Rosemary recomienda a todo el mundo que no tengan miedo y que participen en el programa de 100 Ciudadanos. “Además, no te va a costar nada porque es gratis”, dice. Aquí en el parque ha hecho nuevas amistades y se siente bien orgullosa de ser parte del Centro Recreativo de San Fernando.
Por JANELLE MARIE RODRÍGUEZ
EL NUEVO SOL
“Ese es el grupo de las olimpiadas, y esta instructora podría pasar el examen del ejército, es tan fuerte”, me explica Rosemary, una mujer de 83 años de edad. “Si te quedas conmigo, te presento con todo el mundo”.
Por un momento, siento como si yo estuviera en la escena de la película “Mean Girls”, donde explican quién era parte de cada grupo y por qué.
Quince minutos antes de empezar la clase de ejercicio, Rosemary lleva una botella de agua en la mano y saluda a cada persona en el parque. Sin mostrar timidez, me presenta a todos los participantes y supervisores. Cuando le pregunto por su apellido, Rosemary, con su pelito corto y sus gafas puestas, me mira, mientras se cambia de sus zapatos viejos a unos nuevos que compró solamente para hacer ejercicio, y me dice que con sólo su nombre, Rosemary, era suficiente. Su nietos estudian en la Universidad del Estado de California en Northridge (CSUN) y no quiere que ellos sepan que ella decidió participar en una entrevista. Por ahora, su apellido quedará como un misterio.
“Pues te dejo, vamos a marchar para calentar nuestros motores”, dice, mientras se dirige a hacer sus ejercicios de calentamiento con el resto del grupo de personas en el gimnasio del parque de recreaciones de San Fernando.
Después de hablar con ella brevemente, entiendo lo que todo mundo me cuenta de ella.
“Ella trae esa energía a la clase”, dice Leslie Moreno, 22, estudiante de kinesiología de CSUN, quien fue la instructora de Rosemary en 2013.
Rosemary tiene una energía positiva que hace a todos sentir. A pesar que muchos participantes llegan listos para empezar, se nota que todavía es muy temprano y su rostro serio refleja que una parte de ellos quisiera quedarse en cama. Pero cuando Rosemary entra al gimnasio, todos saben que ella ha llegado. Además de su voz fuerte, uno percibe una energía radiante: a las ocho de la mañana, Rosemary carga una sonrisa de oreja a oreja.
A Rosemary le gusta motivar a los otros participantes. Les pregunta si van a venir al siguiente día, o les pregunta qué fue lo que comieron saludable ayer. Siempre está lista para la reunión comunitaria de los lunes, miércoles y viernes, tempranito a las ocho de la mañana.
El programa de 100 Ciudadanos en el centro de recreación del parque de la ciudad de San Fernando ayuda a las personas a prevenir la diabetes. Un grupo de estudiantes de kinesiología de CSUN entrena a los residentes con diferentes ejercicios y otro grupo de estudiantes del programa de nutrición ofrece información acerca de cómo comer de manera más saludable.
La diabetes es un problema muy importante entre la población de la tercera edad. En Estados Unidos, uno de cada cuatro adultos de 65 años o más (10.9 millones) tiene diabetes, según la Asociación Americana de la Diabetes.
Rosemary ha participado en el programa desde 2011 y me cuenta sobre su experiencia siendo una participante. Ella tiene la distinción de ser la participante de mayor edad del programa.
Originaria de Minnesota, su familia se mudó a Riverside, California, cuando ella tenía 10 años, en los 1940. En 1955, mientras vivía en Riverside, conoció a su esposo en una fiesta, y 59 años después siguen juntos.
“Me siento mal por esta generación”, dice Rosemary. Cuando ella era joven en los años cincuenta, dice que era muy divertido porque siempre iba a bailar, a bañarse a la playa, a bailar en fiestas en las cocheras de las casas de sus amigas.
Como Rosemary es de ascendencia italiana, su madre siempre cocinaba cenas de espaguetis para ella y sus amigas, lo cual no es común hoy en día por la tendencia a salir y comer u ordenar una pizza. Rosemary también me explica que las cosas son diferentes porque no se puede ir al cine porque es muy caro.
Durante dos años de su vida, se mudó a Nueva York porque le ofrecieron trabajo a su esposo allí. Eso fue en 1963, el mismo año que se murió el presidente Kennedy. En ese momento, ella estaba en su casa con uno de sus hijos y se recuerda haber visto en los noticias cuando pasó.
Con 1.24 metros (4 pies) de estatura y 65 kilos (143 libras) de peso, Rosemary tiene cuatro hijos (dos hembras y dos varones) y cinco nietos. Me contó que ella sí tuvo suerte. Uno de sus pasatiempos era ir al cine y ver sus programas favoritos en la televisión. Sus programas favoritos incluyen Dr.Oz, Oprah y documentales en History Channel.
Recién jubilada, Rosemary trabajó para el Distrito Escolar de Los Ángeles por veinticinco años como secretaria en una escuela secundaria que trabajaba con estudiantes discapacitado. Ayudaba con los reuniones de la Asociación de Padres y Maestros (PTA) y también era parte de las Ligas Menores, o Little Leagues.
