Mujeres campesinas luchan en contra de los acosos sexuales en los campos de California.
Por MARLENE SALINAS
EL NUEVO SOL
Ninguno de los supervisores en los campos agrícolas quiere trabajar con Virginia Mejia. Le dicen que es problemática y que no quieren que empiece con “esas tarugadas”. Los problemas a que se refieren son los reclamos de acosos sexuales.
“Yo nunca había empezado ni he hecho una queja”, dijo Mejía, “Pero [los acosos sexuales de mis trabajadoras] eran fuertes. Yo tenía que confrontarlo”.
Virginia Mejía, de 59 años, trabajó por 18 años en los campos del Valle de Coachella, California, para la empresa Blas Rivera Vineyards. En todo ese tiempo, la originaria de Jalisco, México, jamás fue víctima ni conocía victimas de acosos sexuales de parte de los supervisores.
Todo eso cambio en marzo del 2000, cuando una trabajadora le comentó que mientras estaba cosechando uvas, un supervisor nuevo se le arrimó por atrás y le agarró los pechos. Como mayordoma, Mejía inmediatamente fue y le preguntó al supervisor si las acusaciones eran ciertas. El supervisor lo negó, pero aun así los acosos sexuales de él siguieron hasta que las trabajadoras no pudieron aguantar más.
Para las mujeres indocumentadas que son víctimas de acosos sexuales, a veces el terror de ser deportadas no les permite decir la verdad y confiar en alguien que quizás pueda ayudarlas, según un informe de la Fundación para la Prevención de Violencia Familiar (FVPF, por sus siglas en inglés). El mismo informe también indica que hay varias maneras de como algunas personas pueden amenazar y abusar de una mujer inmigrante. El abuso no siempre es sexual, también puede ser físico, verbal, emocional, etc.
Se estima que cada año hay 29,000 actos de violencia cometidos contra mujeres en el trabajo, según FVPF.
Desafortunadamente, hay muchos casos de violencia que no han sido reportados a la policía, según el mismo informe.
En la compañía de Blas Rivera Vineyards, Mejía explicó que la forma en que se dividen los trabajadores es por diferentes niveles. “Hay 50 a 100 trabajadores por cuadrilla [grupos de trabajadores]”, dijo Mejía, “Había 19 cuadrillas en el campo y para cada cuadrilla hay un mayordomo. Arriba de los mayordomos están los supervisores de los mayordomos y al final son los dueños de la compañía”.
Después de los reclamos de acosos sexuales del año 2000, Mejía y sus 57 trabajadores fueron mandados a sus casas por uno de los supervisores con la seguridad de que él los iba a llamar el siguiente día para trabajar, pero ese día nunca llegó.
“Nunca me hablaron para pizcar y mis trabajadores se estaban desesperando”, dijo Mejía.
Ella y sus trabajadores intentaron solicitar trabajo en otros campos, pero en ninguno obtuvieron buenos resultados. “Me quede en blanco y me puse a llorar”, dijo Mejía entre su llanto. “Sentí impotencia y coraje y la gente me empezó a decir ‘Pues tu, algo hiciste mal. Mejor te hubieras quedado callada y todavía pudiéramos tener trabajo’”.
En desesperación, ella y 18 de sus trabajadores solicitaron ayuda de diferentes organizaciones para demandar a la compañía que tanto las hizo sufrir. Por medio de la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC, por sus siglas en inglés) ganaron la demanda en junio de 2005 por un acuerdo extrajudicial con Blas Rivera Vineyards. Según en el reporte de prensa de la EEOC, los abogados de Blas Rivera Vineyards, Shane Caine y Charles Ellis, insisten que las acusaciones contra la empresa no son verdaderas y que el acuerdo simplemente fue una decisión practica de negocios porque el costo de seguir el proceso litigio seria más ni que pagar el acuerdo de 1,050,000 dólares a las victimas.
