He leído en el periódico sobre estos casos y los he visto en el noticiero, pero siempre son detalles breves los que presentan. Es sensato, ya que tienen un espacio limitado. Pero Truax me llevó a un lugar íntimo al leer su libro.
Por SALVADOR SAMAYOA
EL NUEVO SOL
¿Qué tienen Nancy Landa, Mandeep Chahal y Elioeni Santos en común?
Son jóvenes que quieren salir adelante pero enfrentan varios obstáculos. No tienen un número de seguro social que les permita conducir un vehículo, o que les ayude con recursos financieros para pagar la universidad. Viven en las sombras por temor a ser encarcelados y después deportados, ya que provienen de diferentes nacionalidades y llegaron a Estados Unidos a una edad bastante corta.
Sin embargo, estos jóvenes son especiales por lo siguiente: son valientes.
No se rinden. No tienen temor. Entre más sean oprimidos por la sociedad y la ley, más fuerte los hace la adversidad. Nada y nadie les pondrá un alto. Éste es el testamento de ellos.
Ellos son soñadores.
Dreamers: La lucha de una generación por su sueño americano, es el libro de la autora y periodista, Eileen Truax. En su libro, ella narra diferentes casos de jóvenes que han venido a este país con sus padres en busca de un mejor futuro.
En diferentes capítulos, Truax entra en detalle de cómo estos jóvenes han organizado y protestado en contra de las leyes anti-inmigrantes de Alabama y Arizona. También, ilustra el coraje que demuestran estos jóvenes cuando llaman la atención y corren un riesgo de ser arrestados y deportados al marchar contra la doctrina de mando dura de Joe Arpaio en Arizona. El libro contiene historias detalladas y permite que el lector tenga una relación íntima con estos jóvenes.
El trabajo documentado por Truax nos lleva en una aventura por las ciudades de Northridge, Ann Arbor y Montgomery, entre otras, donde vivían estos jóvenes previo ser deportados. Una explicación sobre el trayecto que ha tenido el Dream Act en este país también es incorporado, el cual da comienzo con el democrata Dick Durbin en el 2001. Asimismo, nos muestra las personas que apoyan y están en contra del proyecto de ley. Diez años después, Truax nos permite revivir el triunfo que ocurrió en California cuando el gobernador Jerry Brown firmó la ley estatal del Dream Act y usó la espalda de Gil Cedillo como símbolo por el gran apoyo y trabajo que el asambleísta ha hecho.
Me gustó el libro porque ofrece una perspectiva que nunca había visto. He leído en el periódico sobre estos casos y los he visto en el noticiero, pero siempre son detalles breves los que presentan. Es sensato, ya que tienen un espacio limitado. Pero Truax me llevó a un lugar íntimo al leer su libro.
La historia de Nancy Landa fue una de las que más me conmovió. Landa es una muchacha que trabajó duro y recibió su licenciatura en administración de empresas en la Universidad Estatal de California Northridge (CSUN). Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, la detuvieron y horas después fue deportada a Tijuana. El país donde ella creció la trató como una delincuente.
Le escribió una carta al presidente Obama referente a la directiva de Acción Diferida (DACA por sus siglas en inglés) que lamentablemente llegó tres años tarde, cuando ella y su hermano ya no pudieron beneficiarse de ella al ya haber sido deportados. Pero cuando Landa recibió una respuesta por correo, le dio cólera lo que leyó. Dudó si leyeron su carta porque la larga respuesta que le dio el presidente parecía preparada en avanzado, tal como cualquier político lo hace.
En Dreamers, Truax menciona a personas como Alfredo Quiñones Hinojosa, un mexicano que trabajó como campesino indocumentado, sembrando tomates en California, y ahora es uno de los mejores neurocirujanos en el país. Menciona también el caso de José Antonio Vargas, un filipino quien, al ser indocumentado, estudió periodismo y fue el recipiente de un premio Pulitzer por dar noticias de última hora en el masacre de Virginia Tech en 2008.
Vargas, igual que otros muchachos que menciona el libro, no conocen su realidad indocumentada hasta cuando desean inscribirse en la universidad o cuando requieren aplicar para una licencia de conducir y necesitan un numero de seguro social. La importancia de ese número es aparente en cada una de las historias.
Cuando se habla de los dreamers, muchos especulan que todos son mexicanos o latinos, como los medios de comunicación lo señalan. Sin embargo, Truax presenta una diversidad de casos que oponen esta creencia mediática. Como Mandeep Chahal, quien vino de India a los seis años de edad y aspira a ser médico. Al igual el caso de Mohammad Abdollahi, también conocido como Mo, el dirigente de la organización Dreamactivist. Mo nació en Irán y se mudó a Estados Unidos cuando tenía tres años de edad.
Finalmente, Truax también nos lleva a una nueva dimensión con un muchacho que se llama Jorge. El tiene dos identidades, es indocumentado y es homosexual. Jorge crece confundido cuando tiene una mala experiencia con su padre y su identidad. Vive en temor hasta cuando le confiesa a su madre que a él le gustan los barones. Jorge se esperaba lo peor, pero el gran amor de su madre la permitió abrazarlo y aceptarlo. Este capítulo fue uno de dos que me tocó profundamente. El humano se tiene que respetar estés o no estés de acuerdo con su orientación política, religiosa o sexual. La madre de Jorge decidió traérselo a los Estados Unidos porque ella decidió no aceptar el maltrato de su esposo hacia Jorge.
Dreamers debería de ser leído por jóvenes y estudiantes en la secundaria y estudiantes en la universidad como parte de la matrícula. El libro nos da una nueva perspectiva a nosotros que hemos nacido en Estados Unidos o que son ciudadanos naturalizados. Nosotros lo tenemos bien aquí. No existe el temor de ser deportado. Tenemos recursos para asistir a la universidad. Podemos tener empleo sin usar un número falso. Espero que todos que tengan la oportunidad de leer Dreamers también puedan entender la lucha de esta generación.
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