Artículo de Opinión
Por JOSUÉ GUAJÁN
EL NUEVO SOL
Desde el punto de vista estudiantil y de cualquier persona que sabe de la situación que nuestras universidades publicas están pasando en California y en otros estados de la nación, es importante testificar y opinar acerca de las acciones que fueron llevadas el pasado 4 de marzo en la Universidad Estatal de California, Northrdige. Artículos anteriores a éste definen las razones que motivaron a los estudiantes, profesores, y padres de familia salir a las calles a dejar oír su voz, sus gritos y sus ideales por un sistema de educación justo para todos aquéllos que son parte y para todos aquellos que algún día serán parte de ello.
Es motivante como estudiante llegar a ser parte de algo que pueda cambiar la vida de muchos. Al mismo tiempo es triste saber que nuestro propio gobierno estatal nos oprime con sus aumentos de colegiatura cada semestre, con sus reducciones de clases, reducciones de pagos a profesores, despidos u horas reducidas a profesores, entre otras medidas. Estas y muchas otras razones más son el motivo de esta manifestación.
Después de haber marchado pacíficamente alrededor de las calles principales de la universidad, la marcha culminó en el bulevar de Reseda y la calle Prairie. Ahí también fue donde se presentaron los acosos y la brutalidad de la policía. Para empezar sellaron el paso de la marcha con patrullas, motocicletas y decenas de oficiales. Los estudiantes decidieron sentarse en medio de la calle y seguir su protestas desde allí. Mientras todo parecía estar tranquilo y pacifico, la policía se preparaba con armas de gas lacrimógeno y máscaras para empezar a desalojar a los estudiantes y todos los que participaban en la manifestación, incluyendo a niños y personas de mayor edad. Al anochecer la policía decidió interferir y empezó a empujar y golpear a las personas sin importar nada. Fue en ese momento donde la profesora de estudios nativoamericanos Karren Baird-Olsen, de 73 años de edad, fue agredida por un oficial de la policía al empujarla para sacar a todos de la intersección. Después de ese encuentro brutal, la policía mantuvo una línea donde no dejaban pasar a los estudiantes por ninguna dirección hacia el bulevar Reseda. Este tipo de agresión es el que también anima a los estudiantes a mantener su posición y no dispersarse, ya que la razón por la que se marcha es por la de estar en contra de las decisiones injustas que el gobierno toma acerca de la educación, y la policía siendo parte del sistema forma un buen motivo para seguir protestando.
Aproximadamente 10 minutos después del primer accidente, ocurre lo que muchos no se esperaban. La policía volvió a empujar y a golpear a los estudiantes. Durante esta acción fue cuando le dieron un empujón a la profesora Olsen tirándola al suelo ocasionando que se fracturara el brazo y que algunos estudiantes interfirieran para defenderla y ayudarla. Uno de estos estudiantes, José Gómez, fue el primero en asistirla y como consecuencia, la policía lo agredió: lo arrastraron y le arrestaron. A la docente la sacaron de ahí sin darle ayuda médica hasta 10 ó 15 minutos después, mientras que a José lo tuvieron de rodillas por más de 20 minutos. El exceso de fuerza y la brutalidad de la policía es injustificable cuando los protestantes están marchando pacíficamente. Para los que estábamos ahí fue una imagen terrible que ocasionó que la policía diera un ultimátum a la multitud: que si no se dispersaban en 10 minutos los sacarían a la fuerza. Después de 5 minutos, varios de los estudiantes que estaban más involucrados en la protesta, decidieron hablar con uno de los capitanes de la policía y tratar de solucionar lo que había sucedido.
En situaciones como ésta es imprescindible reflexionar sobre los abusos de las autoridades y protestar en consecuencia. El uso innecesario de la fuerza para dispersar una protesta pacífica no debería ser aceptado con normalidad. Aunque la coyuntura que vivimos sea difícil de cambiar, como estudiantes universitarios es importante hablar y opinar acerca de estas situaciones que nos afectan y tratar de poder cambiar el sistema, que sólo se logrará con acciones como las del 4 de marzo.
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