Radio Nepantla: Profesor de literatura crea un nuevo futuro y una nueva narrativa

Este episodio de la serie Dreamers: Redefinir el Sueño Americano cuenta la historia de Mario Escobar, un inmigrante salvadoreño que usó la educación superior para construir un nuevo futuro y una nueva narrativa para él y su familia.

Por TOMÁS RODRÍGUEZ y GILDA CALDERÓN
RADIO NEPANTLA

Tomás Rodríguez: Bienvenidos a Radio Nepantla, un podcast de El Nuevo Sol, el sitio multimedia del programa de periodismo en español de la Universidad del Estado de California en Northridge. Soy Tomás Rodríguez.

Gilda Calderón: Y yo soy Gila Calderón. Este podcast es parte de una colaboración de El Nuevo Sol, el Centro de Recursos DREAM del Centro Laboral de UCLA y el show de Omar y Argelia.

Tomás Rodríguez: Este episodio cuenta la historia de un inmigrante salvadoreño que usó la educación superior para construir un nuevo futuro y una nueva narrativa para él y su familia.

Mario Escobar: Mi nombre es Mario Ángel Escobar. Soy profesor de español, literatura, en el colegio Mission College aquí en california.

Yo recibí mis cartas de aceptación de Berkeley, UCLA, entre otras universidades y a la misma vez, la carta de deportación. Llegó un momento donde uno tiene que perder el miedo. Aceptar todas las posibilidades, bien sean negativas o positivas. A afrontarlas con valor y con principios. Yo sabía de que si me salía de la escuela, no iba tener un buen trabajo, en primer lugar porque no contaba con los documentos y también estaba la posibilidad de que me iban a sacar del país. Entonces, empecé a elaborar varias metas.

Gilda Calderón: Mario nació en El Salvador en 1978. Pasó su niñez en uno de los tiempos más violentos en Centroamérica, la guerra civil en El Salvador. Como muchas personas, Mario tuvo familiares tanto entre los militares como entre los guerrilleros. Le preguntamos qué cosas vio en su país, pero nos explicó que no es tan fácil contarlo.

Mario Escobar: Esa es una pregunta que requiere tiempo para responder porque a través de los ojos de un chiquillo, uno ve cosas que no tiene que ver a esa edad. La guerra en principal, muertes, todo un desorden, todo un caos social, bastante bastante fuerte. No es muy fácil de comunicarlo.

Tomás Rodríguez: Mario decidió salir de El Salvador y migrar a Estados Unidos en busca de asilo político.

Mario Escobar: Llegué a la edad de 12, 13 años, si recuerdo bien. En los principios de los 90. La razón por la cual decidí emigrar fue por la guerra, la situación política, sociopolítica que se estaba dando en ese momento. Decidí salir del país.

Tomás Rodríguez: Mario no sabía que el país al que estaba migrando jugó un papel muy importante en la guerra salvadoreña. Estados Unidos les dio las armas a los militares y les enseñó cómo combatir en la famosa Escuela de las Américas.

Mario Escobar: La injusticia yo creo que no solo era por la inserción ideológica de este país, sino también había una, como se dice, un descontento político entre la sociedad. Llevó a que se armaran y tuvo como resultado una guerra civil que duró 14 años o más que 14 años, porque la revolución empezó a formarse al principio, finales de los 70. Pero el salvador ha sido un país que siempre ha estado en constante lucha política, social. De hecho también me atrevería decir que hubo unas guerras culturales. De la cuales que no se mencionan.

Gilda Calderón: Decidió dejar su país de origen atrás y embarcarse en un nuevo futuro hacia el norte. Iba a reunirse con su mamá. Pero Mario se encontró otra vez en el centro de los disturbios políticos… esta vez en Estados Unidos.

