Por VANESSA ABNER y VÍCTOR CORONA
EL NUEVO SOL

Entrar al apartamento de la señora Antonia y el señor Rosalío es como pasar por un museo de retratos. En el medio de la pared blanca, está una foto de la hija más chica, Jaime, posando para su quinceañera. Junto a su foto está un retrato del segundo hijo, Jesús, con su toga y birrete recién graduado de la preparatoria.

Todo parece felicidad, pero un momento después la señora Antonia y el señor Rosalío cuentan la historia de cómo su hijo Jesús, que es indocumentado, no pudo atender la universidad.

Jesús, de 26 años, de Lincoln Heights, no pudo empezar la universidad directamente después de graduarse de la Preparatoria Eagle Rock en 1998 porque la ley en ese tiempo le decía que los indocumentados sin residencia legal tendrían que pagar tarifas de estudiante internacional.

Además, en 1998, año en que Jesús se graduó de la preparatoria, no existían fuentes de información para los estudiantes indocumentados sobre cómo solicitar y pagar por la universidad, entonces Jesús no esperaba entrar. Su novia de la preparatoria, y ahora esposa, Ana, sí calificaba para fondos gubernamentales por ser ciudadana, pero él, no.

“En los dos primeros años de la preparatoria, yo no tenía la mentalidad de ir a la universidad”, dijo Jesús, “lo único que deseaba era graduarme de la secundaria para ser el primero de mi generación en graduarme [de la preparatoria]”.

Jesús dice que si AB 540 hubiera pasado antes de 2001, él estaría gozando su educación sin tener que trabajar tiempo completo , como lo está haciendo hoy en día.

Rosalío, el papá de Jesús, dijo que por no poder pagar las tarifas universitarias, Jesús empezó a dedicarse exclusivamente a su trabajo.

“Yo le dije a mi hijo que cuando comenzada a trabajar, sus estudios se le iban hacer mucho más pesados”, dijo Rosalío.” Pero no había otra”.

En 1999, Jesús entró a Colegio Comunitario de Glendale, pero las clases que tomaba sólo eran requisitos generales y no clases principales para una carrera.

“Solamente completé un trimestre en la escuela comunitaria”, dijo Jesús. “Un año después atendí una escuela de enseñanza técnica para estudiar mecánica de aire acondicionado, pero por mi horario las únicas clases que me ofrecían eran clases en la noche sin entrenamiento práctico, entonces me salí durante un mes”.

En la actualidad, Jesús está en los trámites de arreglar su residencia.

El consultor de inmigración y ex director de la Hermandad Mexicana en Ontario, Abel Medina, dice que el proceso de arreglar la residencia de Jesús cubre peticiones familiares.

“En el caso de Jesús, su esposa Ana, siendo estadounidense puede pedirle al gobierno por la residencia de Jesús”, dijo Medina.

Como ex director de la Hermandad Mexicana, Medina trabajaba con un grupo base comunitaria que activamente participaba en casos y problemas de inmigración.

En la situación de Jesús, dos abogados fueron consultados.

“Yo ha pagado más de $2,700 en costos legales”, dijo Jesús, “ mi último abogado me cobró $2,000.00 y una nueva abogada que pienso agarrar me quiere cobrar $80 nada más por una sola consulta”.

Mientras tanto, Jesús esta centrado en una carera policíaca después de que haga los trámites para hacerse residente. Desafortunadamente, el único paso que le toca para hacerse residente es mudarse a México y vivir ahí mientras las cortes estadounidenses le llaman.

Jesús vivirá en Tijuana, México, mientras su esposa, quien recientemente recibió su maestría en sociología de la Universidad del Estado de California, Los Ángeles, espera mudarse a San Diego para estar lo más cercana a su esposo, mientras que arreglan su estatus migratorio.


Tags:  AB 540

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