Mientras los días pasaban, yo continuaba sin derramar una lágrima para evitar que mi mamá se pusiera triste.
Por KAREN RUIZ
EL NUEVO SOL
“Está muerto”.
“¿Qué? ¿Quién está muerto? ¿De qué hablas?”
“Nuestro tío tuvo un accidente y falleció.” Las palabras de mi hermana retumbaban una y otra vez en mi cabeza.
“Está muerto, falleció, ya no está entre nosotros, se ha ido”, son palabras que nos afligen el corazón como seres humanos. Estaba en mi casa arreglándome para ir por mi hermana y mi mamá al aeropuerto. Ellas venían a pasar unas vacaciones conmigo, cuando de pronto recibo la llamada de mi hermana diciéndome que mi tío había fallecido. Además, que yo le tenía que dar la noticia a mi mamá porque ella no podía decirle que su hermano había muerto. En ese instante quedé inmovilizada al no poder concebir lo que mi hermana me había dicho. Mientras pasaban los minutos, que para mí en ese instante parecían horas, no podía asimilar no solo la muerte de mi tío sino también de donde iba a sacar fuerza para poder apoyar a mi mamá y al resto de la familia.
Mientras los días pasaban, yo continuaba sin derramar una lágrima para evitar que mi mamá se pusiera triste. Ilusamente pensé qué si yo no demostraba la tristeza que tenía era como si le estuviera evitando el dolor a ella de saber qué su hermano había muerto, pero como toda acción en la vida, esto me trajo consecuencias.
Tres meses después de que mi tío había fallecido, mi cuerpo se empezó a debilitar hasta llegar al punto de quedarme literalmente paralizada. Duré casi un mes sin poder caminar, sin siquiera poder sostener un kleenex en mi mano, y claro está sin poder hacer nada por mi cuenta. Durante ese mes, me la pasé en hospitales de doctor en doctor hasta que llegaron a la conclusión de que lo que tenía, se me pasaría con el tiempo. La parálisis fue causada por el estrés y las emociones que me había guardado desde el accidente de mi tío.
Creo que mi experiencia es relevante no solo en el aspecto de perder a un ser querido sino en muchos más. Pienso que hay muchas personas que se quedan calladas y fingen estar bien cuando en realidad no lo están. Ya sea en el aspecto de perder a un ser querido o en otras cosas como viólense doméstica.
Realmente fueron varios los aprendizajes que obtuve de esta situación. Aprendí que hay cosas en la vida que no puedo controlar y una de ellas son mis emociones y que no porque yo aparentara estar bien iba a lograr que mi mamá no sintiera el dolor de haber perdido a su hermano. También aprendí que es importante hablar con alguien de lo que te está pasando y no quedarte callado. Está bien sentirte triste de vez en cuando y está bien buscar ayuda.
Los jóvenes que quizás estarían en la misma situación que yo, serian aquellos que Aún manifiestan las fases de duelo. De acuerdo a la página de “Manifestaciones de Duelo” existen 3 fases principales que son notorias en una persona que está pasando por la muerte de un ser querido. La primera fase es la fase de negación, el no poder aceptar que el ser querido a muerto. La segunda fase es la fase de aislamiento, el querer alejarse de las personas cercanas al fallecido. Por último, la tercera etapa es la fase de reorganización, cuando se asume el verdadero significado de la perdida.
Para todas esas personas que están en la misma situación en la que yo estuve pueden visitar la página de American Psychological Association.
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