Por ADOLFO FLORES
EL NUEVO SOL
Alma se graduó en el grupo más alto de su clase, ganó becas, recibió honores por servicio comunitario y por sus logros académicos, fue la jugadora más valiosa de su equipo de baloncesto y capitán de su equipo de voleibol y fue reconocida por ser atleta y tener un promedio alto (3.4), pero ya que es una estudiante AB540, su talento no puede aprovecharse a su máxima capacidad.
Estudios sobre este tipo de estudiantes son pocos, aunque se estima que hay 65,000 estudiantes indocumentados que se gradúan de la preparatoria cada año, y de ellos, 13,000 se matriculan en la universidad.
Alma es una de los 171 estudiantes indocumentados que fueron parte de una investigación realizada por el doctor William Pérez, profesor de educación de la Universidad de Posgrado de Claremont. La investigación, titulada en inglés “Loss of Talent: High Achieving Undocumented Students” (“Pérdida de talento: estudiantes indocumentados de grandes logros”), se centra en los logros académicos y la tensión socioeconómica de los estudiantes indocumentados.
La investigación prueba la alta motivación, los grandes logros académicos y los bajos niveles de depresión que los estudiantes indocumentados tienen a pesar del rechazo y las largas horas que trabajan.
“En una sociedad que valora los logros y la automotivación”, dijo Pérez, “estos estudiantes están inundados de reglas y no se les recompensa por su determinación”.
Muchos estudiantes que participaron en la investigación han experimentado capas adicionales de reveses sociales, emocionales y académicos.
La investigación encontró que 57 por ciento de los 171 estudiantes indocumentados que fueron estudiados trabajan 40 horas o más a la semana y que 67 por ciento de ellos tienen un promedio de 3.0 ó más.
Los datos también muestran que muchos de estos estudiantes han trabajado muy duro en la academia y en la comunidad; ganando el reconocimiento de maestros, consejeros y líderes comunitarios. Pero cuando estos estudiantes ponen un pie en una universidad, su trabajo y esfuerzo no es tomado en cuenta.
“Estos individuos no solamente logran grandes metas, sino que [también] son superciudadanos”, dijo Pérez. “Y aún así les negamos los beneficios que tienen los demás”.
Muchos de los estudiantes indocumentados vinieron a Estados Unidos cuando tenían cinco años y su identidad está conectada aquí, no en su país de nacimiento, afirmó Pérez, pero los estamos castigando por una decisión que ellos no tomaron.
“Optimismo inmigrante” es el término usado por Pérez para describir la motivación que estos estudiantes indocumentados tienen para completar sus estudios, aunque su situación sea a veces difícil.
“Es la creencia de que si trabajas lo suficiente, puedes lograr tus metas”, dijo.
La investigación encontró que varios elementos contribuyen a la adaptabilidad de los estudiantes indocumentados. Uno es la ayuda que reciben de sus familias, maestros y comunidad. También la capacidad de convertir una situación negativa en una positiva.
Heidi Coronado, quien es una de las estudiantes de posgrado de Pérez, centró su investigación en la adaptabilidad y la participación cívica de los estudiantes indocumentados.
“Para ellos, ir a la universidad no es cuestión de obtener una licenciatura, sino de ayudar a sus familias”, dijo Coronado.
Algunas personas estudian para hacerse famosos, pero ellos también lo hacen para marcar una diferencia en la situación de los estudiantes indocumentados, dijo Coronado. Este es un tema muy cercano a los investigadores, porque en algún tiempo todos ellos fueron estudiantes indocumentados.
El estudio también analiza el impacto económico que implica negarles una educación universitaria a los estudiantes. Dice que se está creando una nueva clase de pobreza en vez de dejar que los estudiantes contribuyan positivamente a la economía, aunque se sabe que ellos van a seguir viviendo en Estados Unidos.
El estudio estima en más de ochocientos millones de dólares la pérdida en California por educar a la juventud indocumentada por diez años y no permitir que trabajen. Durante su vida laboral, una persona con una licenciatura ganaría 2.1 millones de dólares, pagaría más impuestos y sería menos probable que dependiera de la ayuda del gobierno, según la investigación.
Richard Cortés, consejero de Santa Monica College y otro estudiante de posgrado que fue parte de la investigación, dijo que un consejero nunca lo educó en cómo ayudar a los estudiantes indocumentados. Espera que en el futuro, estudios como el de Pérez sirvan para llamar la atención acerca de la situación de estos estudiantes y se prepare mejor a los consejeros para que los ayuden a superar varias barreras.
“Tarde o temprano”, dijo Cortés, “este país comenzará a darse cuenta que estamos desperdiciando los talentos de estos estudiantes”.
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