Hasta que ya no pude esconder mi salud mental

Para mí era tan fácil esconder mi salud mental, pero la pérdida de un amigo fue la gota que derramó el vaso.

Por ELIZABETH CAMPOS  
EL NUEVO SOL

Me llamo Elizabeth Campos. Tengo 21 años, estoy relativamente feliz, y me siento muy satisfecha con donde estoy en mi vida. Pero hace más o menos un año tuve que admitir que no estaba bien.

Lo noté empezando el semestre de otoño de mi tercer año en la universidad. Durante el verano, trabajé lo más que pude para mantenerme distraída. Odiaba estar sola, por ninguna razón en particular. En general, mi humor y estado mental no estaban bien, pero pensaba que tenía todo bajo control. En casa me enseñaron que así es la vida. A veces, te sientes solo y no hay nada que puedas hacer mas que esperar a que ese sentimiento pase. A pesar de sentirme “mal” hacía todo lo posible por pensar en los demás e ignorar lo que sentía.

En agosto del 2019, después de regresar del entrenamiento básico para el ejército EE.UU mi mejor amiga había compartido conmigo que quería quitarse la vida. Un estudio del CDC sobre la prevención del suicidio dijo que desde el 2008 el número de veteranos y otro personal militar que se quita la vida supera el suicidio entre civiles. En el mismo estudio se dice que en el 2015 cada 12 segundos alguien en los EE.UU cometía suicidio. Yo no iba permitir que ella fuera parte de estas estadísticas.

Para leer más sobre la prevención del suicidio o encontrar ayuda, personal o para un ser querido visite:

Ese mismo mes, el papá de mi exnovio me invitó a comer. Él me enseñó a manejar, me hizo probar sushi, con él pasé tres navidades, y era uno de mis mejores amigos. Yo tenía en mente pedirle ayuda. Quería decirle que algo estaba mal y necesitaba de su amistad más que nunca.

Pero antes de que pudiera, él me pidió ayuda. Estuvo en remisión de cáncer por tres meses, pero había vuelto. Quería que fuera con él y su esposa a visitar a su hijo para decirle que otra vez empezaría quimoterapia. Su hijo seguía siendo uno de mis amigos más cercanos, así que acepté. Y de nuevo decidí que mis problemas podían esperar.

En septiembre la quimioterapia dejó de funcionar y entró a terapia intensiva. El 17 de octubre falleció.

El 19 de octubre, cuando su hijo me dijo qué había pasado, ya no pude. Tuve una convulsión inducida por estrés emocional, y terminé en el hospital por dos días.

Estar en el hospital y tener que admitirles a todos que me estaba ahogando en mi propia ansiedad, y que había estado de esta manera por mucho tiempo, me obligó a pensar en mi bienestar mental. Si pudiera decirle algo al yo de hace un año, sería que pidiera ayuda más pronto. Ignorar la ansiedad y depresión no es la ruta fácil, es doloroso. Y aunque no sea fácil hablar sobre ello o pedir ayuda, el que lo hagamos ayuda a que la persona siguiente sepa que no es la única en esa situación.

Estas son herramientas para asistir con el duelo, manejo de la perdida, y la salud mental en general que yo utilice o me hubiese gustado utilizar:

 


Mi nombre es Elizabeth Campos. Soy chicana. Nací, crecí, y vivo en el Valle de San Fernando, pero mi corazón le pertenece a Michoacán, México. Me interesa escribir sobre la comunidad chicana, la salud mental, los derechos de los niños, y otros temas de justicia social. Me fascina la creatividad de los seres humanos y pinto en mi tiempo libre. Lee mis artículos en El Nuevo Sol.


Tags:  #CSUNmentalhealth #saludmentallatina

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