Trabajador y padre joven enfrenta la realidad de empleos sin horario fijo

El horario irregular es frustrante para Derek Shells, al igual que el peligro que el manejar de noche y largas distancias significan. Salir de noche y a diferentes horas, dice, le impide cenar con su esposa, quien trabaja un horario opuesto al de él y pasar tiempo con su bebé de apenas un mes.

Por STACEY ARÉVALO
EL NUEVO SOL

Derek Shells hijo, de 26 años, siempre llega a tiempo a donde quiera que vaya. Cualquiera que lo conoce sabe que él considera una falta de respeto tener a alguien esperando. Su tiempo es muy valioso.
Si Shells entra a trabajar a la 1:00 de la tarde por ejemplo, a las 12:10 él ya va en camino, a pesar de que vive a 15 minutos de su trabajo.

Antes de comenzar un nuevo día de labor, a él se le puede encontrar sentado adentro de su carro. Allí, con la cabeza recostada y los ojos cerrados, él escucha las letras de J Cole.

Este rito diario prepara a Shells mentalmente para lidiar con el estrés que su trabajo le causa al tener que combatir el reloj y el tráfico de Los Ángeles como conductor de entregas.

Como muchos trabajadores jóvenes, Shells no tiene un horario estable. Su hora de llegar a casa nunca es la misma.

De acuerdo a un informe preparado por el Centro Laboral de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) uno de cada cuarto trabajadores en Los Ángeles son personas jóvenes como Shells. Como él, 57 por ciento de estos jóvenes trabajan en empleos de baja calidad y con sueldos bajos. Nueve de cada 10 de estos mismos trabajadores encuestados también dijeron tener horarios inestables.

“La incertidumbre de estos horarios complica la forma que estas personas organizan sus vidas”, dice Jeylee Quiroz, investigadora del Centro Laboral.

La puntualidad natural de Shells le da una ventaja para poder entregar sus paquetes a tiempo. El problema con su horario ocurre cuando sus despachantes, quienes están ubicados fuera de California, le dan rutas incoherentes con metas imposibles de alcanzar.

“Mi ruta diaria técnicamente tiene que ser local en Van Nuys porque allí es donde está mi centro de asignación. Pero nunca es así”, dice Shells. “Han habido ocasiones que en el mismo día me han mandado de Van Nuys a San Diego y de regreso al condado de Orange y después a Burbank”.

Esta inconsistencia es frustrante para Shells al igual que el peligro que el manejar de noche y largas distancias significan. Salir de noche y a diferentes horas, dice, le impide cenar con su esposa, quien trabaja un horario opuesto al de él, y pasar tiempo con su bebé de apenas un mes.

Información del último censo explica que 16.5 por ciento de los trabajadores jóvenes al igual que Shells también son padres, según Quiroz.

Derek Shells de paseo en el parque con su hija. Foto: Stacey Arévalo / El Nuevo Sol

Derek Shells de paseo en el parque con su hija. Foto: Stacey Arévalo / El Nuevo Sol

“El nacimiento de mi hija me abrió los ojos al peligro de mi trabajo. Cuando yo veo accidentes en la carretera, sé que podría ser yo en cualquier momento”, dice Shells. “Yo sé lo que se siente crecer sin un padre y la idea de que mi hija pueda crecer sin su papá me espanta”.

Antes de que Shells trabajara entregando encomiendas, también trabajó en ventas. En sus trabajos anteriores, Shells también observó tratos similares de parte de las compañías.

“Hemos encontrado que ahora en día la mayoría de compañías en los sectores de servicio casi no ofrecen puestos de tiempo completo con horarios fijos de 9:00 a 5:00”, dice Reyna Orellana, investigadora del Centro Laboral de UCLA.

Orellana, quien es una trabajadora joven, dice que es sorprendente cómo personas como ella y Shells han aprendido a lidiar con estas situaciones. “Cuando hablo con estas personas, se puede sentir la fortaleza que tienen, ya que han podido equilibrar sus vidas bajo estas circunstancias injustas”, dice.

Cuando Shells obtuvo su puesto actual, pensó que esta oportunidad iba a reducir el estrés que había experimentado en su puesto anterior como cajero. Aunque el abuso verbal que el sufría de parte de los clientes cesó, el estrés continuó.

A veces, cuando Shells llega temprano a entregar un paquete a un edificio de negocios, observa a los trabajadores. Ve la sala de conferencia rodeada con ventanas de vidrio y trata de imaginarse qué tipo de conversaciones tienen adentro. Se imagina a sí mismo adentro, vestido de traje, discutiendo negocios.

“Yo no sé a dónde pararé en el futuro”, dice Shells. “Sé que este trabajo no me llevará allí, pero quiero encontrar una nueva aventura. Lo único que necesito es decidirme, aplicarme y llegar a tiempo”.


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