Felipe Molina, 22, marcha al frente de la fila de los manifestantes en domingo, 16 de marzo. Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

Felipe Molina, 22, marcha al frente de la fila de los manifestantes el domingo 16 de marzo. Foto: William Camargo / El Nuevo Sol

Por ALEXANDER SEBASTIÁN COREY
EL NUEVO SOL

Tijuana, MX— Llegamos a las 10 de la mañana detrás de un mercado Super Isste, en donde los manifestantes se van a reunir antes de cruzar en la garita de la Mesa de Otay. Llegamos bien temprano.

Hoy es el tercer día de la acción de #Reforma150 que ha sido organizada por el grupo La Alianza Nacional de Inmigrantes Jóvenes (NIYA).

Solamente veo a un hombre que trabaja ayudando a la gente a estacionar sus coches por la calle.

Hay una pared llena de graffiti al lado de nosotros. La pared parece diferente cuando está vacío el lugar. En unas horas, el graffiti va a ser en su mayor parte cubierto por el grupo masivo de manifestantes, coordinadores, fotógrafos y reporteros. Un camión aparecer en medio de la calle, interrumpiendo el orden del señor organizando el estacionamiento de los coches.

Los manifestantes del #Reforma150 lleguen a lugar de reunir antes de cruzar en domingo, el 16 de marzo. Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

Los manifestantes del #Reforma150 llegan al punto de reunión antes de cruzar la garita el domingo 16 de marzo. Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

Todavía no ha llegado gente de la manifestación. Las únicas personas que llegan, pasan un domingo normal en camino a hacer sus compras.

A las 10:30 vemos a un coche de noticias. El conductor se detiene cuando me ve a mi y mi amigo fotógrafo, y pregunta “Jóvenes, ¿están aquí por la manifestación de inmigración?”

Nos dice que falta otra hora para que lleguen.

Comienza a llegar gente norteamericana de un grupo pro inmigrante. Más prensa llega y empieza a hablar con el grupo.

Ahora, hay bastante gente.

Irvin Yahir Jiménez, 10, y Hector Antonio Jiménez, 17 antes de la manifestación el domingo 16 de marzo.  Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

Irvin Yahir Jiménez, 10, y Héctor Antonio Jiménez, 17, antes de la manifestación el domingo 16 de marzo.
Foto: William Camargo / El Nuevo Sol

Me acerco a un joven que se llama Héctor Antonio Jiménez, de 17 años de edad. Jiménez fue criado en Sacramento, California y dice que ahora está tratando de regresar a Estados Unidos porque es perseguido por su orientación sexual en Guadalajara, Jalisco, donde vive ahora.

Su madre, María Eugenia Velarde Magallón, 39, dice que ella tiene miedo de vivir en México, ya que ha sido víctima de violencia doméstica por parte de su esposo, quien sigue molestando a la familia.

“Mi familia lo rechaza y se burla de él”, dice Velarde Magallón.

La madre de cinco salió de Estados Unidos después de 12 años de vivir en ese país, después de que recibiera una infracción de tráfico, lo que causó que representantes del el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas fueran a su casa.

Me retiro y comienzo a caminar entre la multitud, intentando capturar todas las voces.

Después, llegó con una familia de Sunnyside, Washington. Yolanda Olguín y su familia están viviendo en Morelia, Michoacán. Ella dice que el lugar donde vive ahora con sus hijos ha cambiado bastante, a diferencia del lugar en donde fue criada.

Yolanda Olguín, 35 con sus hijas Paola Olguín, 17 y Britney Olguín, 7 en domingo el 16 de marzo. Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

Yolanda Olguín, 35, con sus hijas Paola Olguín, 17 y Britney Olguín, 7. Foto: William Camargo / El Nuevo Sol

“Fue muy difícil cuando yo llegué porque realmente no me esperaba tanta violencia.”

Olguín dice que su esposo fue testigo de esta violencia en una empresa, cuando lo golpearon con una pistola, amenazándolo, diciendo que si él hablaba, lo iban a matar.

Olguín y sus hijos cruzarán hoy, y tratarán de reunirse con su papá y hermano, quienes cruzaron la semana pasada. Hasta este momento, su hijo se encuentra bajo los Servicios de Protección Infantil, mientras su esposo está siendo procesado en el centro de detención.

Hoy, en su mayor parte, son mamás, hijos y también personas LGBTQ, quienes cruzarán.

Cynthia Díaz, 18, es una coordinadora de NIYA en Arizona. Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

Cynthia Díaz, 18, es una coordinadora de NIYA en Arizona. Foto: William Camargo / El Nuevo Sol

Luego, hablo con una organizadora de Tucson, Arizona. Cynthia Díaz, de 18 años de edad. Ella se encuentra aquí en Tijuana por su receso primaveral para cruzar con su madre, la cual tiene “un caso muy difícil”, según Díaz.

“Quiero estar detenida el mayor tiempo posible hasta que mi mamá esté libre”, dice Díaz.

Ella está ejerciendo sus estudios en salubridad pública y estudios latinoamericanos en la Universidad de Arizona en Tucson, Arizona.

Este movimiento de Dreamers transforma a jóvenes en activistas. Lo he notado con el joven del Dream 30, Luis Rivera, igual que en el caso de Díaz.

