La lucha por la justicia alimentaria en la ciudad de Bell Gardens
Por CYNTHIA RENDÓN
EL NUEVO SOL
María Ester Mejía ayuda en la despensa y Araceli Saravia asiste periódicamente. En 2002, cuando la despensa de alimentos —llamada El Proyecto Nehemias— se inició en la primera Iglesia del Pacto Evangélico, la sede del programa, alrededor de 30 familias venían cada dos semanas para recibir alimentos. No era comida “gourmet” (calabazas, chiles, tomates, y más verduras, arroz, leche, frijoles secos), pero la gente apreciaba la donación y la iglesia podría administrar la distribución con un puñado de voluntarios.
Casi diez años después, el número de personas que vienen se ha multiplicado a unas sesenta familias que vienen cada quince días. Al principio del Proyecto, debido al aumento gradual de solicitantes que fue relacionado con la recesión, la despensa de alimentos pudo sobrevivir con la comida que fue donada por los feligreses y una donación de $100 dólares de organizaciones como WorldVision o Children’s Network International.
Los tiempos están cambiando
En 2008, con una demanda cada vez mayor, la cantidad de alimentos que los gobiernos federal y estatal daban disminuyó en dos terceras partes debido a la reducción de los presupuestos gubernamentales. El Proyecto Nehemias pudo seguir proporcionando la misma cantidad de alimentos debido a las donaciones de los miembros de la iglesia y los bancos locales. En 2011, sin embargo, el panorama es bastante diferente: la recesión ha duplicado el número de solicitantes de ayuda. La situación económica ha también afectado a la iglesia, donde el comité de misiones, el que se encarga de El Proyecto Nehemias, se tiene que sostener con $3,000 dólares anuales.
La inseguridad alimentaria es sólo una parte de la pobreza. La nutrición inadecuada está asociada con demasiada frecuencia a las viviendas inadecuadas, la falta de atención de la salud y el bajo nivel de educación. Aníbal Vásquez, el actual pastor de la Iglesia del Pacto, encuentra que muchos de los beneficiarios de la despensa de alimentos, tienen problemas personales y familiares, tales como transtornos mentales, abuso de sustancias y conflictos domésticos. Algunos temen el desalojo. “Si tu vas a sus casas, viven en condiciones de las más bajas. Las familias hasta se separan por no tener suficiente espacio donde vivir”, dice. Algunos son analfabetos o analfabetos funcionales, comenta Váquez.
El panorama nacional refleja este caso
El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (EE.UU) define la inseguridad alimentaria de los hogares como la ausencia de suficientes alimentos para una vida sana y activa para todos los miembros del hogar y los alimentos existentes que no cumplan los requisitos nutricionales. La proporción de inseguridad alimentaria de la población de los EE UU aumentó de 11.1% a 14.7% entre 2007 y 2009. Los números suben en el condado de Los Ángeles, con 36.3% de adultos que no tienen seguridad alimentaria en su hogar. Estas proporciones se registraron como la mayor escala de la inseguridad alimentaria desde que la Administración de Drogas y Alimentos en EE UU comenzó su encuesta anual en 1995. Y mientras que la pobreza y el hambre aquí no está al nivel con la gravedad del hambre que ocurre en lugares como Etiopía, el tipo de hambre que es típico para una familia en los EE UU que no tiene seguridad alimentaria puede ser descrito como “alguien que puede recibir cupones de gobierno para alimentos (Supplemental Nutrition Assistance Program) o un cheque de salario, pero todavía tiene que escatimar en comida, y se acaba la comida alrededor del 20 ó el 25 del mes”, explica Evelmyn Ivens, un coordinador del Pan para el Mundo, una organización cristiana sin fines de lucro centrada en la erradicación del hambre en todo el mundo.
En noviembre de 2009, justo antes de el día Acción de Gracias, la Casa Blanca reconoció que “el hambre aumentó significativamente el año pasado”. 49 millones de estadounidenses no tienen acceso a una alimentación adecuada. Las despensas de alimentos, tales como El Proyecto Nehemias, tienen una gran demanda durante la recesión actual. La gente empieza hacer línea tres horas antes de la distribución de la comida esperando tener la oportunidad de recoger dos bolsas de comida antes que se acabe.
Filantropía: El papel de una organización sin ánimo de lucro
Existen cerca de 3 mil proveedores que sirven a las personas sin hogar en los Estados Unidos, el 53% de ellos afiliados a alguna organización religiosa. Muchas religiones tienen un código moral, incluyendo la asistencia a los necesitados, o “el deber de dar. . . . Dar a la caridad no es ni caritativa ni generosa, sino que es más que nuestro deber y no dar sería un error”. Tomas Ivens, fundador del Proyecto Nehemias dice que vio la situación alrededor de la Iglesia y escogió empezar a tratar de cambiar las vidas de esos necesitados.
Grupos seculares aportan la otra mitad de los alimentos necesarios y otras partes de la red de seguridad. En Los Angeles, por ejemplo, una organización secular, PolicyLink ofrece programas dirigidos a las personas sin hogar. Judith Bell, la presidenta de la organización, sostiene que las organizaciones religiosas esperan ayudar a los hambrientos, “tienen una voz poderosa hacia la justicia social y una voz poderosa hacia el cambio.”
