Por CINDY VON QUEDNOW
EL NUEVO SOL
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Desde la pequeña edad de seis años, Francisco vivió dificultades de una persona mucho mayor.
Cuando su mamá se fue a trabajar a Estados Unidos, él se quedo atrás en El Salvador. A los tres años, él también se vino a vivir a Los Ángeles con sus padres. Desde los tres hasta los seis años, Francisco sufrió violencia y maltratos de su papá.
“Él siempre maltrataba a mi mamá”, recuerda Francisco. “Siempre llegaba borracho a la casa, insultando a todo el mundo y casi nunca se llevaba bien con ella. Me sentía impotente porque estaba pequeño y no podía hacer nada”.
Desde pequeño Francisco se sentía impotente porque se papá le pegaba a él y a su mamá.
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Se regresó a vivir a El Salvador porque su mamá ya no podía mantenerlo en El Norte.
Mientras vivió separado de su mamá, Francisco tuvo que cuidar a otro niño transnacional, su sobrino que su hermano le había encargado cuando se fue a trabajar a EE.UU. Pero era difícil para Francisco protegerse a sí mismo cuando las maras lo acosaban y amenazaban diariamente.
La violencia continúo cuando Francisco se regresó a El Salvador.
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Con la ayuda de su mamá, Francisco se regresó vivir con ella en Los Ángeles. La reunión fue especial.
“No lo pude creer que estaba de vuelta con ella”, recuerda Francisco, quien ahora tiene 21 años. “Fueron 10 años que estuve sin ella, fue muy bonito”.
Cuando regresó a EE.UU., Francisco se dio cuenta que calificaba para la Ley de Violencia contra la Mujer (VAWA, por sus siglas en inglés), por la violencia que sufrió de niño, y hoy es un residente permanente.
Aunque su mamá también calificó por VAWA, todavía no puede solicitar la residencia permanente porque están investigando si ella tiene orden de deportación.
La mamá de Francisco dejó a su esposo hace años y tiene una pareja que la ayuda a mantenerla a ella y a Francisco.
Su mamá sigue viviendo las consecuencias de la violencia. Cuando ella tenía 14 años, su esposo le fracturó la pierna y el dolor ha empeorado con los años. Hay días que no se puede levantar, menos trabajar. Aunque ella califica para obtener servicios médicos por VAWA, no será lo suficiente para cubrir una operación que seguramente necesitará.
“A veces mi mamá se pone a llorar, más cuando tiene su dolor en la pierna que con nada se le quita”, señala Francisco. “A veces no duerme tranquilla por estar pensando en eso”.
Pero ahora que Francisco tiene su residencia, está trabajando, aprendiendo inglés y espera estudiar leyes o medicina en el futuro. Espera poder ayudar a su mamá como sea.
“Quisiera hacer que se le quitara y que se sintiera bien, pero no puedo”, dice Francisco. “Lo que me queda es decirle que vamos a seguir adelante y que pronto va estar bien de la pierna”.
Después de 18 años, Francisco y su mamá aún se sienten traumados por la violencia doméstica que vivieron.
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