Una tarde familiar cambió de rumbo después de un enfrentamiento inesperado.
Por MELODY SOTO
EL NUEVO SOL
Aunque ocurrió hace más de diez años, todavía recuerdo el suceso con gran detalle. Ocurrió durante un fin de semana de primavera. Mi madre, hermana y yo aprovechamos para ir de compras al centro comercial local, Northridge Fashion Center. Siempre hemos sido admiradoras de la ropa y en esta ocasión estábamos en busca de una buena oferta. No tuvimos que visitar demasiadas tiendas; casi inmediatamente todas encontramos lo que deseábamos dentro de la primera tienda que recorrimos. Satisfechas con lo que seleccionamos procedimos a formarnos en la fila para pagar nuestros artículos de ropa. La cola avanzaba y nosotras platicábamos normalmente. Pero de pronto se me acercó una señora y desapareció la sonrisa que llevaba en el rostro por lo que me preguntó.
Utilizando un modo muy directo y atrevido, la señora anglosajona me reclamó. Ella quería saber por qué nos comunicábamos en español. La interrogación fue muy sorpresiva y no comprendí de inmediato el por qué se dirigía a nosotras. La realidad es que después que mi madre emigró de Michoacán, México a California en 1981, ella nunca se adaptó por completo al idioma inglés. Cuando le expliqué a la señora que hablábamos en español entre nosotras, ya que mi madre no dominaba el lenguaje, argumentó de una manera acusatoria que si vivíamos en el país de Estado Unidos era obligatorio que mi madre lo platicara en público.
En ese instante no supe cómo reaccionar a su relato. Sucedió de una manera tan abrupta. Nunca me había sucedido una situación parecida. Antes de que yo pudiera procesar su intolerancia e ignorancia, la señora terminó su discurso y se retiró. Pero sus comentarios me desconcertaron tanto, que solamente quería regresarme a casa. Incluso, recuerdo que le conté a una maestra de esta experiencia amarga.
Esta vivencia le sucedió a mi familia, pero no es única — este tipo de agresión ocurre con frecuencia en los Estados Unidos.
Según un estudio publicado por el Centro de Investigaciones Pew en 2018 cuatro de cada diez latinos dijeron que habían experimentado discriminación, y una ofensa común fue ser criticados por hablar español.
Muchas personas quizá no tienen el conocimiento, pero no es obligatorio hablar inglés en nuestro país, en efecto, la discriminación lingüística en el lugar de trabajo es contra la ley. La Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo de Estados Unidos proporciona información detallada acerca de los derechos de cada individuo y claramente define los derechos de los inmigrantes.
Al reflexionar en esta situación, me pongo a pensar cómo confrontaría un evento similar si me sucediera hoy, teniendo el conocimiento que ahora poseo. Lo cierto es que puedo contar con certeza que después de vivir este acontecimiento, me alentó a intervenir cuando he sido testigo de sucesos de intolerancia en vía pública. ¿Y tú? ¿Qué harías si alguien necesitara de tu ayuda?
Mi nombre es Melody Soto y radico en el Valle de San Fernando. Soy amante del arte y la cultura. Opino que estos espacios creativos permiten que el ser humano se exprese como individuo y se desarrolle positivamente. Por estas razones me interesa que mi trabajo periodístico se refleje en estas áreas de enfoque. Dos de mis museos preferidos son la Galería Nacional en Londres y La Casa Azul de la Ciudad de México. ¿A ti te interesa el arte? Cuéntame en Twitter: @MelodiaSoto
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