Los días previos al certamen estuvieron llenos de dudas, soledad y decepción.
Por SOFÍA GUTIÉRREZ
EL NUEVO SOL
Hace dos años tuve el honor de representar a California en el pueblo nativo de mis padres en Los Altos de Jalisco. Los concursos de belleza eran algo que disfrutaba viendo después de que vi a mi madrina concursando. Cada año hay un concurso que se lleva a cabo en California con 2 a 3 chicas que participan. La ganadora es elegida y volada a México para competir en los próximos 2 meses. Las concursantes en este concurso son exclusivamente de nuestro pueblo. Sé que hay otros concursos más grandes, pero no estamos en la misma asociación. En los altos de Jalisco hay concursos para cada pueblo, 21 en total. Cunado yo participe había siete muchachas. Siempre fui una chica que prefería los pantalones y una camisa en lugar de vestidos, pero algo de estar caminando por la pasarela con un gran vestido fue algo que me llamaba la atención. Yo personalmente no tenía el dinero para pagarle a un profesional para que me capacitara adecuadamente como muchas otras chicas. Sin embargo, tuve una tía que ganó en 1984 que me ayudó a escribir mis discursos y me dio consejos para mejorar mis habilidades para hablar español. Otra persona que me ayudó fue un mejor amiga de la infancia. Ella había participado 2 años antes de mí y ganó. Ella no solo ganó la corona en nuestro pueblo, sino también al nivel regional, al estado y llegó al sexto lugar en todo México.
Debido a mi horario escolar y laboral, solo tenía 10 días para aprender todo, desde bailes hasta discursos. El primer problema que enfrenté fue cuando la simple distribución de las mesas se hizo de manera injusta. Había conseguido algunas mesas que estaban todas separadas. Recuerdo que me dije a mí misma que esto era lo último que debería preocuparme. Pero después de notar lo injustamente que estaban distribuidas [las mesas], supe que había algo más que no estaba bien.
Los días previos al certamen estuvieron llenos de dudas, soledad y decepción.
Pasé la Navidad sola y lejos de mi familia, tuve que disciplinarme para mantenerme con mi alimentación y mi forma física. Recuerdo haber llamado a mi mamá en Navidad y decirle lo que estaba pasando. Le dije que las mesas no estaba distribuida uniformemente, que el coordinador me estaba tratando injustamente y otras cosas. Recuerdo a mi mamá diciéndome, “Mija, no dejes que esa florecita se marchite”.
El día del certamen recuerdo haberme dicho que este era el día. Todos mis días de preparación, sacrificio y dedicación iban a ser exhibidos por todo el pueblo.
Todo lo que había trabajado, tenía que ser mostrado esta noche. Estaba mentalmente preparada para una pérdida porque no parecía que los organizadores me trataran tan bien como a las otras chicas. Nunca olvidaré el momento en que mi nombre fue llamado como top 2. Recuerdo vívidamente tomarme de la mano con la otra participante y mi nombre no fue llamado por los presentadores. Pero el público presente comenzóa gritar mi nombre.
El siguiente día fue especial para mí. fue el día del desfile, donde todas las participantes se sentaron arriba de un automóvil y saludaban a la gente de la ciudad. Este momento es uno que nunca olvidaré. La sensación que tenía mientras estaba sentada y dando vueltas por la ciudad fue casi indescriptible.
Había muchas cosas que debían aclararse sobre lo que ocurrió, pero no quería ser esa persona. El día del desfile me di cuenta de que, aunque las probabilidades estaban en mi contra, la gente del pueblo aun me apoyaba. Aprendí que cuando no haces nada malo, no debes estar molesto. Sé que aún contaba con el apoyo de mi pueblo y obtuve un mayor reconocimiento en el nivel regional.
Sabía que iba a enfrentar obstáculos más difíciles debido a de dónde venía, pero eso no me impidió cumplir mi sueño.
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