepultadas. Todo eso con el tiempo se recupera, sin embargo las vidas que se llevó la catástrofe se habían ido para siempre.

El pulgarcito de América sufrió derrumbes en casi todos sus departamentos, se desmanteló en menos de 1 minuto, y todo lo que se había construido con esfuerzo quedó destruido.

Postales

Diseño: Diego Lorey

Imborrables aquellas imágenes de la gente ahogada en pánico, lo que había sucedido no era un sueño, si no que una pesadilla. Simplemente era increíble ver esa incertidumbre reflejada en los rostros de las personas. El momento alimentaba una tensión pocas veces vivida en el país, todo fue tan rápido como un abrir y cerrar de ojos. No obstante el esfuerzo de los ciudadanos, el próximo mes cuando el país comenzaba a volver a la normalidad, la naturaleza volvió a retomar el control de la realidad.

Después de un mes surreal, El Salvador todavía seguía tratando de desechar las secuelas del terremoto pasado. Las alarmas que se desactivaron volvieron a sonar, las casas que se comenzaban a levantar cayeron nuevamente, las grietas que estaban en proceso de recuperación no tuvieron el tiempo suficiente para cicatrizar.

La destrucción se volvió a apoderar de El Salvador y lo único que alimentaba la esperanza del país era estar unidos. Fueron dos meses críticos en muchos aspectos, desde la cantidad de muertes hasta el simple hecho de sobrevivir.

En resumen, a pesar de que la naturaleza le dio golpes de autoridad consecutivos al país, si una cosa se puede destacar tras la tragedia es el coraje con el que la población afrontó las circunstancias. No hay duda que el tiempo enseña lecciones de vida, también que una tragedia puede suceder en un segundo, sin embargo ser parte de esa experiencia me ayudó no solo a valorar lo que tengo, pero además a darme cuenta de la realidad en la que vivimos.


Tags:  Carlos Revelo CSUN El Nuevo Sol El Salvador Terremoto

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