Noto que Elvira Arellano está en medio de un círculo de reporteros. Arellano es conocida en muchas casas, ya que ella fue protagonista del movimiento pro-inmigrante hace ocho años por su caso famoso cuando ella buscó refugio en una iglesia con su hijo Saúl después de recibir una orden de deportación.

Ella fue deportada en el 2007 y ha sido activista desde México, desde entonces.

Arellano hace mención de una charla sobre inmigración que dio el presidente Obama en Colorado, en la cual dijo que las familias no deberían ser separadas. Es aparente que sólo con la presencia de Arellano se aumenta la energía en los demás.

Elvira Arellano que fue deportado de los estados unidos en 2007 después de refugiarse por un año en una iglesia, va a cruzar el martes. Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

Elvira Arellano, quien fue deportada de Estados Unidos en 2007 después de refugiarse por un año en una iglesia, va a intentar cruzar el martes. Foto: William Camargo / El Nuevo Sol

Arellano iba a cruzar hoy, pero los organizadores han cambiado la manifestación de nuevo. El nuevo plan es que Elvira cruce el martes con en su mayor parte madres.

Su hijo, Saúl, 15, es alto y delgado. Es serio, pero a pesar de esto, demuestra su apoyo a su madre al estar presente. Su vida, infiltrada por el activismo de su madre, lo ha capacitado para presentarse de manera segura frente a los medios de comunicación.

El hijo mayor de Elvira Arellano, Saúl, 15, el domingo el 16 de marzo. Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

El hijo mayor de Elvira Arellano, Saúl, 15, observa la manifestación en la cual participa su madre. Foto: William Camargo / El Nuevo Sol

Saúl dice que su mamá no puede conseguir trabajo en México porque no hay empleos y que su familia quiere regresar a Estados Unidos para tener una mejor vida.

Ahora las entrevistas son difíciles de escuchar. Varios organizadores empiezan a gritar palabras de ánimo para motivar a los presentes.

El momento ha llegado en que los manifestantes hagan fila. Empiezan a marchar en dirección de la garita. No es tan lejos, pero como se detienen a veces a propagar gritos a favor del movimiento, duran más tiempo en llegar.

Los fotógrafos tratan de trotar unos pasos al frente de la fila, girando como soldados para tomar fotos de las manifestantes. Los reporteros caminan, realizando preguntas, con la intención de obtener más información antes de que lleguen a la garita.

Todos los manifestantes gritan palabras y frases en coro, en referencia al movimiento.

“¡Aquí empieza la reforma migratoria!”

Varias veces, algún manifestante gritando fuerte es interrumpido por un fotógrafo, quien pregunta por su nombre y edad para su pie de foto.

Guideon de Félix Cota, 25 y Ariel López Mendoza, abrazan a unos amigos. Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

Guideón de Félix Cota, 25, y Ariel López Mendoza, abrazan a unos amigos. Foto: William Camargo / El Nuevo Sol

Camino con Guideón de Félix Cota, 25, un dreamer que está tratando de regresar a casa junto con su novio, Ariel López Mendoza, quien es también un dreamer.

“Cuando recién llegué aquí, yo me sentía orgulloso de mi sexualidad y colgaba un pequeño llavero en forma de arcoíris de mi mochila,” me cuenta Félix Cota. “Pero después, fui maltratado por ello. Un muchacho me detuvo, preguntando si yo sabía el significado de eso, y él me contestó, diciendo que era señal de ser puto.”

También, hablo con Édgar Torres Hernández, 22, un miembro de los Dream 30 que fue deportado. Hernández dice que está nervioso esta segunda vez.

Edgar Tórres Hernández, 22, un miembro de los Dream 30 que fue deportado. Hernández dice que esta nervioso esta segunda vez. Foto: William Camargo/El Nuevo Sol

Édgar Tórres Hernández, 22, un miembro de los Dream 30 que fue deportado. Hernández dice que está nervioso esta segunda vez. Foto: William Camargo / El Nuevo Sol

“Va a ser bien difícil, pero los que me conocen saben que yo he pasado por situaciones más difíciles y he salido bien”.

Mientras los manifestantes están cruzando, un trío toca canciones sobre inmigrantes. Fernando Billones, 30, un miembro del grupo que se llama “Pico de Gallo” dice que están aquí por casualidad, pero que han apoyado a las organizaciones pro-inmigrantes en el pasado.

En la garita, a pesar de la multitud inmensa, la entrada es pacífica.

Antes de que la gente entre, un organizador de NIYA le avisa a un agente de la patrulla cuantos vienen. Él se queda a lado de los manifestantes cuando cruzan la entrada, apoyándolos con palabras de fortalecimiento.

Mientras los DREAMers caminan por la entrada, fotógrafos y videógrafos enjambran el portón de la entrada.

Manifestantes del #Reforma150 marchan en domingo el 16 de marzo.

Manifestantes de #Reforma150 marchan hacia la garita de Otay. Foto: William Camargo / El Nuevo Sol

Hoy, domingo, entraron alrededor de cincuenta personas. El martes van a entrar entre 13 a 15 personas, incluyendo a Elvira Arellano y sus hijos.

Al final, hacemos fila para cruzar, y en lo que parece segundos, cruzamos a Estados Unidos sin apuro.

¡Qué comparación con aquellos que luchan por regresar a sus hogares, cuando nosotros, en un simple abrir y cerrar de ojos, intercambiamos palabras y documentos, y estamos de regreso a casa!


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