Mi vida de inmigrante en Estados Unidos

Kimberly González entrevista a su madre para mostrar cómo los inmigrantes prosperan para perseverar su sueño y contribuir al bienestar del país día tras día.

Por KIMBERLY GONZÁLEZ
EL NUEVO SOL

A los 19 años, Elvia Carbajal tomó una decisión difícil que cambió su vida. La decisión de reiniciar una vida lejos de México, y cruzar la frontera. Corriendo peligros inimaginables en el cruce entre el cerro de Tijuana y los Estados Unidos, Elvia estaba acompañada de su hermano y un coyote. Inicialmente, su plan era cruzar un año para dejar a su hermano en los Estados Unidos y regresar para retomar su vida en México. No esperaba que, llegando aquí, su vida cambiaría completamente.

Dejando sus estudios universitarios, y su profesión de secretaria, Elvia y su hermano tomaron un autobús de Toluca, México, hacia Tijuana para encontrarse con el coyote. Después de un viaje de tres días, finalmente habían logrado llegar a la frontera. Al cruzarla, se enfrentaron con varios obstáculos. En el trayecto, se encontraron con un hombre con machete que amenazaba con atacarlos. Después de un largo viaje por el cerro, donde tuvieron que dormir, se encontraron con otro obstáculo: la migra. Elvia y su hermano se deshicieron de los zapatos con los que habían cruzado y se arreglaron y prepararon para enfrentar la migra. Todos los del grupo fueron regresados a México, pero Elvia y su hermano fueron dejados libres en Estados Unidos, y el oficial les dijo: “buena suerte”.

La siguiente aventura que les tocaba era tomar un tren desde San Diego hacia la ciudad de Los Ángeles, donde se reencontraría con familiares que los hospedarían. En un apartamento donde había siete hombres, Elvia estaba solita. Las noches eran largas y llenas de lágrimas. Con mucha soledad, porque su familia se quedó en México y su hermano se dedicaba a tomar sin cuidar de Elvia. Sufría día y noche por la soledad. Antes de comenzar a trabajar, le informaron que se cambiará el nombre para que no tuviera problema con inmigración. En ese momento comenzó usar el nombre Patty Lara.

Usando el nombre Patty Lara, comenzó a trabajar en McDonald’s. Fue su primer trabajo que logró obtener en los Estados Unidos. Para llegar al trabajo, tenía que tomar el autobús, sin saber cómo leer las calles en inglés. Logró prosperar y fue ascendida a manager a los tres meses. Logró todo esto sin saber cómo hablar inglés y siendo un inmigrante en este país. Después de algún tiempo, una nueva oportunidad de trabajo le llegó a Patty. Un trabajo de recurso humano en la mueblería La Popular. Sin saber que La Popular sería su lucero de esperanza.

La reforma de inmigración y control bajo la ley de inmigración y nacionalidad le dio la oportunidad a Patty de naturalizarse en los Estados Unidos. Gracias a su jefe ella fue una de los que pudieron obtener ciudadanía en los Estados Unidos patrocinada por la empresa. En el año 2014, Patty por fin obtuvo la ciudadanía en los Estados Unidos como Patricia E. González.

Patty ha logrado formar una familia desde su llegada a los Estados Unidos. Formando su familia a lado de su marido, sus dos hijos y sus perros. Ella y su marido ya tienen 25 años de matrimonio.  Con un trabajo estable en la mueblería La Popular, como gerente de recursos humanos y gerente de ventas, Patty contribuye con sus impuestos a la economía de Estados Unidos.

A pesar de los escándalos políticos con el nuevo presidente y su opinión de los inmigrantes, Patty es un ejemplo de que los inmigrantes aportan a la economía de Estados Unidos. Dándoles la oportunidad, ellos logran prosperar y contribuir al bienestar del país. Muchos inmigrantes son privados de naturalizarse a pesar de trabajar y contribuir con sus impuestos. El sueño americano sí existe, y con trabajo y perseverancia se puede lograr, como Patty lo logró hacer.


Tags:  Kimberly González migración Patricia González

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