Una disparidad
En un artículo escrito por Adam Drewnowski, un epidemiológico de la Universidad de Washington, mostró cómo los precios de los alimentos específicos cambiaron entre 2004 y 2008, basándose en los datos de los supermercados del área de Seattle. El investigador encontró que los precios de los alimentos en general aumentaron un 25%, los alimentos más nutritivos (pimientos rojos,ostras crudas, espinaca, hojas de mostaza, lechuga romana) aumentaron un 29%, mientras que los alimentos menos nutritivos (azúcar blanco, caramelos duros, caramelos de goma, y cola) aumentaron sólo 16%.
Teniendo más hambre y poniéndose más gordo al mismo tiempo
Corpulencia, gordura, o ser “gordito,” “chonchito” o “llenito”, lo que en un tiempo significaba la prosperidad de unos pocos, ahora se ha convertido en un marcador de la pobreza. La obesidad ha aumentado a medida que la brecha de ingresos ha aumentado: más de un tercio de los adultos de EE.UU. y más específicamente, el 31% de adultos en California con bajos ingresos son obesos. Los Latinos tienen una mayor incidencia de la obesidad, con la población Latina en EE UU siendo 1.2 veces más probables de ser obesos. Juana Mora, profesora de la Universidad del Estado de California en Northridge (CSUN), afirma que la dieta de la gente de Latinoamérica cambia a una dieta menos saludable conforme pasa más tiempo que en los Estados Unidos. Ese tiempo también resulta en un alejamiento con las “raíces de la cultura de uno, que incluye la comida,” y por esa razón los nacidos aquí de padres inmigrantes a veces no tienen la oportunidad de comer “como antes”, afirma Mora, experta en salud en la comunidad latina.
Con esta expansión de cinturas vienen las enfermedades coronarias, la hipertensión, la diabetes. . . . Mientras que la obesidad es un problema complejo —la genética, el medio ambiente y nivel de actividad juegan un papel relevante— los estudios han encontrado que los datos de la obesidad son más altos en los países desarrollados con las mayores disparidades de ingresos. Y, sí, Estados Unidos es el país más obeso del mundo entre la población adulta.
“La gente emigra a los Estados Unidos y a menudo no pueden pagar mucho para donde vivir, entonces viven sin recursos suficientes para conseguir comida buena. Entonces con más tiempo de vivir aquí, resultan en tener que comprar comida rápida y otra comida que es barata, sí, pero mala. El resultado de todo esto es que hay más latinos con mala salud.” — Juana Mora, Ph.D, experta en asuntos de salud de los latinos
La idea es que a veces no es tanto que la gente esté eligiendo voluntariamente un estilo de vida (un concepto erróneo), sino más los factores sociales e institucionales que pueden tener un papel muy importante en cualquier resultado. Entonces, ¿qué se puede hacer? Muchos han adoptado por un enfoque de base: empezando con poco e influyendo y sirviendo a una comunidad con necesidades. El Reverendo David Beckmann, presidente de Pan para el Mundo afirma que “tenemos que seguir para ayudar a los que se enfrentan a la pobreza [con] la creación de más bancos de alimentos, y educar a la gente sobre los peligros de la mala alimentación, y luchar por cambios en las políticas — todo esto con el fin de eliminar las desigualdades raciales que siguen existiendo y afectan cuestiones sociales como la pobreza y la inseguridad alimentaria.“ Evelmyn añade que el hambre sí se puede terminar porque EE UU tiene más que suficientes recursos.
El conocimiento es poder
Aracely Saravia Martiñón tiene unos 20 años y vive en el estado mexicano muy conocido por su mole poblano, muy posiblemente el más “típico” plato mexicano, lleno de varios tipos de chiles y chocolate, ingredientes cuyas raíces se derivan de ese mismo estado. Ella recuerda con nostalgia su época de crecimiento en una granja en Puebla: cada comida consistía en que la madre siempre crecía sus propias hierbas, tomates, calabazas . . . y también críaba pollos para sus huevos, y, finalmente, pollo para comer. En otras palabras, “cocina de mercado” sería el término más adecuado para la filosofía de cocina de la familia Martiñón.
Araceli decide emigrar a los Estados Unidos cinco años después y encontró gente que nunca supo cómo cocinar una calabaza. Ésa, entre otras razones, la animaron a involucrarse con El Proyecto Nehemias. Ahora ayuda a las mujeres que necesitaban no sólo recibir comida, sino también orientación sobre la maravilla que son las verduras. Carmen Peraza, directora del proyecto ve oportunidades de educar la gente que solicita la despensa de alimentos. Por cambiar la manera en que la gente se inscribe para recoger la comida, ella ha abierto las puertas para que ellos tengan más confianza con la iglesia, para que se sientan más confortables y que vean en Nehemias un equipo de apoyo. Uno de los deseos del grupo es que estas familias, al estar más tiempo en la iglesia, puedan recibir educación — Carmen tiene ideas de hacer ferias de salud, clases de cocina (inspirado por Araceli), clases de hacer arreglos de flores — para crear confianza en ellos mismos. Como dijo el Pasor Aníbal, estas clases serían para trabajar hacia la justicia social en una ciudad que lo necesita.
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