Mario Escobar: Cruzamos el río. La primera vez nos agarraron en San Diego. Llegamos a la Ciudad de San Isidro, un enero. Esa fue la primer ciudad. Llegamos a Los Ángeles. De Los Ángeles decidimos irnos a Washington D.C. Pero luego nos regresamos, porque en Washington D.C. en 1991 se dieron los disturbios conocidos como The Mount Pleasant Riots. Llegamos a Los Ángeles y en 1992 pues también, ¿no? Se dio otro disturbio. Entonces, era un poco surreal la cosa, emigrar de un país donde hay constante caos social y luego llegar a este país y tener esa misma experiencia. No ayuda a cerrar esas heridas.

Tomás Rodríguez: Muchos niños inmigrantes vienen con el deseo de seguir estudiando. Pero Mario nunca tuvo la oportunidad de empezar sus estudios en El Salvador.

Mario Escobar: Bueno, para empezar, yo no había estudiado. Yo estudié el segundo grado de parvularia en El Salvador. No tuve educación formal, mi educación creo que fue más a través de mi abuelo de que… por parte de una institución.

Gilda Calderón: A pesar de su situación, Mario anhelaba estudiar.

Mario Escobar: Al llegar a Los Ángeles, trabajé como todo inmigrante. En la jardinería, en restaurantes, pero siempre tenía esa necesidad de querer estudiar. Entonces, empecé la high school aun no teniendo récord educativo. Me inscribí o me me matriculé más bien dicho en la escuela Thomas Jefferson High, 1994-1995.

Tomás Rodríguez: Mario por fin empezó su carrera educativa… pero las leyes antiinmigrantes en California le impidieron perseguir sus sueños.

Mario Escobar: La situación se puso un poco difícil por la 187. Y eso te pone un estado bastante mal, porque no sabes si va llegar migración a la escuela o te van a deportar. Entonces, un miedo bastante real. Era la época de Pete Wilson. También una época bastante difícil con las pandillas, y decidí salirme de la high school en el 96. En el 97, me convierto en padre, muy jovencito. Así que trabajé, pero siempre, dentro de mí estaba esa semillita por querer conocer y entender mi realidad y la realidad de otros.

Gilda Calderón: Aunque Mario ya tenía más responsabilidades como padre, su anhelo de estudiar seguía vivo. Buscaba una carrera corta que pudiera estudiar y luego obtener un trabajo.

Mario Escobar: Decidí matricularme en L.A. Trade Tech. Mi objetivo no era para nada las humanidades, sino que más bien quería ser plomero, quería tener una carrera corta que me pudiera dar lo justo para la canasta básica. Pero no fue así, resulta que no, no estoy muy apto para las artes manuales.

Tomás Rodríguez: Mario no era apto para un oficio. Así que decidió estudiar y así empezó su carrera de educación superior. La semillita que tenía dentro de él, creció en un árbol lleno de hojas, ramas y flores.

Mario Escobar: Se me aconsejó que estudiara otra cosa y empecé a tomar clases de filosofía e historia, sociología, y resulta que al parecer tenía cierto, como diría, se me daba, se me hacía fácil. Entonces, continué. En eso, me transferí a UCLA, saqué una doble licenciatura. Luego, estudié un diplomado con la universidad satélite que tienen aquí, de la U. de G., Universidad de Guadalajara… en literatura, y luego la maestría en Arizona, también en literatura. Y cursé el doctorado en la Universidad en Maryland. Un enfoque en literatura también.

Gilda Calderón: Fue fácil para Mario sacar buenas calificaciones, pero ser indocumentado no le ayudó.

Mario Escobar: Cuando dije que la escuela era fácil, me referí a la materia. No el estar allí. Estar en esa institución significa todo un cambio de pensamiento, todo un cambio sociocultural. Porque en primer lugar era una persona indocumentada, no contaba con los documentos, con la legalidad que requería para obtener las becas o pasantías. De hecho, se me negó, se me negaron varias becas. Aun después de haberlas ganado, se me negaron las becas. Una beca de 10 mil dólares y hubo otra de 15 mil. Era bastante difícil. Lo suficiente para desanimar a cualquier persona.

