El alcalde de Los Ángeles, Antionio Villaraigosa, habla de la violencia doméstica a un grupo de estudiantes de la Preparatoria Fairfax.
Por VIRGINIA BULACIO
EL NUEVO SOL
En los alrededores de la escuela de Fairfax en Los Ángeles, Luis Hernández se encuentra con un grupo de jóvenes escuchando atento las confesiones de un político.
Acostumbrados a verlo en su faceta pública, los jóvenes se sorprenden ante la confesión del primera latino elegido alcalde de Los Ángeles en los últimos cien años: Su madre fue víctima de abusos por parte de su padre hasta que aprendió a defenderse y salir del infierno en el que estaba viviendo.
“Yo como víctima de violencia doméstica creo que es muy importante de que hable con los jóvenes para que aprendan la importancia de no dejar que un hombre te golpee en una relación. Muchas veces estas niñas y adolescentes creen que es aceptable… y lo que estamos haciendo con esta campaña es educar a los jóvenes de para no dejar que un hombre las maltrate de esa manera”, cuenta Antonio Villaraigosa.
Para Luis la charla fue inspirante y cuenta que el mejor paso a superar la violencia es cambiando uno mismo y enfocándose en sus metas. “Siempre escuchaba lo que mi papá le decía a mi mamá y la verdad que me dolía”, cuenta Luis quien se graduó de la escuela Fairfax hace más de un año. Él explicó que las experiencias que tuvo desde pequeño lo hicieron crecer más responsable y a desenvolverse en su vida diaria.
Villaraigosa cuenta que ha trabajado por muchos años en contra de la violencia doméstica en general, pero ahora está colaborando sobre casos entre adolescentes. “La verdad es que fue mi mamá la que nos educo”, dice Villaraigosa. “Y yo como hombre después de ver esa violencia sabía que no era aceptable que un hombre golpeara a una mujer”.
Aproximadamente una de cada tres adolescentes ha sido víctima de abuso físico, emocional o verbal por parte de sus parejas en las citas, una figura que supera a otros tipos de violencia que afectan a la juventud en Estados Unidos. El 26 por ciento de las adolescentes en una relación amorosa ha sido tratada con algún tipo de violencia por sus parejas de acuerdo a la Fundación para la Prevención de Violencia Doméstica (FVPF).
Uno de los principales problemas es que las víctimas que son madres, no se sienten lo suficientemente listas para salir adelante solas. Necesitan buscar el apoyo financiero y que sus hijos crezcan con un padre al lado, dice Julisa Lendo, psicóloga y directora del programa Amanecer Community Counseling Services, una organización sin fines de lucro en Los Ángeles que trabaja con familias afectadas.
“Una cosa que la mayoría de las víctimas tienen en común es que están negando lo mucho que la violencia doméstica está afectando a sus hijos. La mayoría piensa que los maltratos solamente las ha cambiado a ellas, pero en realidad la violencia afecta a la familia entera”, afirma Lendo.
Luis se identifica con la historia ya que fue víctima de los abusos en su hogar: “Estaba pequeño pero sí entendía y me dolían las palabras que él le decía a mi mamá”.
El problema es más grave en un entorno de edad muy joven. Las mujeres entre 16 a 24 años tienen un porcentaje más alto de ser abusadas sexualmente, según FVPF., mientras que las adolescentes entre 18 a 19, experimentan mayores tasas de acoso sexual. Esta organización ha lanzado una campaña dirigida especialmente a jóvenes y adolescentes llamada “That’s not Cool” (“Eso no es genial”) que por medio de las paginas de las redes sociales como Facebook y MySpace fomenta la concienciación y la prevención.
Los estudios de esta organización muestran que las jóvenes entre 18 y 19 años son las que tienen la propensión más alta de acoso. A eso hay que añadir que 15.5 millones de niños en Estados Unidos viven en familias en donde ha ocurrido al menos un acto de violencia de pareja en el pasado año. Una de las mayores consecuencias es que los niños se acostumbran a ver la violencia doméstica como algo común y al entrar en la etapa de la pubertad, continúan con el ciclo de violencia doméstica, ya sea entre sus amigos o en sus relaciones amorosas.
Lendo dice que una de las maneras de acabar con la violencia doméstica es educando a las personas sobre el tema.
Luis quiere seguir estudiando y conseguir un buen trabajo. Afirma que cuando tenga su propia familia no dejará que ocurra lo mismo: “Tal vez [esta] experiencia sirva para que el día de mañana cuando tengan sus hijos y su familia, no vayan cometer los mismos errores”, dice, “ante mi, primero Dios, y cuando tenga mis hijos, les voy a dar todo lo que yo pueda”.