Los horarios irregulares le impidieron a trabajador joven ir a la universidad

“Comencé a trabajar a los 18 años y mi primer trabajo fue en una pizzería donde solo trabajaba 4 ó 5 horas porque me veían como un morro que solo quería trabajar para hacer dinero”, dice Miguel Flores. “No me daban las oportunidades para ver si tenía potencial porque allí solo se beneficiaban los dueños”.

Por JOSÉ ANTONIO ROMERO
EL NUEVO SOL

Si hubiera una palabra para describirlo, esa palabra, entre la infinidad del léxico hispanoparlante sería humildad. Como tal, Miguel Flores define su vida por el esfuerzo y arduo trabajo que tiene que hacer para poder subsistir las necesidades básicas de una persona común y corriente.

Mientras relata su historia sobre lo difícil que es la vida después de la preparatoria con una soltura, aun mantiene una tranquilidad reverencial.

Flores es uno de los muchos jóvenes en Estados Unidos que trabaja arduamente para salir adelante en la vida con el alto costo de no poder seguir estudiando por la falta de comprensión en su empleo.

La circunstancias económicas son lo que lo tienen trabajando a veces más de un empleo y lo mantienen alejado de la posibilidad de seguir con su educación, ya que tiene que sufragar los gastos de su vivienda y comida.

“Siempre hubo alguna necesidad, sobre todo en la casa, porque a mi mamá siempre le ha costado porque es madre soltera, y eso es lo más difícil de ver, sobre todo cuando eres adulto” dice. “Comencé a trabajar a una edad joven para que ella [su mamá] ya no me tuviera que mantener”.

Aunque ahora Flores mantiene un trabajo que le permite tener un mejor horario para poder ir a la escuela, eso no fue posible después de terminar la preparatoria.

Flores luchaba con un empleo que lo mantenía con un horario irregular y solo lo requería cuando la empresa lo necesitaba.

De acuerdo con el informe “I am a #YOUNGWORKER” del Centro Laboral de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), 90 por ciento de los jóvenes no tienen un horario establecido. Esto no les permite poder ir a la universidad y muchos se quedan sin estudio post preparatoria.

“El nuevo [trabajo] que acabo de conseguir es mucho más profesional comparado a lo que había hecho anterior”, dice Flores de su nuevo empleo. “Las expectativas son mucho más altas y [hay] mucho más oportunidades”.

Pero las experiencias laborales para Flores no siempre han sido similar a la que hoy vive, debido a que no tenía experiencia en ningún trabajo después que terminó la secundaria y que cumplió la mayoría de edad.

Miguel Flores 21, trabajando en una pizzería en Los Ángeles. Foto: Stephanie Lozano / El Nuevo Sol.

Miguel Flores 21, trabajando en una pizzería en Los Ángeles. Foto: Stephanie Lozano / El Nuevo Sol.

Flores ha tenido que picar piedra, como se dice en el argot popular, con trabajos que no siempre buscan el beneficio para el trabajador y solo buscan una persona que pueda “mover la economía de las corporaciones”, como él lo describe.

“Comencé a trabajar a los 18 años y mi primer trabajo fue en una pizzería donde solo trabajaba 4 ó 5 horas porque me veían como un morro que solo quería trabajar para hacer dinero”, dice Flores. “No me daban las oportunidades para ver si tenía potencial porque allí solo se beneficiaban los dueños”.

Aunque mucha de las experiencias que Flores tuvo fueron un poco difíciles por falta de oportunidades, bajo salario y la falta de tiempo para ir a la universidad, su segundo trabajo fue uno de los más difíciles para él.

Su segundo trabajo fue en una cadena de pizzerías grande. “Allí fue donde me tocó más pesado y donde me fijé que aunque fueras tan bueno [para trabajar], las oportunidades te van a llegar pero no van a ser tan fáciles como tú piensas”, dice.

Aunque el trabajo solo es hacer un pizza con un tiempo limitado por la alta demanda de los clientes, Flores expresa que no es tan fácil como muchos pueden pensar.

El comienzo en ese trabajo no siempre fue negativo para él. Flores dice que le gustaba su trabajo pero las experiencias no fueron lo más positivo.

“Estuve trabajando allí unos meses y después me promovieron a asistente de supervisor y estaba trabajando con el gerente cuando una muchacha estaba siendo acosada sexualmente”, dice. “Ella estaba siendo acosada por el manager y el acoso era verbal y físico. Yo le decía que con las mujeres no se juega así porque las haces sentir incómodas y él lo tomó como chiste”.

El estudio del Centro Laboral de UCLA menciona que el 57.3 por ciento de los trabajadores sufren abuso verbal en el trabajo. Un tercio por parte de su supervisor o empleador. En casos como el de la compañera de Flores, el abuso verbal se convierte fácilmente en acoso sexual.

Flores y su compañera denunciaron al gerente con los dueños de la franquicia y ellos estaban renuente a despedirlo porque “él tenia una familia que mantener”.

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Después de solicitar el despido y las investigaciones, el restaurante de comida rápida les dijo que habían despedido al gerente acosador. Flores y su compañera no lo creyeron y comenzaron hacer una investigación por su propia cuenta.

La sorpresa fue que el gerente que había sido despedido fue colocado en otra establecimiento de la franquicia. Después de lo ocurrido, las cosas comenzaron a cambiar para Flores y su compañera.

“Empezamos a sentir que ellos nos querían sacar de la tienda y nos comenzaron a acusar por cosas que no estaban pasando”, dice.

A los pocos días, Flores fue despedido por un supuesto robo de $160 dólares y su compañera fue reubicada en otra tienda mucho más lejos.

Flores y su compañera intentaron poner una demanda por el acoso sexual y las problemáticas laborales que sufrieron, pero no pudieron porque los abogados les dijeron que no podían porque la franquicia no tenía el seguro adecuado.

Antonio Gallo, profesor en la Universidad del Estado de California en Northridge y abogado, explica los procedimientos para poner una demanda.

“Una persona puede demandar a otra persona que piensa que fue lastimado, herida, molestada o acosada” dice Gallo. “La cuestión va ser que si uno mete la demanda contra una compañía o persona, [se tiene que ver] cuales son las posibilidades que esa persona va tener el dinero para pagar a la persona que fue demandada”.

Independientemente de los problemas, Flores sigue trabajando aunque ahora lo hace en un empleo que le permite crecer y sus derechos son respetados.

Flores sigue trabajando con mucha humildad para poder subsistir y ayudar a su madre a salir adelante.


Tags:  Centro Laboral de UCLA José Antonio Romero Miguel Flores UCLA Labor Center YoungWorker

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