Tomás Rodríguez: Mario enfrentó varias barreras en su camino hacia la educación superior. Pero su meta era nunca rendirse.

Mario Escobar: Yo tenía un objetivo. Y entendía muy bien que aun cuando esa narrativa del triunfo no estaba diseñada para mí. Está en mí, rediseñar esa narrativa y plantarme, insertarme dentro esa institución y triunfar.

Gilda Calderón: Él dice que estos tipos de narrativas son engañosas y le dan a personas expectativas falsas.

Mario Escobar: Los “soñadores” “El Sueño Americano”. Eso a mí me parece bastante problemático porque es una especie de metanarrativa. Lo cual nos convierte en unas personitas con un pensamiento bastante… lo que diríamos “mágicos, tontos” por no usar otra palabra. Queremos ser el número uno, queremos tener la casita, queremos tener las mejores cosas. Y nos alejamos de la realidad, de lo que es una persona triunfadora. Es aquella que tenga la habilidad o la capacidad de poder navegar, negociar su identidad, sus aspiraciones sin tener que comprometer su propia persona, quién es, de dónde viene. En realidad, no creo que exista un “sueño americano.” Pensar en un sueño americano es suscribirte a ciertas tendencias que son bastante dañinas para el crecimiento humano.

Tomás Rodríguez: Antes de llegar a UCLA, Mario recibió varias cartas de aceptación, pero al mismo tiempo le llegó una carta de deportación. No dejó que eso lo detuviera. Tenía que quedarse en la escuela porque no veía un futuro sin la educación.

Mario Escobar: A mí se me puso en proceso de deportación. Yo recibí mi cartas de aceptación de Berkeley, UCLA, entre otras universidades y a la misma vez, la carta de deportación. Llega un momento donde uno tiene que perder el miedo. Aceptar todas la posibilidades, bien sean negativas o positivas. Afrontarlas con valor y con principios. Yo sabía que se me salía de la escuela, no iba a tener un buen trabajo. En primer lugar, porque no contaba con los documentos y también estaba la posibilidad de que me iban a sacar del país.

Gilda Calderón: Mario llegó a una de las universidades más prestigiosas de la nación porque nunca se rindió. Él dice que desanimarse puede causar mucho daño.

Mario Escobar: Yo creo que el gran error que uno puede cometer es desanimarse. Ya porque la circunstancia te ha cambiado o ha cambiado, no quiere decir que hayas cambiado tú como persona.

Me encanta la ley de la termodinámica, que la energía no cambia. El fuego se apaga, se convierte en ceniza. La energía es un elemento que no se puede destruir. Y así debe de ser el carácter: los principios de uno. Cuando uno tiene principios, objetivos muy claros, hay que embarcarse, convertirse en ese capitán decidido, temerario, donde nada te puede parar. Y para mí era eso: alcanzar el nivel más alto de educación, porque la educación era algo que nadie me lo podía quitar. Y aun pienso así. Que nadie me puede quitar la educación, el conocimiento, porque el conocimiento es la llave para navegar cualquiera sistema, para afrontar cualquier narrativa y negociar aun en los espacios más difíciles.

Tomás Rodríguez: Mario tampoco era un superhéroe. Varias veces, él también se sintió desanimado. No sabía si iba a terminar sus estudios antes de enfrentar una posible deportación. Pero se adaptó y buscó formas para sobreponerse a los obstáculos.

Mario Escobar: Mira, todo eso se siente y es normal, es natural. La energía puede cambiar de forma, pero nunca cambia quién es o qué es. En mi caso, las circunstancias iban cambiando, yo me iba adaptando a esas circunstancias. Es saber adaptarse, saber negociar esos espacios, aún cuando los espacios no están a tu favor. Es difícil, pero encuentras diferentes salidas para poder mitigar cualquier emoción que puedas sentir en ese momento. Para mí, mi forma de escape, o mi forma de escapar es y será la poesía. La poesía, la escritura, la pintura, esa es mi forma de escapar, donde [yo] encuentro ese lugar idílico donde yo me siento tranquilo.

