Por ALFREDO SANTANA
Julie Dale tiene una carga laboral más fuerte de lo usualmente experimentado como consejera de estudiantes con discapacidades en el Colegio Comunitario Mission, de Sylmar. La recesión económica y la competencia por escasos puestos de trabajo hacen que Dale tenga que redoblar esfuerzos para ayudar a sus estudiantes.
Dale, quien enseña una clase de desarrollo personal y consejería los sábados, indica que una buena cantidad de estudiantes discapacitados se han acercado a ella últimamente para pedirle les ayude a obtener contactos, y conseguir empleos. En el valle de San Fernando, muchas personas que viven con discapacidades físicas o cognitivas también han perdido sus empleos por los problemas económicos que afectan al país desde diciembre del 2007.
En estos momentos, Mission tiene inscritos a unos 700 estudiantes que viven con discapacidades de diversos tipos. De ellos, 470 acuden a la oficina de Servicios y Programas para Estudiantes con Disabilidades (en inglés DSP&S) para obtener consejería y guía en sus casos.
“Muchos de ellos experimentan dificultades emocionales cuando sus padres o hermanos pierden sus trabajos. Ellos también pierden trabajos, e inclusive sus casas”, menciona Dale, quien es especialista en empleos y carreras. “Realmente les está afectando la situación, más que el año pasado”.
El Departament del Trabajo reportó en febrero del 2009 que el porcentaje nacional de las personas con disabilidades sin trabajo sumó 14 por ciento, comparado con un 8.7 por ciento de las personas regulares. El porcentaje de discapacitados empleados, en relación a toda la población fue del 19.8 por ciento, en comparación con el 64.8 por ciento de la población sin disabilidades.
En el condado de Los Ángeles, cuando menos 537,000 personas se encuentran sin empleo, lo que equivale al 10.8% de la población laboral activa, según reportó el Departamento para el Desarrollo del Empleo de California. La estación radial KNX 10.70 Newsradio reportó hace unas semanas que una de cada cinco personas, o el 20 por ciento de la fuerza laboral que vive en Los Ángeles sólo tiene trabajo parcial, ha dejado de buscar trabajo o ha perdido su trabajo en los últimos meses.
Una buena cantidad de estudiantes del Colegio Mission son personas adultas, padres o madres de familia, que han visto tanto evaporar sus trabajos, o reciben beneficios de disabilidad por parte del seguro social. Personas con asma, artritis, discapacitados a quienes se les dificulta caminar, e individuos con disabilidades cognitivas son atendidos por Dale.
Acuden a la oficina de Dale estudiantes que apenas han reingresado al colegio, para encontrar una carrera que los prepare mejor para las emergentes fuentes de empleo, y estudiantes que llevan clases regulares rumbo a la obtención de sus diplomas de dos años en artes asociadas. Entre otras cosas, Dale indica cómo crear y mejorar un currículum, y que elementos laborales resaltar. Se habla de las experiencias y aptitudes especiales, que secuencia lleva esta información en los currículos, y enseña a escribir cartas para enviar a los empleadores.
Patricia Gómez, una estudiante madre de una niña de siete años, dice que ella planea terminar sus estudios en español antes de lanzar una exploración por un trabajo. Ella es estudiantes de tiempo completo. Gómez rechaza la noción de buscar empleo ahora. Gómez, quien renta un apartamento en Reseda, dice que la economía le está afectando inclusive hasta en los precios de sus libros.
“Basicamente todas las cosas se están encareciendo: los libros, el costo de la gasolina va para arriba. Yo no recibo ayuda financiera”, indica Gómez, quien anda en una silla de ruedas manual. “Ya que termine mis estudios aquí, planeo transferirme a CSUN para seguir con mi carrera”.
El doctor Rick Scuderi, director de DSP&S en el Colegio Mission, menciona que a pesar de no contra con estadísticas exactas, el número de estudiantes con discapacidades se ha incrementado notoriamente desde el 2007. Dice que regularmente el aumento de nuevos alumnos responde a presiones sociales externas, pero lo vivido en recientes fechas no se compara con otras recesiones.
