“Ahora que soy adulto, comprendo que mi padre fue una víctima más de la batalla a la que se enfrentan muchos hombres migrantes”.
Por CHRISTOPHER FARÍAS
EL NUEVO SOL
CALIFORNIA, 2001
No podía respirar. Estaba asustado. De repente, una voz dentro de mí afirmaba que mi vida ya no iba ser perfecta. Me encontraba en la parte trasera de un camión donde el coyote nos había dicho que nos escondiéramos. Todo era negro y frio. Sabía que éste era el comienzo de una nueva vida. En abril del 2001 mi madre, mi hermano y yo llegamos a Phoenix, Arizona en búsqueda de mi padre. Descubrí que mi padre tenía meses que no le mandaba dinero a mi madre porque se había hecho un alcohólico.
Mi padre vivía en un garaje detrás de una casa en Anaheim, California junto con 3 hombres alcohólicos. Yo odié los primeros meses que tuvimos que vivir ahí. Mi padre no sabía hablar inglés y se desaparecía cada fin de semana porque se iba a tomar con sus amigos. Me acuerdo que yo rezaba cada noche pidiéndole a diosito y a la virgencita que por favor me regresara a México.
En el 2003, mi hermano pequeño nació y me acuerdo que ese fue el día más feliz que tuve desde que había llegado a el norte. Yo solo tenía 8 años, pero odiaba a mi padre por haber estado crudo en el hospital durante el nacimiento de mi hermano. Yo me prometí que no iba a permitir que mi hermanito sufriera por culpa de mi padre.
Durante muchos años, mi familia estuvo rota. Teníamos buenos días, pero también muy malos. Mi padre me estaba convirtiéndome en un hombre agrio. En el 2010, mi padre cambio su vida. Una noche típica, mi padre condujo bajo la influencia en la autopista cuando de repente se dio cuenta que estaba manejando en el sentido contrario. Un coche paro en frente de él y lo convenció a que se diera la vuelta y manejara a casa. Esa misma noche, mi padre llegó a casa suplicándole a mi madre que lo perdonara. Esa fue la última vez que mi padre tomó alcohol.
Este año, mi padre cumplirá 8 años de no tomar otra copa de alcohol. Él recalca que, sin el apoyo de nuestra familia, no lo habría podido lograr. Hoy, me siento muy orgulloso de mi padre porque ahora que soy adulto, comprendo que mi padre fue una víctima más de la batalla a la que se enfrentan muchos hombres migrantes. De acuerdo con el Instituto Nacional de Abuso del Alcohol y Alcoholismo, aproximadamente 9.5 por ciento de los latinos tendrán dependencia del alcohol en algún punto en sus vidas, comparados con los 13.8 por ciento de los blancos, pero los latinos tienden a volver a depender con más frecuencia (33%) que los blancos (22.8%). Yo le agradezco a alcohólicos anónimos por haber recibido a mi padre con los brazos abiertos y a mi padre por no haber reincidido.
¿Qué es Alcohólicos Anónimos?
– Una comunidad internacional de hombres y mujeres que han tenido un problema con la bebida.
– Professional, autosutentable, multicultural y no política.
– No tiene requisitos de edad ni nivel de educación.
– Cualquier persona se puede hacer miembro para poder solucionar su problema con la bebida.
Para más información, visite: https://www.aa.org/pages/es_ES
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