"Esta muy mal porque son sus hijos y ellos tienen que cuidarlos, no abandonarlos"

Luis Angel, 12.

Estos puntos están escritos en el reporte que Luis Ángel hizo para su escuela a los 12 años. A los 23 años planea viajar por el mundo después de estudiar varios idiomas, pero por el momento es uno de los niños en la Casa Hogar Lirio de los Valles.

Cuando su abuela se enfermó, el padre de Luis Ángel fue a Veracruz para cuidarla, y dejó a su esposa y dos hijos en Morelia, Michoacán.

“Entonces fue que empezaron todos los problemas”, recuerda Luis Ángel. “Mi mamá no nos pudo cuidar, y se fue también a Veracruz. Me quedé con mis tíos y mi abuelita”.

Casi inmediatamente sus tíos emigraron a los Estados Unidos para trabajar en una fábrica de teléfonos. Su abuela tuvo que cuidar a Luis Ángel, su hermano, Jesús Alfredo, y sus primos. Esto resultó en una carga demasiado grande para su abuela por lo que el gobierno se hizo cargo de ellos.

Luis Ángel se separó de su hermano y fue transferido a un albergue temporal por medio año. Había muchos niños con quien jugar, pero Luis Ángel pasó lo que le parecían horas, días y meses viendo televisión.

“No me gustaba estar ahí, allá nomas nos dejaban estar afuera una hora y teníamos que estar adentro viendo películas…los niños la verdad eran muy pelioneros”, cuenta Luis Ángel. “Yo me quedaba sentado viendo la película sin mucho interés pero sí me aburría”.

De ahí fue transferido a la casa hogar, pero sin su hermano.

Desde que llegó a la casa hogar, su promedio ha mejorado. Le gusta escribir y leer. Sabe frases y adivinanzas en la lengua Náhuatl, y ríe ante la mirada perpleja de la gente cuando los dice. Hasta sabe de Lucy, la especie Australopitecos afarensis, que fue descubierta en Etiopía. Para un niño de 12 años tiene la madurez y sinceridad de una persona mayor.

Pero el primer año le fue difícil; no se juntaba con los demás y extrañaba mucho a su hermanito. Le pidió a Sara Neff, la administradora, que los reunificara.

Un jueves en la noche después de la cena, Jesús Alfredo llegó a la casa hogar, y Luis Ángel corrió a recibirlo.
“A ver, ¿cómo me llamo”, Luis Ángel le preguntó a su hermano. En ese tiempo Jesús Alfredo le decía ‘Gel’ porque no podía decir su nombre completo.

“‘¿Cómo te llamas tú y cómo se llama mi mamá?’ No sabía como se llamaba mi mamá… casi siempre le decía mamá”.

Aunque Luis Ángel tiene familia en el área de Playas Tijuana, a unas cuadras de la casa hogar, no tiene intensiones de huir del orfanatorio, como otros niños han hecho.

“¿Qué voy a ganar?” se pregunta. “Aquí tengo escuela, no tengo que pagar nada, aquí estoy bien. No me escapo también por miedo como ya estoy acostumbrado a no salir afuera”.

Luis Ángel tiene la esperanza de algún día reunirse con sus padres y sabe que no es el único que vive separado de sus progenitores.

“Esta muy mal porque son sus hijos y ellos tienen que cuidarlos, no abandonarlos”, Luis Ángel comenta de los padres que dejan a sus hijos atrás. “O si se van a EE.UU., pues que se los lleven también”.


Tags:  Familias Luis Angel Tijuana transnacionales

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