Ambiente laboral hostil amenaza los sueños de joven trabajadora de terminar la universidad

Navarro cerraba la cafetería a las 9:00 de la noche, pero no se podía ir a casa. Tenía que limpiar las máquinas de café y cada esquina del local. Su supervisor les decía que tenían que fichar su salida a una cierta hora para que el gerente no se molestara. Ella se acuerda que unos días se quedó limpiando hasta las 11:30 de la noche, sin pago por esas dos horas y media extra.

Por AURABELLA HERNÁNDEZ
EL NUEVO SOL

Dalia Alejandra Navarro, una trabajadora joven de 21 años, sueña con poder terminar sus estudios, pero debido a malas experiencias en su trabajo y la falta de dinero, su carrera se ha quedado en suspenso. Navarro obtuvo su primer trabajo a los 19 años en una cafetería de una cadena nacional, después de que su madre insistiera en que buscara un empleo.

“En mi casa, casi no se habla de educación, siempre se habla de buscar trabajo y pagar la renta”, dice. Ella notó que su madre ya no podía ayudarle con sus gastos diarios. Sabía que con este trabajo, podría no solo comprar su propio almuerzo y pagar su transporte, sino también ayudarle a sus padres con gastos de la casa.

El estudio “I am a #Young Worker” del Centro Laboral de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) reporta que menos de uno por ciento de los trabajadores jóvenes usan su sueldo solo para actividades recreativas.

“La mayoría de estudiantes no usan su dinero para gastar en cosas que no necesitan”, dice Jeylee Quiroz, investigadora del Centro Laboral. “Casi la mitad de los encuestados [en el estudio] dicen que ellos contribuyen en los gastos de sus familias”.

El día de Navarro empezaba a las seis de la mañana, alistándose para la primera clase. Terminaba a las 3:30 p.m., se apuraba a llegar a su trabajo, el cual empezaba a las 4:00 p.m.

A ella le tocaba cerrar la tienda cada día a las 9:00 de la noche, pero eso no quería decir que se podía ir a casa. Los ponían a limpiar todas las máquinas para hacer café y cada esquina de la tienda. Navarro recuerda que su supervisor les decía que tenían que fichar su salida a una cierta hora para que el gerente no se molestara. Aunque fichaban su salida a esa hora, se quedaban para seguir la limpieza. Ella se acuerda que unos días se quedó limpiando hasta las 11:30 de la noche.

“Los primeros días, no pensé mucho en lo que estaba pasando, pero luego fui notando que no me estaban pagando por las horas extra”, dice.

De acuerdo al informe del Centro Laboral, el Departamento Laboral de Estados Unidos reconoce que las violaciones por trabajar fuera de horario (off-the-clock) son las más comunes en la Acta de Estándares Laborales, o Fair Labor Standard Act. El informe también muestra que el 33.5 por ciento trabajan horas extra sin pago.

Como era su primer trabajo, Navarro pensó que tenía que soportar e ignorar las violaciones del trabajo, pero un día ella decidió rebelarse. Su supervisor le dijo que fichara y con calma fue hacerlo, luego se sentó en una silla de la tienda, sin hacer nada.

“Ese día, noté que estaba bien molesto, pero sí me preguntó que si le podía ayudar y le respondí que no podía porque estaba fuera del horario”, dice. El supervisor solo le respondió con un “oh, está bien”.

Cuando el lugar se llenaba de clientes y se ponía muy ocupado, había veces en que no le daban su descanso. “Ni nos dejaban que nos sentáramos ni un ratito porque ya empezaban con su mal actitud”, dice.

Navarro llegaba a su casa con hambre, sueño y sus pies cansados de estar parada casi todo el día, se preparaba algo rápido de comer y sacaba su tarea. “A veces ni hacia la tarea, y esa es una de las razones por cuales me retrasé en mis clases”, dice.

“De no comer ni dormir bien, se me fue enfermando, ella ya no tenía las fuerzas ni de ir al trabajo o a la escuela”, recuerda su madre, Irma Navarro.

Luego, Dalia Alejandra Navarro tomó la difícil decisión de dejar la escuela por un tiempo porque ya no podía con las materias, sabía que iba a reprobar.

Una violación de trabajo que muchos callan es el acoso sexual. Al principio Navarro pensaba que su gerente estaba tratando de ser amable, pero luego se dio cuenta de que la forma en que la tocaba no estaba bien. “Él buscaba cualquier excusa para poder tocarme, cada vez que pasaba, no fallaba”, dice.

Hubieron varias ocasiones cuando el supervisor le preguntaba que si quería salir con él y otras cosas que no son apropiadas en el trabajo. Por supuesto que ella no quería perder su trabajo, pero tampoco iba a salir con él. Así que buscó una manera más amigable de rechazarlo.

El estudio del Centro Laboral de UCLA dice que el 57.3 por ciento de trabajadores jóvenes han tenido experiencias con un tipo de abuso verbal en el trabajo. Y ese número tan alto no incluye acoso sexuales, como el que sufrió Navarro.

Después de varios incidentes en el trabajo y su rebeldía, Navarro notó que le estaban dando menos horas para trabajar. Cómo no iba a la escuela, su horario ya no era fijo y por toda una semana no le dieron ni una hora de trabajo.

Navarro se cansó y finalmente dejó ese empleo en la cafetería y como muchas otras víctimas de violaciones de trabajo, no hizo nada para solucionar este problema. Nadie en su familia inmediata tiene educación universitaria y ella sueña con poder ser la primera en obtener un diploma de la universidad. Navarro tiene una deuda estudiantil alta y eso la está desanimando un poco, ya que meses después de abandonar la escuela, le empezaron a cobrar esa deuda.

Ella está como muchos otros estudiantes que trabajan día a día para pagar sus estudios, luchando para poder superarse. Ahorita tiene un buen trabajo, donde ayuda y supervisa a un paciente de la tercera edad. El señor no solo la motiva, sino que también le ofrece ayuda para que un día pueda regresar a la escuela.

“Siento que todo se está derrumbando, pero a la vez todo se está acomodando”, finaliza.


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