Gilda Calderón: Mario tiene una biblioteca que llena una recámara de su casa. Cuando entramos, vimos que tenía dos paredes llenas de libros. A un lado estaba un lienzo listo para ser pintado. En las paredes colgaban pinturas y hasta una foto de Mario como un niño guerrillero.

Mario había vivido en Los Ángeles la mayor parte de su estancia en Estados Unidos, pero escogió ir a uno de los estados más conservadores y antiinmigrantes del país para estudiar su maestría.

Mario Escobar: Cuando decidí aventurarme, quería estudiar en Arizona, lo hice porque me había cansado un poco de aquí, en Los Ángeles, de California. Quería experimentar, conocer nuevos lugares.

Tomás Rodríguez: La gente le suplicaba a Mario que no fuera a Arizona, pero él consiguió una beca completa para estudiar su maestría en la universidad de ese estado.

Mario Escobar: Todo el mundo me decía: “Mario, Arizona es peligroso, allí está Arpaio,” esto y lo otro. En fin, no dejé que eso me desanimara. Me avalancé, me tiré a este precipicio de preguntas. Ese mundo incierto que era para mí en ese entonces.

Gilda Calderón: Mario era activista en UCLA. Fue parte del grupo IDEAS, un grupo de estudiantes que apoya a estudiantes inmigrantes. Aunque no fue a Arizona para ser activista, no pudo quedarse en silencio contra Joe Arpaio, el famoso Sheriff del condado de Maricopa. Arpaio es un oficial que abusó de su poder para arrestar y deportar a inmigrantes indocumentados que vivían allí.

Mario Escobar: Y se me dijo en un momento que había llegado a Arizona a estudiar, no a ser activista. Se me acusó de ser activista porque empecé a organizarme en Arizona también, en contra de Arpaio. Hubo ocasiones donde me paró el Sheriff, llamaron a migración.

Tomás Rodríguez: Aunque Mario era inmigrante, tenía el beneficio de tener asilo político. Pero él se sentía menos como salvadoreño. La sociedad le pedía que se asimilara al nuevo país, pero a la misma vez, la cultura de Estados Unidos lo rechazaba por ser extranjero.

Mario Escobar: La fortuna que tenía pues ya ese documento de asilado político. Pero eso no deja a uno de hacerlo sentir mal. Estás en una sociedad que te pide constantemente que te integres y a la misma vez te está rechazando. Eso crea un vacío existencial, una crisis existencial, donde dices: “bueno, me quieres o no me quieres”. Y cada día que pasa, te vas sintiendo menos, en mi caso, menos salvadoreño.

Gilda Calderón: Mario se dio cuenta que su identidad era una mezcla de varios identidades, pero la usó para su beneficio. Tomó este espacio nuevo con mucho orgullo.

Mario Escobar: Uno crece, u n día te puede decir: “Bueno es que soy salvadoreño, nací allá”, pero te das cuenta de que todo tu bagaje cultural es más mexicano que salvadoreño. Y luego llega otro momento donde dices, te dicen tus amigos mexicanos: “Eres más chicano que mexicano”. Y luego te dice un americano cuando vas a otro lugar, así como Maryland, mi experiencia en Maryland, dice: “Tu suenas bastante an East L.A. chicano boy”. Entonces, dice uno: “Ah, caray”. Entonces, te das cuenta que eres una mezcolanza. Eres parte de un proceso, de unas circunstancias y logras aceptar cada pedacito de lo que eres y entenderlo desde un punto, como te podría decir, sí ideológico, porque usas eso como una arma para poder abrirte un espacio.

Tomás Rodríguez: Después de haber estudiado su maestría en Arizona, Mario otra vez se dirigió a la Universidad de Maryland en busca de su doctorado.

Mario Escobar: Entré al doctorado, se me dio una beca. La beca era no solo por mis calificaciones, sino también por lo cual había escrito. Ya tenía ya un librito o dos libritos de poesía. Pero la academia es un lugar que puede ser asfixiante. Estas son estructuras y dentro de estas estructuras se manifiestan narrativas que no están diseñadas para ti. Entonces, entras en crisis, pero continuas, en fin.

