Voces | Voices / 03/04/2016

Todo se puede, si uno se lo propone y pide ayuda

Todos los días y por largas horas en ese verano, la maestra Haro se la pasaba brindando tutoría… Y por primera vez en mi vida, los ceros de mis malas notas se convirtieron en setentas, ochentas y hasta mi primer cien por ciento.

Por ABRIL PRECIADO RAMÍREZ
EL NUEVO SOL

Nunca se me ha olvidado cuando mi profesor de matemáticas en la Universidad del Estado de California en Northridge (CSUN) me dijo estas palabras: “Para qué vas a perder el tiempo en apuntarte nuevamente en esta clase en el verano. Tus posibilidades en pasar son muy pero muy bajas y no vas a aprobar la clase”. Estas fueron las palabras que escuché en mis últimos días del año escolar.

Yo no podía entender por qué fallaba mucho las matemáticas si me pasaba horas y horas estudiando para esa materia. Estaba desesperada y desilusionada después de lo que el profesor me dijo y de que reprobara la clase por segunda vez. Yo sentía que mis sueños se estaban derrumbando y todo el esfuerzo dedicado estaba perdido. Pero no quiera que la predicación del profesor se hiciera realidad. Me encomendé a Dios, tomé determinación y decidid apuntarme nuevamente a la clase.

Estaba nerviosa en empezar el curso por tercera vez, porque ya sabia que si no aprobaba la clase, me iban a expulsar de la universidad. Decidí buscar ayuda y recurrir a la señora Helida Haro de mi preparatoria, Northridge Academy High School. Ella me conocía y sabia que las matemáticas eran muy difíciles para mi, y comenzó ayudarme inmediatamente.

Todos los días y por largas horas en ese verano, Haro se la pasaba brindando tutoría. Ella fue tan paciente conmigo que me ponía muchas tareas y repasaba problemas de matemáticas conmigo, paso a paso, hasta que yo los pudiera entender para presentar mi pruebas. Y por primera vez en mi vida, los ceros de mis malas notas se convirtieron en setentas, ochentas, y hasta mi primer cien por ciento.

Yo no podía creer que por fin estaba entendiendo y que toda mi dedicación, esfuerzo, y las ganas de pasar mi clase estaba valiendo la pena. Cada vez que subía de puntuación mi maestra Haro me motivaba más para poder mejorar en mi siguiente prueba y así poder prepararme para mi examen final.

El examen final era lo que iba a determinar mi estadía en la universidad. Todos los estudiantes teníamos que pasar la materia con mínimo de 70 por ciento en el examen para aprobar la clase. Durante el examen, me puse nerviosa y me temblaban las manos. Al mismo tiempo, recordé todo el trayecto y dedicación que había puesto a este curso. No me podía dar por vencida! Así que puse manos a la obra enfocándome en el examen que tenía frente a mí.

Todavía recuerdo las lágrimas que se derramaban de mis ojos cuando tuve los resultados del examen y vi que POR FIN había pasado mi clase. ¡No podía creerlo! Todo ese éxito no habría sido posible sin el apoyo de mi maestra de la preparatoria y toda la dedicación que le puse a estos cursos. Hasta hoy en día le agradezco tanto por haberme ayudado a salir de esa pesadilla. Pero más por enseñarme que todo se puede lograr, hasta lo más complicado, si uno se lo propone y pide ayuda.

one in three freshmen entering the California State University system in fall of 2012 failed the math test that measures whether they’re ready for college work. About the same proportion failed the English test.

Aproximadamente, uno de cada tres estudiantes de primer ingreso al sistema Cal State (CSU) reprueban el examen de matemáticas que mide si están listos para la universidad. Una proporción similar reprueba el examen de inglés. Estos estudiantes que reprobaron el examen de ingreso de la universidad deberían inscribirse en diferentes grupos de ayuda. Muchos de estos estudiantes deben tomar cursos para estar preparados al nivel que requiere la universidad. Estas clases de ayuda están disponibles a $186 por unidad en todas las 23 universidades de CSU. Estos cursos están para ayudar a reducir el número de estudiantes que dejan de ir a la universidad.

Muchos de estos jóvenes son estudiantes universitarios de primera generación. En muchas de las ocasiones estos estudiantes se enfrentan en situaciones como la mía, al no saber donde recurrir para que puedan pasar estas clases. Es por eso que recomiendo que acudan a las sesiones de tutoría que ofrecen las escuelas, pedirle ayuda a los instructores o compañeros, formar sesiones de estudios, y pedir ayuda afuera de las escuelas si es necesario. Es un gran sacrificio y mucho trabajo, pero si esto me ayudó a mi, podría ayudar a otros.


Tags:  Abril Preciado Ramírez CSUN cursos remediales Helida Haro matemáticas Northridge Academy High School

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Abril Preciado Ramírez
Naci y crecí en el Valle de San Fernando. Ser hija de padres inmigrantes y crecer en una comunidad urbana de bajos ingresos han contribuido en gran medida a mi pasión de escribir sobre temas de inmigracion, justicia social y derechos humanos. Me encanta abrazar mis raices mexicanas, viajar, leer, comer, cantar y vivir la vida al máximo.




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