Los jóvenes LGBTQ sin hogar pueden encontrar ayuda

El director Alejandro Soria y el estudiante de CSUN y empleado Matthew Contreras cuentan las experiencias que se han encontrado en el centro de refugio para jóvenes LGBTQ sin hogar.

Por GILLIAN MORÁN PÉREZ
EL NUEVO SOL

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Detrás de unas puertas blancas a la esquina de una clínica pública, jóvenes que están a riesgo de quedarse sin hogar encuentran un centro de refugio que les ayudaría a salirse de la calle, si ellos sinceramente quieren cambiar su situación.

Alejandro Soria, de 50 años, es el director de The Village Family Services Drop-In Center, un centro de refugio en donde ayudan a los jóvenes a salir de la calle y encontrar vivienda, oportunidades de trabajo, cuidado de salud y mucho más. De los jóvenes que llegan a este sitio, la mayoría se identifican con la comunidad LGBTQ.

“Por lo menos la mitad se identifican como LGBTQ”, dice Soria, “pero al principio no todos se quieren identificarse”.

En el año 2018, True Colors United, una organización que aboga para la juventud LGBTQ, encontró que el rechazo familiar después de salir del clóset es una de las razones más comunes por la que hay muchos jóvenes de la comunidad LBGTQ sin hogar.

Se estima que los jóvenes LGBTQ tienen un riesgo dos veces mayor de quedarse sin hogar que los jóvenes cisgénero. Un estudio hecho por Chapin Hall en la Universidad de Chicago encontró que el 20 por ciento de los jóvenes que viven sin hogar en los Estados Unidos se identican como LGBTQ, y en algunas zonas urbanas este porcentaje sube hasta el 40 por ciento, pero estos jóvenes representan solamente 7 por ciento de la población juvenil.

Sin embargo, Soria explica que, en su experiencia, la orientación sexual es secundaria a las razones por las que los jóvenes viven en la calle. En realidad, hay una combinación de motivos que los jóvenes identifican al principio en una encuesta que llenan al llegar al centro.

Por lo tanto, según Soria, los jóvenes LGBTQ llegan porque tienen problemas adicionales como el abuso de substancias, problemas mentales o también por padres que tienen los mismos problemas.

“Si los jóvenes tuvieran que trabajar con una sola preocupación, no estarían en la calle”, dice Soria.

Soria explica que había momentos cuando los padres de estos jóvenes llegan a visitarlos. Ellos dicen que fueron las drogas y no su orientación sexual la razón por la cual fue lo sacaron de la casa.

“No tenemos que echarle la culpa a la identidad, es solo una parte de la persona, es el compartimiento que te saca de la casa”, les dice Soria.

Hay casos de jóvenes que viven crónicamente en la calle y también hay jóvenes que solo están por dos a tres meses y después se levantan y desaparecen. Unos prefieren no salirse de las viviendas, otros llegan nada más para usar los servicios.

Matthew Contreras, de 20 años de edad, es una especialista de trabajo y estudiante de la Universidad del Estado de California en Northridge (CSUN). Contreras habla de un cliente que tiene problemas muy graves, que solo entra para usar los servicios, pero no quiere ayudarse a él mismo.

Cuando Contreras va manejado por la calle, hay veces lo ve empujando su carrito, colectando botellas y buscando comida.

“Me duele mucho y llama mi atención”, dice Contreras. Ese cliente, según él, siempre llega con moretones indicando las noches difíciles que tiene que pasar en la calle.

El trabajo de Contreras es educar a los jóvenes en cómo encontrar un trabajo, crear un currículum y las habilidades sociales que a veces les faltan. Los sábados, Contreras y otra persona salen al North Hollywood Skate Park, donde están los campamentos de la gente sin hogar, y les hablan, distribuyendo mochilas que llevan comida y más necesidades.

“Yo soy la persona que habla con ellos, les da comida, entendiendo qué es lo que necesitan”, dice Contreras.

Se siente orgullo haciendo su trabajo, porque está entendiendo más de una población que la gente ignora todo el tiempo. Contreras relata cómo mucho de los jóvenes lo consideran su amigo. Contreras también contó que él recién había salido de su casa y se fue a vivir con su mejor amiga por un año porque tuvo problemas con su familia por identificarse como gay.

Debido a que se quedó sin hogar y a los esfuerzos que tuvo qué hacer para pagar por sus necesidades básicas, dejoó de estudiar un semestre. Ahora tiene una mejor relación con sus padres y está involucrado en muchas cosas en CSUN.

Antes de trabajar con el Centro de Refugio (Drop-In Center), Contreras participo en un panel de discusión para celebrar el Día del Gay Latino. Sus padres y hasta el profesor de Queer Studies Matthew Clements asistieron, apoyándolo para que les contara a otros padres su historia de salir del clóset. Conto que su mamá se puso de pie y enfrente de todos afirmó su amor para él y también les recomendó a otros padres que acepten a sus hijos.

Contreras explicó que las personas LGBTQ son incomprensibles por la gente. Hay un estigma con la gente sin hogar, pero es peor para los de la comunidad LGBTQ.

“No es el trabajo de la gente queereducar a los que no son queer”, dice.

El valle de San Fernando, hay diferentes recursos LGBTQ, como el centro de LGBTQ en San Fernando, SOMOS FAMILIA, CSUN Pride Center y Kaiser, que tiene servicios para la gente transgenero. Soria contó que la concejal Nury Martínez estableció una coalición LGBTQ para el valle de San Fernando, lo cual ayudó a las comunidades en diferentes centros a intercambiar sugerencias e información. Sin embargo, Soria y Contreras expresan que el valle no tiene un centro grande con compracieon con el LA LGBTQ Center y por lo tanto los recursos no son suficientes.

Soria recordó su época de joven en los 80 cuando la epidemia del HIV/AIDS le quitó  la vida a sus amigos. En comparación, hoy uno puede vivir con HIV y tener acceso a clínicas como The Village.

Soria cuenta que hay pocas personas que regresan y después de salirse de vivir en la calle. Hay una empleada que llegó buscando un hogar y trabajo, y ahora trabaja de especialista para apoyar a los demás.

Aunque los que llegan desaparecen después de un tiempo, Soria expresa que su trabajo es para un éxito a plazo largo.

“Para nosotros, el éxito es que ellos puedan estar estables”, dice. Soria revela que sí hay jóvenes que pasan por recaídas. Por eso dice que si ellos realmente quieren salir de la calle, necesitaran aceptar toda la ayuda y asumir su responsabilidad.

 


Tags:  estudiante de CSUN Gillian Morán Pérez Matthew Contreras North Hollywood The Village Family Services Drop-In Center

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Gillian Morán Pérez
Mi nombre es Gillian Moran-Pérez, nací en Reseda y mis padres son del capital de San Salvador. Mi pasión por la literatura me abre las puertas para escribir sobre muchos temas, pero lo que más me interesa es ser una periodista de investigación para mantener el equilibrio en la sociedad entre la gente y las autoridades. Cuando sucede que tengo tiempo libre, me gusta ocuparme en entretener a mi sobrina o ser voluntaria en campamentos para jóvenes, lo cual me ayuda recordar que hay mucho belleza y aventuras en la vida. Lee mis artículos en El Nuevo Sol aquí.




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