“Fue definitivamente lo más difícil que he hecho en toda mi vida”, dice Jimmy Juárez. “Ellos reaccionaron como toda familia religiosa, no lo aceptaron y trataron de hacerme cambiar”.
Por JACQUELINE ALDANA SERRANO
EL NUEVO SOL
El tema de la homosexualidad y la religión siguen siendo, hasta el día de hoy, muy controversial. En los medios de comunicación, la política y la televisión vemos cada día más cobertura sobre manifestaciones apoyando o en contra de personas LGBTI. Cuando mezclas la religión con este tema, hemos visto a personas como Kim Davis, la funcionaria que fue a prisión por negar licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo en Kentucky, volverse celebridades reclamando el apoyo de dios.
El año pasado, vimos cómo la religión afectó la vida de una joven transgénero cuyos padres no aceptaron su orientación sexual por su religión, y trataron de mandarla a institutos religiosos para hacerla “normal”. Hablo de Leelah Alcorn, la joven de Ohio que se suicidó y publicó su último adiós en Tumblr pidiendo que cambie el mundo en cómo trata a personas LGBTI.
Son conversaciones como estas las que afectan a personas que se identifican como los dos. Jimmy Juárez, de 21 años y un cristiano homosexual, hijo de padres pastores, me cuenta que decirle a sus padres su orientación sexual no fue fácil.
“Fue definitivamente lo más difícil que he hecho en toda mi vida”, dice. “Ellos reaccionaron como toda familia religiosa, no lo aceptaron y trataron de hacerme cambiar”.
Un estudio realizado por el Pew Research Center encontró que cuatro de cada diez personas reportan que han sido rechazados por familiares por su orientación sexual o su identidad de género y 30 por ciento reportaron haber sido atacados o amenazados físicamente. Juárez dice que fue desde una corta edad que él empezó a cuestionar su orientación sexual.
“Cuando empecé a salir con muchachas, me di cuenta que nunca tuve una conexión emocional o sexual con ellas”, dice.
No fue sino hasta los veinte años que Juárez empezó a salir como homosexual, algo que sus mejores amigos dicen que ya sospechaban desde hacía años.
“Yo siempre pensé que él era gay porque es bien cariñoso y su manera de ser con muchachas no era lo de un típico muchacho”, dice María Elías, su mejor amiga.
Carlos Nevares, familiar de Juárez, dice que para él no fue fácil aceptar a Jimmy.
“Yo también crecí en la iglesia con Jimmy y no creo que esté bien que él sea homosexual, pero todavía lo quiero y quiero lo mejor para él”.
Jimmy Juárez. Foto: Jacqueline Aldana Serrano / El Nuevo Sol.
La iglesia ha sido una gran parte de la vida de Jimmy, ha asistido a la iglesia desde que tiene siete años, y ha formado parte del coro, liderazgo y grupo de jóvenes de la iglesia.
El mismo informe de Pew encontró que el 29 por ciento de las personas gay han sentido que no son bienvenidas en lugares religiosos. Quizá por esta razón, sólo 48 por ciento de personas gay religiosas dijeron pertenecer a una religión cristiana, comparado con 71 por ciento del público en general.
“Mi religión siempre me ha hecho sentir que estoy mal por cómo me siento y cómo veo a otros hombres”, dice Juárez. “Mi religión lo niega, pero mi fe, no. Yo sé que Dios me ama aunque no todos piensen igual”.
Agrega que no fue solamente la religión que hizo que él negara su identidad por tanto tiempo.
“El ser mexicano también hizo más difícil decirle a mis familiares y amigos de mi orientación porque en la cultura mexicana los hombres siempre tienen que ser fuertes y miran a personas gay como débiles”.
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