“Por lo regular nuestros servicios se incrementan para servir a unos 26 o 30 estudiantes extra cada año. Prevemos que (DSP&S) va a servir a un total de por lo menos 500 estudiantes el próximo año”, dice Scuderi. Su oficina cuenta con cuatro consejeros.
Los casos que atiende DSP&S son tan variados como los interéses de los estudiantes. Allí han atendido a padres solteros con trabajo, a quienes les recortaron sus horas. A matrimonios que tienen menos horas de trabajo, y menos paga. Inclusive a adultos casados que deciden regresar al colegio para mejorar sus aptitudes laborales.
“Estamos viendo los efectos devastadores de la economía en crisis. Estamos llenos de trabajo con los estudiantes como nunca antes”, afirma Scuderi. “Los trabajos que muchos estudiantes estan perdiendo son variados. No todos son mal pagados, o trabajos de principiantes”.
Entre esos trabajos se incluyen espcialistas en computadoras, agentes de bienes raices, programadores de computadoras, etc. Scuderi dice que vivir con el estatus de personas discapacitadas ha forzado a miles de individuos a lidiar con barreras sociales en contra para obtener buenos trabajos con paga digna. Cuando estos tiempos de recesión impactan a la población en general, los discapacitados enfrentan estas misfortunas un poco mejor psicologicamente, ya que sus oportunidades laborales y salarios han tendido a ser historicamente menos.
“Para empezar, los salarios de ellos son menores. Con un cese laboral, la cosa se complica. Ellos lo sufren mucho. En ésta coyuntura, la gente regular es impactada muchisimo. Muchos de nuestros estudiantes se las ingenian para trabajar en posiciones que son menos lucrativas”, dice Scuderi. “Es una situación ambigüa, ya que la diferencia radica en que ahora mucha más gente regular se encuentra en la posición de ellos”. Por ende, la competencia es muy dura.
Una estrategia importante para ellos, dice Scuderi, es guiarlos a como sobrevivir estos tiempos de crisis. Dale y otros consejeros se encargan de obtener información personalizada y colocarlos en clases o programas vocacionales que les permita alistarse para un nuevo trabajo.
Pero la transición no es fácil. Muchos llegan con cargas de estrés muy severas, y no logran terminar los estudios que han elegido. Dale menciona que el desarrollo y educación infantil es un campo que atrae a nuevos estudiantes con discapacidades. Pero la cantidad de estudio, y la necesidad que tienen los estudiantes de allegarse un poco de dinero rápido hace que muchos dejen las clases a medias.
Un estudiante que sigue los consejos de Dale y otros en DSP&S es Gary Smith. Smith trabaja unas ocho horas a la semana como tutor de inglés en el laboratorio de computadoras en Mission college. Smith, quien a sus 65 años tiene artritis en las rodillas, también es estudiante de tiempo completo en CSUN.
“Pienso terminar mis estudios en inglés en CSUN, y de ahí voy a buscar un trabajo como maestro de ESL (Inglés como Segundo Lenguaje) en Japón. Antes voy a tratar de conseguir una credencial de maestro aquí en California”, dice Smith.
Smith culpa la actual crisis laboral, de bienes raices, automotriz y de los mercados bursátiles en los malos manejos administrativos y de poliza pública del ex-presidente republicano George Bush y a sus asesores de partido. Recuerda que Bill Clinton creó miles de oportunidades laborales para él y muchas personas con discapacidades. A pesar de ello, Smith recomienda a aquellos que sufren el impacto nocivo de la recesión se enrolen en un colegio comunitario, escuela vocacional, o piensen en cursar estudios universitarios.
“Sin importar su situacion económica o laboral, si están discapacitados o no, les recomiendo se enrolen en la escuela, ya que a través de una mejor preparación uno puede encarar estos desafios de mejor manera”, dice Smith. “En un principio yo también titubie. Pense que no iba a poder tener éxito. Pero para los que les interesa mejorar, la escuela es la solución”.
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