Gilda Calderón: El camino de Mario nunca fue fácil. No era ciudadano, así que no pudo tomar ventaja del apoyo financiero para estudiar en la universidad. Con la ayuda de la ley AB 540, pudo pagar sus cursos como residente de California, pero no fue todo fácil para él.

Mario Escobar: Sí califiqué como AB540, pagué in-state tuition. Pagué la cuota de los que tienen que pagar en el estado cuando estaba en el colegio comunitario, y eso es otra cosa que fue bastante difícil. Porque con familia, trabajar, a veces… entraba al trabajo bien noche, salía de casi madrugaba, me iba a estudiar. Habían días que no te encontrabas con el ánimo, pero luego te dabas cuenta de que tenías responsabilidades, que uno tiene responsabilidades y eso se convierte en el motor.

Tomás Rodríguez: Este motor de motivación lo llevó del colegio comunitario hasta las universidades más importantes de la nación. Aunque tardó un poco en encontrar trabajo, Mario regresó a Los Ángeles y empezó su carrera como maestro.

Mario Escobar: Regresé aquí a Los Ángeles, pasé dos años desempleado. Empecé a enseñar en unas clases en la high school, en Garfield High. Luego, a dar clases en Cal State L.A. y luego se me dio el puesto en Mission College, como coordinador del departamento de Matemáticas, Ciencias, Ingeniería, en un programa de tutelaje o mentoring, como lo llaman en inglés. Y luego se abrió la posición de profesor y solicité y allí estamos.

Gilda Calderón: La ambición por ser profesor empezó desde el colegio comunitario. Ahí, los recursos son pocos comparados con los de una universidad, pero al final pudo aprender mucho.

Mario Escobar: Eso de ser profesor creo que se dio cuando estaba en Trade Tech. Yo, en ese momento, Me había convertido en un tutor para dos clases, las clases de filosofía y también la clase de literatura. Me encantó cuando los estudiantes llegaban y me decían: “Hey, Mario, mis calificación cambió”. O el profesor o la profesora me felicitaba y me decía: “hey, buen trabajo con los estudiantes, están entendiendo todo”. Algo en mí se despertó.

Tomás Rodríguez: Como estudiante, Mario recibió apoyo de sus profesores. Le dedicaron tiempo y así nació su anhelo de ser maestro también.

Mario Escobar: Era el deseo de ser maestro, no solo por querer enseñar, sino porque también hubieron maestros en mi vida que me dedicaron el tiempo y yo creo que es lo mejor que le puedo dar al estudiante. No es en lo material que le estás enseñando, sino darles el tiempo, abrir el espacio para que ellos puedan comunicar o comunicarse, quiénes son, de dónde vienen, dónde están y hacia dónde se van. Usar ese capital propio que tienen. Son los chicos, en nuestras comunidades, son bastante inteligentes, pero ellos adoptan o heredan ciertos patrones discriminatorios que lo hace ver como ilusos, como personas que no son capaces de salir adelante, cuando es todo lo contrario. Tenemos un gran capital humano en estos chicos y chicas que me parece a mí increíble, fascinante, y como profesor eso me motiva y quiero continuar ese viaje junto a mis estudiantes.

Gilda Calderón: Como padre y educador, Mario cree que lo mejor que puede hacer es enseñar a sus hijas el camino que él mismo hizo hace muchos años.

Mario Escobar: Como te digo, yo quedé huérfano muy temprano, no tuve padre, mi padre murió, o más bien dicho lo mataron cuando yo tenía 8 años. Mi madre pues es una persona que no creo que comprenda mucho esto de la educación. Ella tiene su propia experiencia, somos vidas muy apartes. Uno puede señalar el camino, mas no los puede empujar. Yo creo que cada quien se va labrando, o se labra su propio camino. Lo que uno espera es simplemente mostrarles con hechos y señalar el mejor camino, eso hago yo con mis hijos. Trato la manera de que ellos tengan el buen ejemplo, pero resten ellos lo que quieran hacer con sus vidas. Esto puede sonar un poco trillado, pero yo creo que es siempre tener la humildad de entender y saber que no lo sabes todo. Eso es importante porque a veces, el tonto se cree sabio, pero es mejor cuando el sabio se cree que es un tonto.