Hace tres años, su doctor le recomendó que hiciera más ejercicio. Tuvo que hacer un cambio general. Rosemary ha combatido cáncer de la mama dos veces y cáncer de hueso una vez. Sufre de presión alta y al igual que su esposo, tiene diabetes.
“Muchas cosas vienen con la edad”, dice Rosemary, quien también sufre artritis y problemas en su rodilla.
Rosemary se considera una veterana del programa. Ha vivido en Granda Hills por 49 años y ha manejado a San Fernando todos los lunes, miércoles, y viernes por tres años. Antes de conocer al profesor Steven Loy, profesor de kinesiología de la Universidad del Estado de California en Northridge (CSUN), creador de el programa 100 Ciudadanos, Rosemary llegó a San Fernando para tomar una clase de “baile en línea”, que es un tipo de baile del campo donde bailarinas se ponen en una fila sin parejas y siguen una coreografía que va con la música. Toda su vida ha querido aprender cómo bailarlo. Sin embargo, al ver un folleto que anunciaba el programa de 100 ciudadanos ella optó por otro programa.
Loy la introdujo al programa para individuos de la tercera edad que ella empezó en septiembre del 2011, antes de que ella entrara al programa original de prevención de diabetes. Previo a su llegada al Centro de Recreaciones de la ciudad de San Fernando, su doctor originalmente le había recomendado participar en un programa que se juntaban dos veces a la semana. Facey Medical Group ofrecía algo similar como el programa de 100 Ciudadanos, pero ella dice que allí no le atendieron como la han atendido en San Fernando.
“Ella definitivamente no tiene miedo de decirte lo que le gusta y lo que no le gusta, ya que le gusta hablar todo el tiempo”, dice Loy.
Aquí, en el Valle de San Fernando, los estudiantes no te dejan pasar una, dice Rosemary. Cuando llegan, toman asistencia y hacen que las personas calienten los músculos. Luego, los hacen estirarse para mejorar sus flexibilidad, mediante “saltos en tijeras” (Jumping Jacks) y levantando las rodillas.
Cuando a la persona le cuesta trabajo hacer un movimiento, siempre le dan una manera de modificarlo. Por ejemplo, hay muchos ejercicios que se hacen acostada en el piso. En vez de realizar ese movimiento, lo modifican con una silla y el nivel de dificultad es el mismo. Los estudiantes se la pasan observando y reforzando la voluntad de que sí lo pueden hacer. Además, pesan a las personas dos veces a la semana y mantienen un registro de lo que están comiendo durante la semana para entregar a sus instructores.
“La comida es mi debilidad”, dice Rosemary.
Rosemary dice que cuando le dicen la palabra dieta, ella hace lo opuesto. Le encanta ir a comer con sus amigas. Esta semana ya ha almorzado dos veces con sus amigas y los domingos, después de misa, siempre van a comer juntas.
“Pero qué vas hacer”, dice Rosemary. “hay que disfrutar la vida”. Rosemary tiene más vida social que yo.
Ella sabe que en algunas semanas Loy no estará muy feliz con los resultados, pero siempre trata de mejorar la semana siguiente.
“Ella siempre se ve tan feliz y siempre está tratando de mejorar”, cuenta Danielle Lu, 23, estudiante de kinesiología de CSUN y actual instructora de Rosemary.
Lu dice que Rosemary ha mejorado con su ejercicios cardiovasculares y su técnica ha mejorado. Recientemente, Rosemary ha completado una caminata de 5 kilómetros. Dice que definitivamente fue algo que solamente iba pasar una vez en su vida, pero está feliz que lo hizo. Un reto nuevo que le dio su doctor es hacer 10,000 pasos al día. Ahora, se pone un podómetro todos los días y me cuenta que “casi casi” ha llegado.
Mantener saludable lo que se come no es dieta, si no un estilo de vida, dice Rosemary. A ella le gusta hacer mandados en sitios como Whole Foods y Trader Joe’s por las opciones orgánicas. Arroz, pollo, y una pera es un ejemplo de un almuerzo saludable que le gusta cocinar a Rosemary. Si decide comer algo dulce, le gusta comer un poco de cereal Cinnamon Toast Crunch, pero confiesa que tiene que encontrar un cereal con menos azúcar.
Rosemary recomienda a todo el mundo que no tengan miedo y que participen en el programa de 100 Ciudadanos.
“Además, no te va a costar nada porque es gratis”, dice. Aquí en el parque ha hecho nuevas amistades y se siente bien orgullosa de ser parte del Centro Recreativo de San Fernando. Rosemary ha tratado de involucrar a algunas de sus amigas, pero ponen excusas diciendo que están ocupadas.
Terminando su ejercicio le pregunto de su futuro con respecto a su salud, y Rosemary que siempre tiene una respuesta, me dice que continuará viniendo al parque los lunes, miércoles y viernes a las ocho de la mañana para hacer su ejercicio. Ella parece estar bien concentrada en mantenerse saludable y siempre quiere involucrar a todos que participan.
“El secreto es que hay que mantenerse moviendo, lo deberías tratar”, me dice.
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