El EEOC es una agencia federal que se encarga de asegurar que las leyes federales sean cumplidas para que gente no sean discriminados en los trabajos. Según en el sitio de Internet de la EEOC, “Cuando se investigan casos específicos de hostigamiento sexual, estudian todo el historial: las circunstancias, la naturaleza y el contexto en el cual sucedieron los supuestos avances sexuales. Finalmente, se hace una determinación sobre los hechos alegados en el caso especifico”.
En el año fiscal de 2009, hubieron 93,277 cargos de discriminación en el trabajo y 30 por ciento eran por discriminación sexual, según un informe del EEOC.
Aunque Mejía no ha vuelto encontrar trabajo en los campos desde que empezaron todos los problemas, ella dice que no se arrepiente de ninguna de sus acciones.
“Fui bien valorada por mis hijos porque no me dejé”, comentó orgullosamente la madre de cinco. Ahora, Mejía se dedica a participar en diferentes organizaciones que ofrecen ayuda para las mujeres que la necesitan. Una de las organizaciones en las que está involucrada es Líderes Campesinas.
Líderes Campesinas es una organización que se dedica en brindar ayuda a las mujeres campesinas para que puedan lograr derechos necesitados en la comunidad. La organización tiene nueve diferentes comités por todo el estado de California y tuvo sus inicios en 1988 en el Valle de Coachella. Ramona Félix, asistente coordinadora de Líderes Campesinas, dice que la organización, la cual cuenta con más de 300 miembros, no es una agencia sino un lugar donde refieren a la gente a los recursos que necesita.
Por medio de reuniones educativas, los miembros de la organización aprenden sobre temas como la salud, pesticidas, acoso sexual, violencia doméstica y muchos más. “Han sido bien exitosos [los servicios que ofrece la organización]”, dijo Ramona, “porque aquí en el Valle de Coachella de los ocho años que tengo involucrada con Líderes Campesinas, tenemos seis personas que han agarrado su visa para trabajar y eran víctimas de violencia domestica”.
Ramona también agregó que la discriminación contra las mujeres y el acoso sexual de parte de los mayordomos son muy comunes en los campos. En su experiencia, los mayordomos siempre ponían como escusa la supuesta debilidad de la mujer para no darles trabajo.
“Nos decían que no podíamos con las cubetas de tomate o que el hombre hacía el trabajo más rápido que ninguna mujer”, dijo Ramona, “Pero todos esos pretextos son falsos”.
Esperanza Guzmán, representante del comité de Líderes Campesinas del Valle de Coachella, trabajó en los campos por 20 años. En ese tiempo, ella pizcó diferentes cultivos, como uvas y pepinos. En su tiempo como campesina, Esperanza comentó que los acosos contra las mujeres son bien prominentes, especialmente si el mayordomo del campo sabe que una mujer anda sola.
“Los mayordomos empiezan con decirles a las mujeres que lo que están haciendo ellas lo están haciendo mal”, dijo Esperanza. “Luego se les ponen por atrás y les dicen, ‘Mira, mira mi hijita, así agarras el racimo y sóbalo de esta manera’. Pero todo lo que les están diciendo es en doble sentido”.
El acoso sexual es considerado en Estados Unidos como una forma de discriminación sexual que viola el Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964, según un reporte del EEOC.
María de los Ángeles López, miembro de Líderes Campesinas por dos años, comentó que por medio de la organización pudo aprender sobre sus derechos como trabajadora.
“Si hay alguien que me está acosando en el campo, yo sé dónde dirigirme”, dijo la originaria de Guerrero, “puedo reportarlo con el supervisor o con el dueño y luego con la oficina en el trabajo. Si ninguno de ellos me ayuda, pues por eso está la organización y les puedo contar mi historia. Ellas me van a decir dónde es que debo a ir para que me ayuden”.
Ramona añadió que la meta de la organización es que haya cambios en el trato de los campesinos. “Ellos son los que llevan la fruta a la mesa”, dijo Ramona, “son los que trabajan para que el resto estén comiendo bien en sus casas [sin embargo los campesinos] son los más perjudicados dentro del trabajo”.
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