Tomás Rodríguez: Mario cree que la palabra o categoría de ser Dreamer es problemática. Él piensa que las expectativas de ser Dreamer son muy altas y a veces muy superficiales. Prefiere crear su propio espacio en que él pueda definirse sin ser parte de una narrativa ajena.

Mario Escobar: Soy varias cosas, varios tiempos, varios espacios. No puedo definirme como una sola cosa singular, porque al hacerlo me estoy inscribiendo, o me estoy reduciendo. Soy Mario, niño de la guerra, soy Mario el inmigrante, soy Mario el chicano de la calle de Boyle Hieghts, soy Mario el profesor, soy Mario el papá, todos son diferentes roles.

Gilda Calderón: Mario todavía no cuenta con los papeles de residencia, pero él no deja que eso lo desanime. Él va a seguir luchando, como lo ha hecho todo su vida.

Mario Escobar: Todavía no tengo la residencia. Estoy en ese proceso. De hecho, hemos contratado a una abogada. Tengo asilo político, pero eso no es pues protección completa, no. Así es que estamos esperando a ver si este año se solucionan las cosas. Espero que este año haya una solución, pero puedo trabajar. Y como te repito, reitero lo dicho, uno tiene que continuar, no dejar que algo o una circunstancia evite o sea la piedra en el camino con la que te vayas a tropezar. No, uno tiene que esquivarlas, buscar maneras, siempre saber navegar.

Tomás Rodríguez: Por medio de la educación, Mario creó una nueva narrativa. Esta narrativa no es parte del sueño americano, pero es parte de algo más grande.

Mario Escobar: A veces, cuando me hacen estas preguntas, entro en un estado más filosófico. Y es algo que me gusta caminar así. Escucha, sentarme debajo de los árboles, aquí, y meditar.

Yo creo que más que el sueño americano es el sueño humano. Poder desarrollarse, poder crecer, tener el espacio, los recursos para crecer. El momento que le niegas los recursos, limitas el espacio para que el ser humano crezca. Allí ya estamos robándole algo muy valioso, y es la dignidad humana.

Gilda Calderón: Muchas gracias por escuchar a Radio Nepantla: La Voz que Traspasa Fronteras. Los invitamos a escuchar el resto de la serie “Dreamers: Redefinir el Sueño Americano”… Ahí contamos las historias de los jóvenes que están luchando para hacer realidad el sueño colectivo de los inmigrantes.

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Si quiere saber más de los jóvenes indocumentados, visite la página web del Centro Laboral de UCLA: labor punto u-c-l-a punto e-d-u

Esta fue una producción de El Nuevo Sol, el proyecto multimedia en español de la Universidad del Estado de California en Northridge. Producción y edición: Tomás Rodríguez. Voces de Tomás Rodríguez y Gilda Calderón. Composición y producción musical de Alex Bendaña.

Soy Gilda Calderón.

Tomás Rodríguez: Y soy Tomás Rodríguez. Hasta la próxima.


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Mario Escobar en su biblioteca. Foto de Tomás Rodríguez / El Nuevo Sol.


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Tomás Rodríguez
Mi nombre es Tomás Rodríguez y soy chicano. Con raíces oaxaqueñas, siento que soy parte estadounidense y parte indígena. Me interesa escribir sobre las historias de los Dreamers y sus luchas y logros. Me encantan los deportes (especialmente el béisbol y el futbol) y también soy un fotógrafo. Para ver más de mi trabajo visita mi sitio: Disclosurepoet.wordpress.com Mi trabajo en El Nuevo Sol está aquí.




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