Aprendí cómo evitar los riesgos de la obesidad infantil

Lo único que me importaba era bajar de peso. Ya no quería sentirme y verme gorda. Estaba harta de que me hicieran bulling(o acoso).

Por KÍMBERLY SILVERIO BAUTISTA
EL NUEVO SOL

“Hay una posibilidad de que tengas diabetes tipos dos”, dijo mi doctor. Fue en ese momento que el doctor me asustó y decidí hacer cambios extremos.  Todo esto empezó en el mes de marzo. Tenía 13 años de edad y pesaba 175 libras.

El doctor me mandó a que fuera a un laboratorio para que me sacaran sangre y a un nutricionista que me enseñara a comer saludable y a hacer ejercicio. Dos meses pasaron y ahí es cuando empecé hacer cambios drásticos. Estaba comiendo menos y hacía ejercicio dos veces al día.

Lo único que me importaba era bajar de peso. Ya no quería sentirme y verme gorda. Estaba harta de que me hicieran bulling(o acoso). Sentía asco de cómo mi cuerpo estaba formado. Pensaba que si me pondría flaca, todos mis problemas se irían. Pensé que al tener un cuerpo sin lonjas, estrías  y siendo flaca iba a conseguir un hombre que me amara. Esa era la única forma que alguien me iba amar y decirme que soy bella. Yo quería sentirme normal y encajar en las expectativas de la sociedad. Por ejemplo: tener mi estómago plano, muslos de mis piernas que no se tocaran y no tener lonjas. Estaba harta de sentirme así.

Al fin del año 2011, llegué a pesar 118 libras. Bajé más de 50 libres libras entre el mes de marzo y diciembre. Mis huesos eran notables. Hasta se podían ver mis costillas. Me obsesioné que mi cuerpo estuviera flaco y que mis huesos fueran visibles. Cada vez que comía postres y no hacia ejercicio es mismo día, me golpeaba mi panza con mi mano. Esa era la forma en que me castigaba por lo que me comía.

Hasta ahorita no puedo creer que llegué a esos extremos, haciéndole tanto daño a mi cuerpo que mi menstruación se detuvo. Le conté a mi mamá y se preocupó mucho. Hice una cita con el doctor y fui. Él me prescribió unas pastillas para que pudiera menstruar normalmente. Las pastillas me ayudaron, pero nunca pensé que tuvieran efectos secundarios. Mi cabello se cayó, subí de peso y tuve una depresión maléfica. Me iba de pinta de la escuela y mis calificaciones bajaron.

Esto hizo que mi padre y yo peleáramos porque me dijo que comiera más pero no quería porque estaba harta de ser gorda. No hablé con mi padre por un día porque estaba enojada de que no me entendiera mis razones. Esta etapa de mi vida fue lo más bajo que he caído. No me estaba dando cuenta que me estaba matando poco a poco.

Aprendí que irse a los extremos puede causar problemas o hasta la muerte. Sé que no soy la única en este planeta que haya pasado por esta etapa. Hay muchos jóvenes que están pasando por esto ahorita. Si tuviera la oportunidad de hablar con ellos, les diría que no están solos en esto. Hay apoyo en la universidad, como el programa JADE que apoyo estudiantes de la universidad si están pasando por esto.

Adolecentes entre la edad de 13 y 18 años, un 5.4% sufren de anorexia, bulimia y comer compulsivamente según de una organización científica National Institue of Mental Health.


Tags:  diabetes Kímberly Silverio Bautista Obesidad Infantil sobrepeso

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Kimberly Silverio Bautista
Mi nombre es Kimberly Silverio-Bautista y soy de Pasadena, CA. Estoy estudiando periodismo, estudios chicanos y periodismo en español. Los temas que a mí me interesan son migración, educación, historia chicana y también temas de mi vida personal. Puedes leer mis artículo en El Nuevo Sol aquí.




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