Historia de una joven bisexual anónima

“Yo he mantenido mi sexualidad un secreto toda mi vida”, dice. “Para mí no es problema callarlo”.

Por JASMÍN NEVÁREZ
EL NUEVO SOL

Una joven de 21 años se despierta a las 5:00 de la mañana, se baña, se pone maquillaje, se pone el uniforme rojo y caqui y maneja por media hora hasta que llega a su trabajo. Cuando llega, saluda a todos, marca su tarjeta de tiempo, va a su sección de la tienda y empieza a rellenar los estantes y remplaza artículos. Esta joven anónima, que llamaremos María, vive su vida, come como cualquier otra, pero lo que pocos saben es que es bisexual.

Según un artículo del diario Los Ángeles Times, solo 28 por ciento de los bisexuales salen del clóset porque los estereotipos de la comunidad gay y heterosexual dicen que los bisexuales están obsesionados con el sexo y no son capaces de ser monógamos. Además, solo 11 por ciento de los bisexuales les dicen a sus compañeros de trabajo acerca de su sexualidad. María comparte su sexualidad con seis personas en total: una amiga, dos tíos y tres compañeros.

Screen Shot 2016-05-21 at 1.59.42 PMMaría se dio cuenta de su sexualidad en kínder. Su primer enamoramiento fue con su mejor amiga. Se dio cuento que lo que sentía por ella era algo más íntimo que una relación de amigas. Pero si alguien le preguntaría si es gay, ella diría que no. Ella se identifica como bisexual, o más específicamente, pansexual, lo que significa alguien que no está limitado en la elección sexual en relación con el sexo biológico, el género o la identidad de género.

María ha tenido relaciones con mujeres y hombres y dice que al momento le llaman la atención las muchachas.

“Depende cómo me siento”, dice. “Por el momento, me gustan las mujeres. Es algo difícil de explicar. Es algo que tú nunca vas a entender, confía en mí”.

También le pregunté si rechaza a los hombres por el momento, ya que dice que le interesan más las mujeres, pero me dice que no. Si un hombre se acerca a ella y le pregunta si quiere salir, en una forma correcta y respetosa, María respondería que sí, pero si una mujer se acerca y le pregunta la misma cosa, tendría que elaborar una estrategia para que sí pueden salir. María también dice que todo depende de quién se acerca y quién está con ella cuando se acercan.

La primera persona en la que María confió su orientación sexual fue su mejor amiga.

“Yo sentía que necesitaba decirle a alguien”, dice. “Yo quería compartir lo que sentía por ella con alguien. Ya tenía curiosidad de con quién estaba texteando, y algo me impulso a decirle”.

María tuvo mucho interés en una niña que conoció por internet. Se mandaban textos constantemente desde la mañana hasta la hora de dormir, por meses. Sus sentamientos por ella crecieron más fuerte con el tiempo, pero entró a la relación sin dirección y quién podía ser mejor guía que su mejor amiga.

Dice María que se habría mantenido en el clóset si no fuera por sus citas homosexuales.

“Yo he mantenido mi sexualidad un secreto toda mi vida”, dice. “Para mí no es problema callarlo”.

Meses después de que le dijo a su mejor amiga, María decidió decirle a su tío y tía más cercanos. Dice que quiere que un adulto lo sepa.

“Estaba bien nerviosa temblando y no podía sacar las palabras de mi boca”, dice. “Estaba abrazando una almohada. Mi tía esperaba lo peor. Me preguntó si todo estaba bien, si todo estaba bien en la escuela, en mi casa, si era un niño. Pero me aseguro que no importaba, cualquier cosa que fuera, ella mi iba a apoyar. Empecé a llorar y mi tío, que ya sabía, le tuvo que decir a mi tía la noticia. Estuvo callada por un tiempo, reflexionando como no la había visto antes”.

Ella quisiera un sistema de apoyo entre su familia inmediata por si algo le pasara. Su tío y tía dicen que fue un sorpresa tremenda, pero esto no devalúa su humanidad. Ellos prometieron a mantener el secreto y amarla como siempre la han amado. “Cuando sea tiempo, ella va a salir, pero no es mi decisión de cuándo esa información va ser pública”, dice su tío.

María se mantiene oculta hasta este día. Han ocurrido varias veces cuando alguien en su familia cercana le ha preguntado de su sexualidad, pero ella lo ha negado. Dice que lo negó porque no sintió que era el tiempo adecuado de salir del clóset. Si la oportunidad viene otra vez y sus familiares se sientan y toman tiempo para preguntarle de su sexualidad, dice que diría la verdad y por fin saldría del clóset. María dice que no tiene prisa, está en una etapa feliz de su vida, ha aceptado su propia sexualidad y no quiere preocupar a sus papás con lo de ella.

“Dejé que mis papás se enfoquen ahorita en mi hermana, que va a mudarse de la casa”, dice. “Y tal vez luego yo les diga de mí. Me siento bien. Lo he ocultado por tanto tiempo que esto no es nada”.

Pero si le da angustia sabiendo que tal vez sus papás no la aceptarán, el temor más grave que tiene es que la saquen de su casa y pierda contacto con ellos.

Al final, María insinúa que ser bisexual es más difícil que ser bisexual anónima. “No soy gay, soy pansexual”, dice, “pero no me gusta decir que soy pansexual porque es algo que toma mucha explicación. Decir que soy gay o bisexual es mucho más fácil”.

 


Tags:  bisexualidad Jasmín Nevárez Jóvenes

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